La necesidad unos de otros
El refugio
Atardece, o quizás, amanece, da igual. Dos personajes desconocidos coinciden en la parada del autobús, o en cualquier parte, son Personas que se encuentran en lugares. En diversos lugares, personas dispares, personas intercomunicadas, que se necesitan, aunque no lo sepan, que se complementan, aunque lo nieguen, que forjarán recuerdos después de esos encuentros.
Un personaje peculiar
Todo acaba en la muerte. Pero, parece ser que, Orlando es imperecedero, y cuando tenga que desaparecer, dejará un vástago que, quizás, viva otros trescientos años, como él.
Pasión por el teatro
Yo era un joven apasionado del teatro, cuando empecé a escuchar, desde bien jovencito, cuando entré en la Escuela de Arte Dramático y Danza, en la Plaza de Isabel II, en la 4ª planta, sobre José Luis Alonso Mañes. Sus montajes como director de escena causaban sensación, y pude comprobar por mí mismo que todos los elogios que se le dirigían, eran bien merecidos.
Que tengo miedo…
“Oh sí, la conozco. Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren, en un tren muy largo; ha viajado durante muchos días y durante muchas noches”
Dámaso Alonso – Mujer con alcuza
Nuestras historias
Hay un lugar en el recuerdo que se queda grabado para siempre. Hay una situación personal que se queda en la memoria cuando se evoca a la nada. Hay un sueño que parece convertirse en realidad y muchas realidades que se asemejan a los sueños.
El equivocado sentido de la propiedad
Una sombra se cierne sobre la mujer durante siglos y siglos. No solo sobre su cuerpo maltratado, al servicio de la lujuria y la erección de quien se cree superior y por encima de ella. También en forma de palabras, de desprecios, de ninguneos, de no escucha… es el intento del triunfo de la fuerza, de la posición ancestral que hemos ido arrastrando desde que la sociedad agrupa a seres humanos. Pero a algunos no se les puede etiquetar con esa condición de humanidad.
Igual que las tempestades se tornan en calma, el amor se diluye entre los recuerdos que nos proporciona el paso del tiempo. Exigua mirilla de la verdad que nada más que nos deja ver un plano corto que lo enfoca todo en una única imagen. Los antiguos amantes, así, se pierden en la plenitud de un presente que no comparten. Y lo dejan todo en manos de las exiguas muecas de un pasado borroso e inapetente.
|
Ibsen planteó su obra dramática de una forma contestataria frente a la sociedad victoriana que le tocó vivir. Y, uno de los conflictos que planteó en ella, fue el de dar a la mujer la posibilidad de ser ella misma a la hora de decidir acerca de su vida y de caminar por una senda de libertad impensable en el siglo XIX.
Blanco sobre blanco, verde sobre verde, incluso negro sobre negro. Todo se expande sobre un imaginario tablero de ajedrez que se retroalimenta de sabias palabras sobre la juventud, el deseo o el amor. En ese suelo sin fondo es donde la libertad es expresada bajo la fervorosa manifestación de la belleza. Una belleza única; una belleza que se apropia de nuestros sentidos como el mejor de los láudanos. Luces. Colores. Sonidos. Danzas. Todos juntos crean nuevos espacios donde caemos rendidos sin más.
Poniéndonos en antecedentes, es 1943, en plena II Guerra Mundial y durante la ocupación nazi en Francia.
¿Qué mejor forma de celebrar tu trigésimo séptimo cumpleaños que conociendo a tu madre? Esa fantástica idea fue la que se le ocurrió a Abel Azcona el pasado 1 de abril en una sala de columnas del Círculo de Bellas Artes repleta de amigos y desconocidos ávidos de nuevas experiencias como esas. Una forma de celebrar, en principio, privada, que invade el espacio público. Espacio público, eso sí, como sinónimo de político y militante. Político por el resplandor woke que inundó de buenismo el espacio para tal representación. Y militante, por la exposición del dolor, el abuso físico, el acoso y sus múltiples perfomances que nos acercaron hasta la figura del superviviente que nos exhibió un Azcona, primero sentado mientras nos introdujo en su perfomance, y luego de pie antes de dar entrada a su madre.
Nos cuenta la libertad
Nace de la oscuridad, posiblemente, aunque, por otra parte, como todos. Pero Cris Balboa, además, nace o viene o se presenta casi como diosa galaica inventada a partir de un Roland, teclado piano electrónico, para incendiarse en el escenario.
Guada y Julieta
Crecieron las rencillas desde tiempos ancestrales. Son rivalidades que vienen de antaño y, aunque se quiera pasar sobre ellas como de refilón, acaban apareciendo las desavenencias, los odios, las críticas y, sobre todo, los intereses. Y, en medio de todo ello, el amor, la fragilidad de dos pechos que se han encontrado, aunque pertenezcan a familias enconadas.
|