A propósito de… El cocinero del rey. Es cierto el repunte de la novela histórica castellana. En el caso de Luis Torrecilla y yo, antes no nos conocíamos; ahora, sí. Yo creo que ha sido una coincidencia que varios autores escribamos sobre el pasado de nuestra tierra. Yo hace tiempo que había leído El Hereje, de Miguel Delibes, al cual admiro y defiendo, sin embargo cuando escribí El cocinero del rey, no tuve en cuenta el libro de Delibes, y eso que ambas novelas se desarrollan en el siglo XVI. El lector comprobará que las dos obras no tienen nada que ver. Es posible que Delibes inconscientemente nos pudo favorecer. Nosotros tenemos la historia tan cercana que a veces nada más salir de casa, como es mi caso, tengo la iglesia de San Pablo y el Palacio de Pimentel a dos minutos, y me resultan muy familiares. Tengo por costumbre, sin duda intencionada, incluir en mis novelas los lugares que me son cercanos y conozco perfectamente: Valladolid y Palencia. Tengo inclinación por ellos. Si otras “nacionalidades históricas” no nos valoran, para eso estamos los escritores, para sobreponernos. Me encuentro muy realizado entre nuestra gente, nuestra historia, nuestra cultura y nuestras costumbres. El protagonista de El cocinero del rey es un personaje normal, un personaje normal del siglo XVI, de bragueta ligera y con ganas de saciar el hombre. Es un “pícaro” que roba para comer y poder vivir. Yo no descarto que los políticos de hoy (muchos de ellos sin escrúpulos y ladrones sin conciencia) sean descendientes de los pícaros del siglo XVI. Desde luego, la historia ha ido en contra de los ciudadanos normales (y honrados). Es muy acertada la apreciación. En El cocinero del rey hay varios episodios humorísticos, yo potencio el humor y la ironía. Puede haber en mi novela, inconscientemente, algún trasunto de El Lazarillo de Tormes, sin pensarlo, claro. La escena del arroz con guijarros es un relato tradicional, muy breve, que yo he adaptado y completado al desarrollo de la novela. Cada vez que lo leo, me sonrío, porque el protagonista, en un momento muy complicado y necesitado, sale de la situación muy airoso y el lector admirará su ingenio. Realmente es humana su reacción y ocurrente. Juan de Valdavia, mi protagonista, era un hombre práctico que conocía sus necesidades (físicas y morales) y tenía en su mente medrar en la Corte y llegar a ser cocinero del rey Felipe II, su máxima aspiración en la vida. Vio colmados todos sus deseos entre ollas, cazuelas y sartenes. Puedes comprar el libro en:+ 0 comentarios
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