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Reseña del poemario "Z A diario-Ω A diario", de David Coloma García

MACINA MULTA MINAX MINITATUR MAXIMA MURIS

«No es de dónde tomas las cosas, es adónde las llevas»
Jean-Luc Godard
Por José Antonio Olmedo López-Amor
viernes 31 de marzo de 2023, 00:23h
Z A diario-Ω A diario
Z A diario-Ω A diario

Volcado en la empresa de equiparar la riqueza literaria de la lengua latina con la griega, el dramaturgo y poeta épico latino Quinto Ennio (239 a. C. - 169 a. C.) recurrió a la utilización de vocablos equivalentes (sinonimia), incrustó palabras de otras lenguas (préstamos léxicos) o practicó la ruptura de palabras —bien por una pausa versal, o por la colocación de una palabra que separase las dos mitades— (tmesis). No conforme con dichas innovaciones, el autor de una veintena de tragedias inspiradas en Eurípides también compuso textos formados por palabras que comenzaban por una misma letra (parhomoeon). Un ejemplo de ello esplende en el título de esta antesala.

Si hoy podemos considerar que Ennio fue un exopoeta (poeta constructivista fuera del canon[1]), en la misma medida lo es el poeta valenciano David Coloma, pues en "Z A diario-Ω A diario" emula al introductor del hexámetro dactílico en la narrativa romana al conformar un libro de poemas tautogramáticos. Pero el desafío de Coloma no termina ahí, ya que a la primera parte del libro (conformada por tautogramas líricos ordenados alfabéticamente de la z a la a), le sigue una segunda parte desautomatizadora (tautogramas líricos ordenados a la inversa) en la que sintaxis y gramática se rompen en aras de una libertad creadora que busca su propio lenguaje.

Cabe señalar que la audacia —y la previsión— de Coloma no han impedido que, dada la complejidad de su bimembre estructura, se solidarice con el lector e incluya sendos códigos QR (hilos de Ariadna) al principio[2] y como membrana articulatoria entre ambas partes[3]. Por tanto, estamos hablando de una poesía expandida que trasciende la hoja (lienzo material) y coloniza páramos digitales (lienzo virtual). Sí, este poemario demanda un lector activo al que le apasione el extrañamiento, que no huya ante el aumento de su tiempo de recepción y que, de alguna manera, participe en una lectura creativa (la libertad de los versos posibilitan diversos itinerarios de lectura e interpretaciones).

‘Z A diario’ es una obra —en cierto grado— abierta. Hemos hablado de una estructura bimembre (dos grandes bloques de poemas), pero otra interpretación posible de dicha contextura sería la de asumir este poemario como dos libros en uno. Si en la primera parte la lectura de los versos se plantea de izquierda a derecha (en el sentido ordinario de la lectura y escritura occidentales), en la segunda, los versos —en la mayoría de casos— deben leerse de derecha a izquierda (guiño a la lectura oriental). El primer poema del libro, además, es un homenaje a la literatura china, ya que los versos pueden decodificarse siguiendo una sintaxis vertical. El lector más avezado encontrará versos que, aun leídos de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, siguen ofreciendo un sentido lógico y encajan a la perfección en el constructo global.

Nos encontramos, pues, ante una premisa formal que transparenta el serio y riguroso compromiso con el que Coloma y su literatura conviven. Un convenio en el que la primacía de la forma sobre el fondo, es decir, de la superioridad del cómo frente al qué, emerge una poesía sin ataduras logicosintácticas. La pulsión queda domada por la autocensura, pero prevalece de ella el atávico regusto a algunos poemas de Saint-Amand, Placentius o el propio Quevedo, quienes desde la Edad Media en adelante practicaron esta forma lírica de singular aliteración.

En esta lúdica propuesta literaria encontraremos tautogramas puros (todas sus palabras comienzan por la misma letra), pero también impuros (donde esta regla se rompe). Veremos cómo la tiranía del abecedario —por una parte—, impone la letra matriz de los poemas y el orden de los mismos; y por otra, advertiremos cómo la variedad del lexicón de la lengua castellana acota y limita la capacidad de elección de los vocablos. Ante una tesitura así, es natural que aflore el irracionalismo o el surrealismo, si se quiere, como contingencias y formas de conocimiento a posteriori; es decir, dependientes de la experiencia.

