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Julián Quintanilla
Julián Quintanilla (Foto: Paco Navarro)

Entrevista a Julián Quintanilla: “No lloro la muerte de mi madre, celebro su paso por la vida”

Por Francisco Jiménez de Cisneros
viernes 18 de septiembre de 2020, 14:00h

Cuando a Julián Quintanilla le preguntas por su madre, y qué otra cosa es esta entrevista propiciada por la publicación de La vida entera (Ediciones La Quinta Página) que una conversación sobre su madre, recurre con frecuencia a un calificativo: tremebunda. No por espantable y horrenda, sino porque hace temblar. Leed la entrevista, veréis que el hijo también lo es…

Julián Quintanilla
Julián Quintanilla (Foto: Paco Navarro)

Conocimos a La Chary en un mediometraje. ¿Por qué salta ahora al papel?

Más que saltar, vuela. Tras rodar El mundo entero escribí el guion de La vida entera. Un largometraje que le daba continuación a la historia. Pero no encontré productor porque semejante monumento a una madre soltera que decide tener un hijo sola en la época de Franco, era demasiado feminista para algunos. Y, además, La Chary es una heroína muy cañera sin pelos en la lengua que se enfrenta a todos los estamentos de la sociedad. No podía permitirme el lujo de hacer una película descafeinada, en honor a la verdad. Por eso, la transformé en una novela. Mucha gente quería que esta historia se quedara en un cajón. Y eso no iba a pasar nunca. Si algo soy, es escritor. Las películas también se escriben. Antes de nada, son papel. Mi trabajo consiste en darle vida a ese papel y sé que esta vez lo he conseguido. La Chary está más viva que nunca.

¿En qué ha cambiado en ese tránsito?

La historia ha mejorado mucho y ahora brilla en la novela, porque me he podido tomar el tiempo para describir el poso emocional de las escenas más explosivas. Y hago un procedimiento literario que me he inventado y que en el cine no podría. En la novela, La Chary se expresa de tal manera que a veces dirijo al lector, indicándole que detenga la lectura y diga una frase de una determinada manera, con acento pacense, como si estuviera dirigiendo a un actor en pleno rodaje de una película. Los lectores disfrutan mucho de ese recurso porque les permite revivir a La Chary en su propia piel y darle su voz. Es como si les empujara a interpretar a La Chary mientras le están conociendo. Como si, de alguna manera, estuvieran vivos con ella dentro de la novela.

Usted es un hombre de teatro, ¿ve a La Chary sobre las tablas?

Absolutamente sí. De hecho, muy pronto tendré lista la primera obra de teatro donde La Chary será protagonista absoluta. ¿Alguna actriz cañera en la sala para darle vida?

¿Diría que su novela es puro realismo mágico?

¿Quién soy yo para decir eso de mí propia novela? Para mí todo lo que ocurre en ella es… simplemente… real. Son vivencias que yo tuve con mi madre y que describo como si siguiera siendo un niño pequeño que continúa viviendo allí metido: en aquella época y en aquel lugar.

¿Cree lo que escribe?

¿Respira usted?

Un personaje así es un caramelo para un artista, y usted no se lo encontró: es su madre. ¿Fue la madre extraordinaria que leemos?

Fue mejor. Podría escribir 50 novelas de La Chary a cada cual más tremebunda. En el epílogo lo cuento. Léanlo. Solo son dos páginas. Las dos últimas. Más allá de que La Chary fuera mi madre, siempre tuve la extraña sensación de que me habían puesto en esta tierra para observar a esa impresionante mujer. Como si ella fuera el personaje de una epopeya a la que yo tenía la obligación de seguir para poder, más tarde, contar su historia al mundo. Da igual que fuera mi madre o no. Esa mujer era un portento y tengo a medio Badajoz de testigo: gente diversa que la conoció y que sigue viva. Váyase usted al barrio pacense de San Roque y pregunte. Flipará.

Al escribirla, ¿la ha redescubierto?

No necesito escribir a mi madre para descubrirla. La escribo como acto de generosidad artística. Para que el mundo pueda conocerla y, sobre todo, para erigirla cabeza visible de toda esa gente anónima y brillante que, sin ser reyes ni obispos, cambió y sigue mejorando el mundo sin que nos enteremos por las portadas de los periódicos.

Su madre murió muy joven, el mediometraje y la novela, ¿son una manera de recuperarla?

La Chary vive en mí. No necesito recuperarla porque, para mí, está viva. Una vez me preguntaron si mi novela era un ejercicio para sobreponerme al desconsuelo. Rotundamente no. Porque no puede haber desconsuelo, ni catarsis, ante el grandísimo amor que mi madre me dio durante el tiempo que estuvo aquí. Me vale para 50 vidas. No he escrito la novela para llorar la muerte de mi madre. La he escrito para celebrar su paso por la vida. Es una invitación a la alegría. A la certeza y esperanza de que es posible un mundo mejor. Y para compartir con el mundo su manera de enfrentarse a la vida, que me parece absolutamente revolucionaria, incluso después de muerta.

En el libro hay mucho diálogo, mucha exclamación, mucha interjección… ¿Es fruto de una decisión creativa o, simplemente, no le sale hablar de su madre de otra manera?

Si La Chary viviera le diría… “Más diálogo, más exclamación y más interjección tendría que haber puesto mi hijo en su novela cuando yo hablo, a ver si de esa manera se le despiertan a usted las neuronas y no hace preguntas tan absurdas y tan faltonas como esta.” No es verdad que haya “mucho”. Hay lo necesario para que la historia quede bien contada. En el capítulo 4 no hay ninguna. Ni en el 2, ni en el 10, ni en el 11, etc. Y cuando hay mucho diálogo y mucha interjección es porque La Chary se pone expresiva y te saca la risa a lo bestia. Es preciso y, sobre todo, es muy gracioso, porque... así hablaba ella. Tal y como. Y ahora mismo ella le diría también: “¡¡¡Reléame, coooñññiiiioooo!!!”.

Con esta novela, nace una editorial, La Quinta Página. ¿Será flor de un día, editorial de un título? ¿O hay un proyecto sólido detrás?

Es un proyecto sólido y ya están editadas nuestras dos siguientes publicaciones, esperando que el COVID nos deje seguir adelante. Aunque bueno, quién conoce el futuro. Quién sabe si mi novio me dejará la semana que viene. Yo de momento, no tengo intención de dejarle a él.

¿Ha ajustado ya todas las cuentas pendientes con el pasado?

Nunca he tenido cuentas pendientes con el pasado. Quien crea que yo escribo persiguiendo ese fin, necesita ajustar las suyas propias. ¡A tomar por culo la bicicleta!, como diría la Chary. “Más vale una vez colorá que ciento amarilla”.

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