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"Berenguela", de José Ángel Mañas

La Esfera de los Libros. 2023

martes 24 de junio de 2025, 22:21h
Berenguela
Berenguela
Estamos ante una novela-histórica de la gran reina de León, e infanta de Castilla, aunque también una Reina de Castilla de tiempo microscópico. Pero, lo esencial es que fue REINA DE LEÓN, tal como ella era y se consideraba. Se matrimonió con su tío el Rey Alfonso IX “el Legislador o el de las Cortes” de León, y tuvo una relación muy estrecha, en lo cultural, lo religioso y lo político, con el gran cronista leonesista de la Plena Edad Media, es decir Lucas de Tui “el Tudense”.

ET ERRARE HUMANUM EST, NUNCA FUE LA REINA QUE UNIÓ CASTILLA Y LEÓN PARA SIEMPRE, ya que solo existe un monarca, Fernando III Adefónsez “el Santo” de Castilla y de León, para ambos reinos o coronas, y las Cortes o Curias Regias de ambos reinos se reúnen por separado, y legislan, asimismo, casi hasta Pedro I “el Cruel o el Justiciero” de Castilla y de León. Lo lamentable es que el Rey Santo humillaría el testamento de su padre, que nombró como herederas regias a sus hijas Sancha y Dulce, las cuales no tuvieron suficientes apoyos para plantar cara, manu militari, a su hermanastro, aunque sí lo obtuvieron por parte del conde de las Torres de León y del arzobispo de Compostela. Y, por supuesto, desde ninguna crónica contemporánea se cualifica a esta estructura bicéfala regia, como la ahistórica Corona de Castilla. Lucas de Tui/Tuy se ve obligado a reconocer que debe escribir sus obras de Historia al dictado de la infanta castellana, Reina Berenguela de León (Burgos, 1 de junio de 1180-REINA-CONSORTE DE LEÓN entre 1197 y 1204. REINA DE CASTILLA en 1217. Falleció el 8 de noviembre de 1246 en el Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos), segunda esposa-regia del gran Rey Alfonso IX “el de las Cortes o el Legislador” de León (Zamora/Reino de León, 15 de agosto de 1171-REY DE LEÓN entre 1188 y, Sarria/Reino de León, 24 de septiembre de 1230), y con la ironía habitual del Tudense así nos habla de su constricción u obligación de aceptar alguna que otra norma por parte de la soberana: “Constreñido y forçado por los mandamientos de la muy sabia y muy gloriosa reyna de las Españas doña Verenguela, me mandó que escribiese los libros, compuestos de los coronistas por santo Ysidoro y por otros sabios de la estoria de los reyes españoles. Puse este prohemio y prefaçión en la primera fruente del volumen porque aprendan los generosos príncipes por sangre e por claros fechos governar los reynos a sí subiectos no menos sabia que piadosamente que con mano valiente y poderosa, porque entonces la orden del derecho se guarda, quando se proçede en el regimiento de los súbditos más de gran ygualdad que de poderío”. “El otrora condado de Castilla es hoy reino por derecho propio”.

No es tal, ya que cuando se produce la nacencia del Reino de Castilla en la herencia de los Reyes de León Sancha I y Fernando I, es la soberana la que decide la división de los territorios, tal como indica el testamento de los monarcas y que yo he descubierto, como medievalista que me precio, y donde el rey deja bien claro que la decisión es de su esposa: “Fredenandus annos viginti septem regnavit: qui in vita sua cum uxore sua nomine Sancia, Regis Adefonsi filia, ad quam Regnum pertinebat, ipsum Regnum inter tres filios ejus, Sancium scilicet, Adefonsum, Garseam, divisit”. Asimismo, en la herencia del Rey Sancho II de León y I de Castilla, esta se circunscribe a lo que hoy sería la provincia de Burgos, y tal como el monarca de León, desde Golpejara hasta Zamora, define a priori su territorio, lo es de la siguiente forma: “Imperando el príncipe Sancho en Burgos, y mi hermano el emperador Alfonso en León”. “Dolido el de León ha preferido acercarse al rey de Portugal”, otra apreciación más que subjetiva e inexacta, ya que esta irritación del monarca de León se produce, porque cuando el mejor ejército hispánico, que es el que está conformado por la caballería pesada legionense, se moviliza para luchar en Alarcos contra los almohades, la ansiedad regia de Alfonso VIII de Castilla “el de Las Navas de Tolosa” no puede esperar al de León, situado ya en Talavera de la Reina, y tampoco al navarro de Sancho VII “el Fuerte”.