Desde un punto de vista fenomenológico, la gamificación de la poesía ofrece una interpretación mediada y didáctica del ser (poeta) y la consciencia (su estrategia comunicativa). Mediada por un arte que cuestiona sus propios métodos y se desafía a sí mismo al renunciar a recursos que facilitarían la comunicación, y didáctica porque, ya sea por acumulación, elisión o contraste, su gramática y sentido señalan referencias, experiencias, certidumbres e incertidumbres, entre otras cosas. Luego, y aun a pesar de concentrarse en desarticular las convenciones, el texto sigue siendo ontológico.

La proporción literaria en que el autor goza de mayor libertad creativa, obviando las salvedades impuestas, se corona en lo instintivo, pasando por lo visceral. Son tantos los condicionamientos formales, que no resulta fácil salir indemne —como autor— de semejante lance. Coloma lo consigue reconfigurando el concepto tautogramático y dotando a la palabra impuesta de libertad espacial. En la segunda parte del libro, o en el segundo libro, vemos cómo desde el primer poema los versos ocupan diferentes latitudes de la página y buscan una significación visual. Las palabras forman imágenes y formas reconocibles a la manera de un caligrama.

Gabinete de experimentación, tubo de ensayo o taller de escritura creativa, la poesía de ‘Z A diario’ es más que el efecto de una causa. Los exopoetas como David Coloma se reafirman en una concepción de la poesía alejada del determinismo de la tradición más inmediata, y con ello, no solo se posicionan en contra de la hegemonía global, basada en la literatura estandarizada, también lo hacen frente al lenguaje. El poeta tiene la cualidad de presentar este acto comunicativo como un juego, un juego de palabras en el que no es posible perderse ni quedarse fuera del acto comunicativo, sino desviarse y trazar senderos nuevos, componer significados distintos.

Como no conviene a un texto de estas características que un prologuista sin escrúpulos desentrañe más tramoya de la cuenta, solo me queda invitar al lector a realizar un viaje iniciático y sensorial en el que todo cuanto sabe, o cree saber, no le servirá de mucho, pues, no siempre la razón propone la solución más razonable, y menos, en poesía. El imaginario de un artista, el contexto de un arte tan libre y espontáneo como el que nos ofrece David Coloma en este libro nos dan razones más que suficientes para pensar, hoy más que nunca, que toda disidencia artística, toda asimetría intelectual, proponen las palpables muestras de la existencia de una conciencia inconformista que, de alguna manera, se rebela —e invita a la rebelión— contra la injusta y monótona sociedad en la que le ha tocado vivir: y eso es algo que celebrar.

David Coloma García (Valencia, 1979) se diplomó en Magisterio de Educación Física e Infantil en la Universidad Católica San Vicente Mártir, de Valencia. Es atleta T-20 y escritor. Autor del libro de haikus ‘Fragmentos de Vida’ (2018). Es miembro del colectivo de literatura independiente Letras&Poesía (2018-2023). Colaborador en la revista literaria ‘Poémame’ (2017-2023). Copartícipe de las antologías: ‘Semillas del bosque’, ‘Mujeres sin Edén’, ‘Ulises y Penélope: relatos tejidos en red’, ‘Madre naturaleza’, ‘Pandémicxs y Celestes’ y ‘No podrán detener la primavera’.

NOTAS

[1] Para ampliar información, véase ‘[Ex]centricidad. 11 exopoetas que abren camino en la poesía española contemporánea (1959-1986)’ (Celya, 2022).

[2] Para ofrecer una razón a los poemas sin título.

[3] Para conducir a una playlist en Bandcamp, donde el autor recita poemas con un fondo sonoro de varias capas.

Puedes comprar el poemario en:

9788409472475
David Coloma García
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