La hierba ha debido crecer en algún lugar de Víznar, donde yacen un maestro cojo, dos banderilleros anarquistas, y un poeta que escribía teatro. Ni siquiera se conocían.
Hay una magia en torno a su figura, esa mitificación que no pretendían sus ejecutores, pero que hoy ensimisma y enaltece a millones de seguidores.
Fueron conducidos en una noche sin luna, y con las luces del alba aún sin encender, las ventanas apagadas y el rocío llorando.
Siempre estamos al borde del llanto cuando mencionamos las nefastas circunstancias de su muerte. El barranco de Víznar, la cuneta fatídica, sus acompañantes involuntarios, el odio visceral y gris que aún gime en la memoria. Aquello no debió suceder nunca.
Algo en el cielo se está desmoronando. Han querido acallar con el silencio un eco que no ha cesado. Federico. “He cerrado mi balcón porque no quiero oír el llanto”.
Pero, lamentablemente, ocurrió. Para desgracia de la literatura, de su familia, de sus amigos, del futuro que quedaba por escribir, mientras sus huesos no descansan en un lugar desconocido e indefinido.
Tu historia sí es un drama trágico y amargo. Drama de las lágrimas de hormigas en las manos. Federico. Fuiste hermoso, fuiste árbol. Te odiaron los que están podridos de negras insidias de desencanto.
Federico. No hay olvido, ni sueño: carne viva. No puede haber olvido, no puede ser solo un recuerdo, debe escocernos como ceniza, debemos indagar en el camino hacia Granada.
Leo tu cronología y reina en mí la necesidad del abrazo. Leo tus poemas y brillan los versos que nos has dejado. Leo tus dramas y soy yo quien está interpretando.
María San Miguel y su Proyecto 43-2, teatro documento, pero también emocional, sensorial, nos plantean la cantidad de huecos que quedan en el tema del asesinato de Federico y dónde quedó luego. Se erigen en arqueólogos de su inhumación.
Te apareces como un ángel blanco. Federico. Torbellino de tierra adentro, músico, pintor, dramaturgo, poeta, amigo de sus no amigos, alma de la fiesta, estruendo del viento, cada día te seguimos esperando.
Alba Muñoz, Pablo Rodríguez/Luis Heras y la propia María San Miguel nos cuentan, pero también interpretan, cantan, nos hacen partícipes de tantas dudas, espacio escénico y sonoro, nos acercan a la Huerta de san Vicente, a Valderrubio, a Pepito del Amor, a los personajes femeninos de Lorca, y nos cuentan sus impedimentos, las voces que aún se oyen en todos los escenarios del mundo, a oscuras, reviviendo en cada uno a Lorca, nuestro Lorca, el que quisieron arrebatarnos y no pudieron porque sigue entre nosotros.
Revives en tus personajes, en tus versos, en los brazos de las sombras que dejaste a tu paso. Y ahora, aquí, en este montaje donde habla la tierra.
Avanzas cada noche, cuando un lector o un espectador nuevo descubre tus puñales de plata ensangrentados. Y María San Miguel contribuye a ello, a no olvidarnos.
Eres lo que nos has dejado. Federico. Tu palabra escrita, tus sueños truncados, tu voz perenne, tu comedia sin título. Tu legado somos todos los poetas y todos los intérpretes que te estamos añorando, carne viva.
FICHA ARTÍSTICA
FEDERICO. No hay olvido, ni sueño: carne viva.
Creación, dramaturgia y dirección: María San Miguel
Composición colectiva e intérpretes: Alba Muñoz, Pablo Rodríguez/Luis Heras y María San Miguel
Composición musical: Juan Alberto Martínez (Niños Mutantes)
Escenografía y vestuario: Karmen Abarca y elenco
Una producción de Proyecto 43-2, con el apoyo del INAEM y la Junta de Castilla y León.
Con la colaboración de la Diputación de Granada, el Patronato Federico García Lorca, el Ayuntamiento de Palencia y la Bodega Diez Siglos.
Espacio: Teatro del Barrio