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"La voz inerte", de Alberto Ávila Morales

Visión Libros, 2023
Por Francisco J. Castañón
domingo 19 de febrero de 2023, 00:00h
La voz inerte
La voz inerte

El poeta, fotógrafo, cantautor y compositor Alberto Ávila Morales acaba de publicar el poemario "La voz inerte", prologado por Valentín Martín y editado por Visión Libros, título que se une a los cuatro libros de poesía anteriores del autor aparecidos entre 2011 y 2019 (Para Isabel. Gritos de amor contra el Alzhéimer, La muerte de Dios, Del Humor al Amor al Horror y Atenta Mente Vuestros).

Para quienes hemos seguido de cerca la trayectoria de Ávila Morales, esta obra es, a mi juicio, la más intrínseca o de mayor hondura personal —si se prefiere— elaborada por el poeta hasta la fecha. Un poemario que se divide en tres partes o secciones cuyos títulos de algún modo anuncian el carácter de los poemas que vamos a encontrar: ‘La voz inerte’ (que da título al libro), ‘Poemas de la buena muerte’ y ‘Y del amor un día’.

En este libro, determinados elementos muy visibles con anterioridad en la poesía de Ávila Morales quedan en estas páginas más atemperados. Me refiero, por ejemplo, al humor, la ironía, incluso al sarcasmo o a ese acento crítico o transgresor que en obras precedentes eran casi la tónica dominante. Todo ello, aquí queda en un segundo plano, para dar entrada a un tono mucho más reflexivo, grave y trascendental. Valgan de muestra estos versos del poema ‘Recuerdos de un claustro’: “Enfrentado a tantos cielos contemplados / todo parece seguir igual, / vives buscando la luz, / sigues escuchando vagos rumores / a tu alrededor, / de vez en vez, una mano / te acoge protectora, / el miedo sigue presente / y el lloro sigue siendo / un modo de petición”.

De esta forma, en La voz inerte vislumbramos a un poeta que expone sin paliativos y con un estilo reconocible, el bagaje de su experiencia vital más íntima. Asimismo, hace repaso de algunos temas fundamentales sobre los que se cimenta su discurso poético. El tiempo es, por ejemplo, uno de esos temas, que emerge nada más comenzar el libro en los versos del poema que da título al mismo: “Esta voz que aquí te habla / es la voz del hombre / con el tiempo a su alcance.”

El autor introduce también en este poemario señaladas cuestiones y, en ese sentido, apunta en el poema ‘Íntima presencia’: “La vida ha sido siempre un desear / que se esconde tras la dureza del combate, / y aunque el peso de la realidad / sea una dolorosa constante, / hay que pintar una puerta sobre el telón / que dé salida a la magnífica belleza”. Para el poeta, la existencia parece manifestarse como un mosaico de ensueños y aspiraciones. Anhelos que deben afrontar o superar los rigores del cotidiano vivir, sin renunciar a alcanzar, quizá a través de la poesía, lo más grato y admirable que esa misma existencia nos ofrece.

Siguiendo esta senda, no tarda Ávila Morales en interpelarse por su propia condición. Así en el siguiente poema del libro, ‘Aquel que contempla’, se pregunta: “Quién soy? / ¡Cuál mi reflejo? / ¿Esa máscara que el espejo muestra / o aquel que contempla la verdad?”. Hay, pues, un relieve sustancial que vertebra el poemario y se alza según avanzamos en la lectura del mismo. En el poema ‘Reflejos’ advierte Ávila Morales: “Si buscáis bajo mi capa / veréis crecer un verso / y el olor de alguna / flor que se marchita, /…” . En línea con lo comentado, atisbamos el espléndido poema ‘Diga’ con el que finaliza la primera parte del libro.

Asimismo, el primer poema de la segunda parte, ‘Cayendo en la cuenta’, no le va a la zaga. En sus versos se aprecia como el poeta ahonda aún más en lo comentado, fijando ahora su atención en el tema de la muerte: “…hace tiempo que me vengo muriendo”, escribe, e incide: “Yo diría aún más: / Si es que ha muertos que mueren / cada día.” Aquí nos habla de “…un hombre / que desapareció / en las sombras de la tarde, / como todos aquellos dioses que pueblan el tiempo / de la existencia de los hombres.” (poema ‘Hubo una vez’). Pero también se interna en otra muerte, como la del poeta Miguel Hernández, en el poema ‘Carta a Miguel Hernández, el de Orihuela’.

La última parte del libro, como se ha mencionado, aborda el tema del amor desde diversas perspectivas. En el poema ‘El encuentro’, relata precisamente el poeta un encuentro “tras un largo periodo de ausencia,” al rememorar una conversación para, en segunda persona, incidir sobre la desafección “por todo aquello en lo que creíste; / yo te avisé / que nada es lo que parece / en un mundo tan maldito, /…”, apunta.

En otro instante de la lectura, los versos del autor se convierten en letra de canción, como sucede en el poema ‘Una tormenta – y en tu cama’, algo que no sorprende debido a la estrecha vinculación que Ávila Morales ha tenido a lo largo de su vida, y aún tiene, con la música. Para luego poner punto y final al libro con el poema ‘Y al amor también’, de nuevo muy ligado a la esfera más reservada, más afectiva, del poeta, donde surge la figura de Ana, “Ana de los mil días”. Sin duda, una destacada presencia, con un peso específico insoslayable, en la voz poética de Alberto Ávila Morales. En consecuencia, La voz inerte, alejada de la debilidad o la indolencia es, por el contrario, una voz vital y dinámica que contiene posiblemente la poesía más emotiva del poeta madrileño.

Puedes comprar el poemario en:

9788419310927
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