Ambos monarcas se sienten más que frustrados y ofendidos, y recriminan de forma furibunda este comportamiento absurdo al castellano; mucho más, por ser más joven y enérgico el Rey de León. El diálogo entre ambos soberanos en los inicios de la obra deseo indicar, sin ambages, que es de una enorme riqueza y agilidad. Es indubitable, que estamos ante una de las grandes soberanas del Medioevo, pero como Reina de León, como lo fue Urraca I “la Temeraria”, primera reina titular de Europa, o su abuela Sancha I, “reina propietaria de León”, o María de Molina, que se intitulaba como monarca legionense. Y, no se debe olvidar a Isabel I “la Católica” “… Reina e subcessora destos Reinos de Castilla et de León”. Sí es verdad que ambos primos eran dos gigantes, el de León medía 1.90 metros, y el de Castilla llegaba a los 1,80 metros. Su acusada personalidad la acercará a ser la cogobernadora en León, ya que su esposo así lo asume y desea, sea como sea el Reino de León siempre fue Señorío de Mujeres.

«Berenguela la Grande fue reina de Castilla un único día antes de abdicar en su hijo Fernando III el Santo. Hija de Alfonso VIII, el vencedor de las Navas de Tolosa, y madre del conquistador de Andalucía. Así ha pasado a la historia, pero en la realidad fue la hacedora que consiguió la unión definitiva de Castilla y León, la cogobernante durante treinta años de estos dos reinos y la encargada de suministrar hombres y dinero a su hijo mientras este tomaba Córdoba y, en la práctica, expulsaba a los musulmanes de la península. Su rol en un momento crucial hace de ella la reina más importante de España después de Isabel la Católica. ¿Cómo es posible entonces que apenas la conozcamos? ¿Por qué ha quedado relegada en la historia en favor de su padre y de su hijo? Estas son las incógnitas a las que José Ángel Mañas responde en esta espléndida novela con la que, después de ¡Pelayo! Y ¡Fernán González!, cierra su trilogía novelada sobre la Reconquista. Una obra imprescindible que realza la figura de quien sin duda fue la gran dama de la Edad Media».

Es indubitable la aguda inteligencia de la Reina de León; pero, está claro que, si el Papa Inocencio III no hubiese disuelto el matrimonio con Alfonso IX, por parentesco consanguíneo, esta pareja hubiera sido una de las mejores de la Plena Edad Media, ya que valores no les faltaban para ello. Me gustan mucho, por esclarecedores y muy trabajados, los capítulos dedicados a la correspondencia de la soberana de León, ya que en los mismos se demuestra su personalidad tan dilecta y eximia. Nadie puede negar la personalidad del monarca de Castilla, cuyo sentido imperialista le condujo a bautizar a Cuenca como Alfonsípolis. Finalizaré con la descripción, muy cuidadosa, de la entrada de Alfonso IX en Toledo.

Era la primera vez que Alfonso IX entraba en Toledo, y al cruzar por el puente de Alcántara no pudo evitar mirar a la izquierda y derecha: un profundo despeñadero los separaba del agua arremolinada abajo, en la garganta granítica. Todavía fluía menguado el Tajo, y, aun así, la verdura ribereña, entre norias y huertas, contrastaba con los agostados campos de trigo y cebada que había orillado su pequeña comitiva según bajaba desde Talavera por una antigua calzada romana”. Estimo que es de agradecer, sea como sea, estereotipos al margen, el esfuerzo que están haciendo los novelistas medievalistas para incrementar el bagaje de esa grandiosa época de la Historia, en la que milito, y que es la Edad Media o el Medioevo. Este libro forma parte de esta situación literaria, y, sobre todo, me encanta que uno esté siempre feliz con lo que escribe, y lo defienda con ahínco y sin medias tintas, siempre por derecho. ¡Correctamente, esto lo es así! «Extra Historiam nulla salus Regno Legionis. ET. Pulvis, cinis, nihil».

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