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"Cataluña y las demás Españas" de Santiago Muñoz Machado

Por Alfredo Crespo Alcázar
martes 05 de mayo de 2015, 22:48h
'Cataluña y las demás Españas' de Santiago Muñoz Machado

Santiago Muñoz Machado constituye un referente en el estudio de la vertebración del Estado, línea de investigación a la que ha dedicado buena parte de su trayectoria académica. Por tanto, ante las críticas que desde sectores ciertamente antagónicos y heterogéneos entre sí, viene recibiendo el Estado autonómico en los últimos tiempos, una obra como "Cataluña y las demás Españas", arroja la necesaria claridad conceptual y argumental.

Muñoz Machado parte de un objetivo innegociable: de lo que se trata es de reformar el Estado Autonómico para que pueda dar respuesta eficaz a los retos que le plantea el siglo XXI. Así, no defiende posturas radicales que podrían implicar su eliminación y el retorno a la centralización; tampoco el statu quo. De hecho, existe un argumento que repite en varias ocasiones: el Estado autonómico nació con una tara que no se ha solucionado, como es la deficiente delimitación, en cuanto que ambigua, de qué competencias corresponden al Estado y cuáles a las Comunidades Autónomas. Además, el genuino desarrollo del Estado autonómico ha dado lugar a otras anomalías, algunas fácilmente perceptibles por la opinión pública (por ejemplo, el monopolio de los partidos sobre las instituciones democráticas).

Como se observa, la crítica que realiza es constructiva. En íntima relación con esta idea, rechaza la eficacia de determinadas ideologías que en la actualidad son presentadas como infalibles (el federalismo).

En Cataluña y las demás Españas, Muñoz Machado aporta respuestas a cuantos interrogantes ha generado la evolución del Estado autonómico. Sin embargo, no nos hallamos ante un estudio teórico cuya comprensión podría quedar limitada a quienes fueran especialistas en la materia. Por el contrario, la magistral combinación de fenómenos politológicos, contextualización histórica y explicaciones jurídicas, convierten a esta obra, estructurada en 11 capítulos, en un todo homogéneo.

Muñoz Machado emplea la acometida secesionista patrocinada por la Generalidad a partir de 2012 como el hilo de conductor de la obra. Analiza este fenómeno y resulta frecuente que se aleje de los parámetros de la corrección política.

En efecto, sostiene que le genera sorpresa que Cataluña reclame decidir sobre su independencia, justo ahora que dispone de unas instituciones de autogobierno que jamás existieron en los 300 años anteriores.

A partir de ahí, prosigue desentrañando algunas repercusiones que se pueden derivar de los anhelos del independentismo catalán y pone el acento en un fenómeno que no suele contemplarse cuando se aborda esta cuestión: el factor emulación. ¿A qué se refiere? La respuesta es sencilla: a que otras comunidades autónomas reclamen lo mismo.

Con todo ello, una vez que nos ha informado que la actualidad catalana hilvanará la obra, traza una radiografía de lo que ha sido la evolución histórica del nacionalismo catalán. Esto último le sirve para derribar aquellos mitos que la historiografía nacionalista quiere convertir en verdades absolutas.

Igualmente, gracias a esta metodología, en la que sigue un escrupuloso orden cronológico, el lector sabrá que la de 1714 fue una guerra de sucesión, no de secesión o que la clase empresarial catalana influyó en los diferentes gobiernos del siglo XIX para obtener medidas económicas de corte proteccionista.

A lo largo de este recorrido histórico, encontraremos que el nacionalismo catalán fue inicialmente conservador y la Lliga Regionalista (nacida en 1901) su principal exponente. Dentro de este partido sobresalieron dos personalidades: su impulsor, Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó, sucesor de aquél.

La Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) supuso el lento declinar de la hegemonía del nacionalismo conservador (aunque inicialmente apoyó el golpe de Estado) emergiendo otro nacionalismo de izquierda cuyo protagonismo fue indiscutible durante la II República, a través de los liderazgos de Francesc Maciá y Lluis Companys. Tras la Constitución de 1978 y el retorno de la democracia, ha sido el nacionalismo conservador (a través de Convergencia i Unió) el que ha gobernado Cataluña (no siempre con mayorías absolutas), con la excepción del periodo 2003-2010.

Muñoz Machado rechaza el proceder del gobierno catalán, no sólo del actual presidido por Artur Mas, sino también de los dos que le precedieron, esto es, los tripartitos de Pascual Maragall (2003-2006) y José Montilla (2006-2010). Estimamos un acierto que amplíe el radio de su oposición, puesto ello permite encontrar algunas explicaciones para entender el protagonismo del que gozan actualmente expresiones como “derecho a decidir”.

En efecto, el primer gobierno tripartito (integrado por el Partido de los Socialistas de Cataluña, Esquerra Republicana de Cataluña e Iniciativa por Cataluña) tuvo como tema central de su agenda la reforma del Estatuto de Autonomía de 1979. Sin embargo, en la metodología seguida se apreciaron numerosos errores (como demostró posteriormente la sentencia del Tribunal Constitucional en junio de 2010).

El primero de ellos aparece en el origen: la promesa de José Luis Rodríguez Zapatero a Pascual Maragall, en plena campaña de las elecciones autonómicas de Cataluña (noviembre de 2003), cuando afirmó que aprobaría el texto de reforma que, a su vez, aprobase previamente el Parlamento catalán.

El segundo alude a que la reforma aprobada en el Parlamento catalán (30 de septiembre de 2005), no contó con el apoyo del Partido Popular. El tercero, probablemente el de mayor trascendencia jurídica, que la reforma pretendía modificar (como sinónimo de mejorar) la posición política de Cataluña dentro del Estado y remarcar sus diferencias históricas y culturales con respecto al resto de comunidades autónomas (pág. 139).

Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, el nacionalismo catalán ha efectuado movimientos cada vez más radicales. En efecto, consecutivamente, transitó de la exigencia de pacto fiscal (septiembre de 2012), al derecho a decidir, nos recuerda Muñoz Machado.

Al respecto, el autor no descarta que puedan darse pasos de mayor contundencia, como por ejemplo la adopción de una DUI (Declaración Unilateral de Independencia), siguiendo el precedente de Kosovo. Este tipo herramientas presenta numerosas irregularidades “en cuanto que expresan sólo la voluntad de una de las partes enfrentadas en un conflicto de soberanía, contradicen los principios democrático y de protección de las minorías en que dicen fundamentarse” (pág. 209).

Como hemos indicado en los párrafos precedentes, Muñoz Machado rechaza la tibieza y no se refugia el metalenguaje para atenuar el contenido de sus argumentos. Por ello, no tiene complejos en afirmar que la separación de Cataluña (vía referendo) es un proyecto revolucionario en sentido estricto porque implica cambiar las bases constitucionales en que se asienta el Estado español. Y, prosigue, como no habría consenso, se haría desconociendo la legalidad e incluso con violencia.

Finalmente, el nacionalismo catalán ha buscado mimetizarse con otros escenarios. En los últimos tiempos tal protagonismo ha recaído en Escocia; anteriormente, los modelos fueron Kosovo o Québec. Al respecto, la vía escocesa y el referendo celebrado el 18 de septiembre, goza de espacio en esta obra de Muñoz Machado, subrayando que en ella ha prevalecido el orden constitucional.

En definitiva, pertinente, necesaria y oportuna son características que definen esta obra. En la misma, el autor muestra su capacidad para vincular y relacionar dos temas que podrían ir en paralelo o incluso ser considerados compartimentos estanco: la necesidad de reforma del Estado autonómico con la deriva favorable a la independencia que viene enarbolando el gobierno de Cataluña.

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