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Anónimo: "Cantar de Ruodlieb"

Ediciones Siruela, Madrid, 2019

Por Ricardo Martínez
viernes 08 de noviembre de 2019, 20:19h
Cantar de Ruodlieb
Cantar de Ruodlieb

Henos aquí una vez más, como lectores, ante el caballero medieval (se trata de un poema épico escrito en latín en el último tercio del siglo XI) que, una vez más, no nos ha llegado en su totalidad. “De la obra original sobreviven 2306 hexámetros que constituyen, aproximadamente, las dos terceras partes de su probable extensión”.

Revestido de misterio no ya en la persona del protagonista sino también en sus hazañas, nos revela este texto épico (“cierra el ciclo de la épica latina carolingia”) una parte de la historia que, por razón de la naturaleza de estos cantares de gesta (esto es, de actitudes heroicas que tantas veces han hecho pensar en literatura de ficción) han ayudado a cultivar la imaginación de tantas y tantas generaciones, amén de haber contribuido a personales fines de propaganda más o menos política, de aglutinamiento a favor de una causa, de una bandera.

“Un joven noble –se nos informa oportunamente en la precisa Introducción- con honra y posición debe abandonar su patria debido a querellas contraídas con los señores a los que servía. Deja a su madre y a toda su gente sumidas en un profundo dolor y parte acompañado de un escudero y de un perro, equipado con las armas y bagajes propios de un caballero” Repárese aquí en esa similitud existente, como núcleo narrativo, con tantos de estos cantares, trasunto heroico, que podemos considerar dentro del “riquísimo ciclo de narraciones épicas en francés pertenecientes a las materias de Bretaña y de Francia, y a la épica germánica” Se nos informa, entonces, que el caballero nómada “llega a la corte de un rey extranjero al que rendirá buen servicio y vivirá aventuras en la corte, en el castillo de una rica viuda y en las villas, demostrando en todas partes su valía.

¿No cabría, sin forzar mucho la comparación, una cierta proximidad a los que vendrán a ser “relox de príncipes” en cuanto modelos de valentía y virtudes que abundarían en la literatura didáctica posterior? Bien es cierto que, en este caso, hay un pasaje donde la didáctica viene dada del lado de la culinaria, como una forma de aprovechamiento y virtud: “Hay otra cosa, señor, que nos es absolutamente necesaria (dice el aventurero al señor) Si te la digo, no debes enfadarte conmigo” Di lo que sea, no me enfadaré. El mozo dijo: “Mira, a todos les pareces muy rico, como lo eres en realidad, pero tu pan no sabe a nada porque está lleno de salvado y es negro y amargo por la cizaña. Si quisieras darme un modio o solo medio de cualquier harina para hacer pan, con ella bien cernida te haría unos panes aderezados con semilla de apio y salpicados de sal, también unos entrantes untados por encima con lardo, unas rosquillas y unas barritas”

En fin, es como cuando a través de la iconografía se aprovecha para modelar una explicación, una enseñanza. Lo que equivale a decir, de alguna manera, del establecer una forma de pertenencia, de comprensión, de resaltar una causa común.

Más adelante, en otro pasaje bien representativo, leemos: “Al hombre viejo le duele envejecer, cuando de ser por él preferiría estar muerto: ‘Muerte, solo tú eres el fin de los sufrimientos humanos. ¿Por qué tardas en venir a por mí? ¿Por qué no me liberas de esta cárcel?’ Y sigue la razón didáctica: “Aunque vivir así sea para él la muerte, ella no perdona a nadie hasta que, cuando Dios lo ordena, el espíritu la abandona” Y matiza: “Esta ley gobierna todo lo que existe, vuele, camine o nade: Lo que tiene un principio, jamás podrá carecer de un fin”.

El argumento, qué curioso, se cierra con la presencia del poder de Dios; como tantas veces, el que posee el don de la enseñanza, el que habría de ser paradigma de imitación en todo gobierno, símbolo para toda obediencia.

Es así por lo que considero que estos textos escritos, ya vayan revestidos de lances de guerra o de actitud ante la vida, propician siempre una aproximación a una forma de aprendizaje, de aceptación del destino en un ser superior.

Y la aventura como ingrediente, como acicate necesario. Una instructiva y amenísima lectura.

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