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LITERATURA > FIRMA INVITADA
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Científicos alemanes y suizos descubrieron hace unos años que los versos de Homero pueden ser un buen medicamento contra la hipertensión. Su lectura, dicen, acompasa los latidos del corazón porque nuestro cuerpo encuentra en ellos el ritmo adecuado. Casi tres mil años ha necesitado el poeta griego para que los humanos le encuentren utilidad a su obra.
Una mujer lúcida y apasionada escribió para sí misma un texto sobre la importancia de la felicidad. Leído hoy, casi tres siglos después, ayuda a abonar la paz interior y a tratar de entender los problemas que nos siguen mortificando. Discurso sobre la felicidad, de Madame du Châtelet (El Desvelo Ediciones, 2023, introducción y cuidada traducción de Marta Cerezales Laforet), me ha hecho reflexionar, además, sobre la actualidad del siglo XVIII.
| Manuel Vázquez Montalbán (Foto: Archivo) |
Merece la pena detenerse no sólo en la enunciación, sino en las derivaciones que de la misma dimanan a propósito de un concepto que Werner Jaeger sitúa al comienzo de su inestimable Paideia (F.C.E., México, 1957) explicando, precisamente, la palabra que da título a su obra: “Los antiguos tenían la convicción de que la educación y la cultura no constituyen un arte formal o una teoría abstracta, distintos de la estructura histórica objetiva de la vida espiritual de una nación. Esos valores tomaban cuerpo, según ellos, en la literatura, que es la expresión real de toda cultura superior.” ¿Qué rasgo distintivo, puede cualquiera interrogarse, hace de la literatura “la expresión real de toda cultura superior”?.
| Miguel de Cervantes Saavedra |
En el capítulo VIII de la primera parte del Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) trae a sus páginas la historia de un héroe legendario, quien se hizo célebre en la batalla de Jerez de la Frontera (1231), durante el reinado del rey Fernando III de Castilla (1199-1252), llamado «el Santo», con la siguiente cita:
| Pancho Villa y Emiliano Zapata en el palacio presidencial |
Ayer, con las votaciones, concluyó una campaña electoral sudorosamente larga: ni más ni menos que comenzó al día siguiente de los comicios municipales; es decir, el mismo suma y sigue prolongado durante mes y medio. Aunque no niego que haya presentado sus alicientes como el monumental atasco de Correos que el probo empeño de los funcionarios ha podido salvar con decoro, o esa otra novedad de los trackings diarios bajo la cabecera de los periódicos, que la ha envuelto con un aire de competición donde se admitiesen apuestas. Por lo demás, los mensajes de los candidatos resultaban tan archisabidos que servidor solo aguardaba ese momento estelar cuando se descuajaringa el tablado entre alaridos de espanto o, en su defecto, ese otro cuando el orador se tropieza y acaba de morros a los pies de la primera fila; pero, vaya, no hubo tal y debí como ustedes conformarme con la menestra de repetidas soflamas, de manidas acusaciones y de pronósticos fatalistas que hoy ya son mero olvido.
| Manuel Moreno (Foto: María Pilar Parente) |
“Soy el más pobre e infeliz de los mortales, pero ahora tengo mi medida llena, y para mi dicha no hay límites” A. Cosani.
Han sido muchos los autores que se han ocupado en Occidente de la denominada filosofía oriental entre ellos Jorge Luis Borges en colaboración con Alicia Jurado cuando escribieron su “¿Qué es el budismo?” cuando fueron los europeos los que sintieron un interés por llegar a esas latitudes un tanto desconocidas.
| Vivan las Humanidades (Foto: Marcelo Tettamanti y Pedro Fergar) |
«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra
El meritorio escritor y experto del humor cervantino Eduardo Aguirre Romero, él mismo con mucho de humorista, autor de los notables libros, entre otros, Cervantes, enigma del humor (2017); Cine para caminar (2021); Blues de Cervantes (2018); y Entrevista a Cervantes (2022), pone en letras de molde su nueva obra: Vivan las Humanidades, siempre vivas (2023), llevada al escenario como “conferencia jocoseria teatralizada”, e impartida en el Aula Magna de la Facultada de Filosofía y Letras de la Universidad de León durante sus alegres fiestas patronales por San Isidoro el 18 de abril de 2023.
Si como dicen, el amor es el gran motor que mueve el mundo, la fantasía sería el gran sustento que precisa ese amor para sobrevivir. Desde esa extrañeza que hay entre lo vivido y lo soñado, podríamos decir que Kundera, a través de la importancia que durante toda su carrera literario dio tanto al sentido del humor como a su particular concepción musical presente en sus trabajos, forjó un emblema que parte de una compleja técnica narrativa que va desde una aparten sencillez a una compleja búsqueda por descifrar el alma humana.
Si eres muy joven, encuentras la estupidez de los demás, e incluso la tuya, casi divertida, estimulante o por lo menos risible. En la madurez la estupidez te irrita. Y cuando te haces viejo sólo te produce melancolía. Así estoy yo, melancólico, como atrapado en una canción del Sabina de finales de los ochenta, mientras tontos de todos los colores se enseñorean de los foros de discusión en los medios tradicionales y, sobre todo, en las redes sociales. El lamentable éxito de VOX en las recientes elecciones municipales ha puesto en circulación de manera incontrolada el término “fascista”, utilizado a cascoporro por quienes no han leído jamás un libro de historia o un ensayo riguroso de teoría política. Algunos libramos, nec spe nec metu, una batalla perdida de antemano para poner una nota de sensatez en medio de la histérica algarabía, pero sabemos que no hay nada que hacer. De ahí la melancolía.
Las noticias inesperadas suelen ser buenas; las malas, ya se las rumia cada cual con anticipación y hasta con desvelo, y cuando fatídicamente se cumplen, carecen de novedad. Pues bien; una de esas alegres sorpresas nos sucedió en Drácena cuando editamos el año pasado Las cerezas del cementerio (1910), de Gabriel Miró. Se agotó apenas transcurrido un mes para nuestra satisfacción pero, sobre todo, para nuestra perplejidad, porque cuando publicamos esta novela —el primer relato largo de Miró con las costuras bien ajustadas— pretendíamos dos cosas; en primer lugar, proseguir nuestra quijotesca cruzada contra la ignorancia y la pedantería con que los mass media y las actuales novedades librescas pisotean nuestro idioma, y en segundo —y si quieren más sentimental—, rescatar a un escritor que, muy a pesar de serlo hasta la médula, sufrió tal cadena de desaires que, hoy, entre el común, su nombre apenas significa algo distinto a una calle o a una plaza.
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