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Ian Gibson
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Ian Gibson (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Ian Gibson: “Federico García Lorca es el desaparecido más famoso del mundo y también el más amado”

Autor de “Poeta en Granada”
Por Javier Velasco Oliaga
miércoles 30 de septiembre de 2015, 20:02h

Llega Ian Gibson a la cafetería del Círculo de Bellas Artes con una indumentaria propia del sur español en tonos claros. Este último año ha estado viviendo en Málaga, cerca de los archivos de Federico García Lorca que ha tenido que consultar para escribir su nuevo libro “Poeta en Granada” y para la revisión de la nueva edición de su biografía sobre el poeta de Fuente Vaqueros que se publicará el año que viene. “La humedad puede conmigo, me viene muy mal esa unión entre el calor y la humedad”, reconoce nada más comenzar la conversación.

Ian Gibson
Ian Gibson (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Por eso, volverá próximamente a su casa del barrio madrileño de Lavapiés, cerca de sus amigos y del Café Gijón, al que tanto le gusta ir. Y en donde su mujer se desenvuelve mejor. “El piso alquilado en Málaga tiene la cocina demasiado pequeña y como a mi mujer le gusta cocinar prefiere una más amplia. Si tenemos que volver a Málaga será a otra casa con una cocina más grande”, explica y añade “lleva cincuenta años aguantándome”.

Los mismos años que su descubrimiento del poeta granadino. “Yo había estudiado Románicas y francés en mi adolescencia y al llegar al Trinity College de Dublín, al tener un nivel alto de francés, pude empezar a estudiar de cero el español, todo por el Romancero gitano que encontré en una pequeña librería. Algo me llamó la atención, sin saber muy bien qué”, reflexiona. Una extraña conexión entre las tierras irlandesas y andaluzas le decantó al estudio de nuestra lengua. “Lorca decía que era un poeta telúrico y yo también tengo algo de eso, del elemento telúrico que hay en Irlanda”, especifica.

El título de “Poeta en Granada” nos recuerda al poemario de Lorca “Poeta en Nueva York”. Federico García Lorca llegó a Nueva York, como antes había llegado a Granada. En las cartas que escribió a su madre desde la Gran Manzana, llenas de humor, hacía comparaciones de Granada con la ciudad estadounidense. “En un rascacielos cabe toda Granada”, escribía. Pese a los numerosos viajes que realizó en su vida, su corazón se mantenía en una ciudad que no le gustaba mucho, no por la ciudad, sino por sus gentes, a las que acusaba de demasiado tradicionales.

La visión que ha querido dar Ian Gibson de esa Granada lorquiana ha sido la del paseo reposado que le hubiese gustado dar al poeta. Son nueve las rutas que realiza en esta ocasión, ya en el 1989 escribió otro libro de carácter biográfico con diez rutas, empezando, claro está, por la Alhambra, continuando por la Colina Roja, visitando los cármenes más hermosos: “quien no conoce un carmen, no conoce Granada”, rubrica con énfasis, y terminando por la ruta de la pasión y muerte del poeta. “No he querido llevar al viajero a las montañas de Granada, a sus sierras, Lorca era más de la Vega”, señala.

Todos los recorridos los ha revisado una y otra vez, y reconoce que su gran maestro en estas lides ha sido el viajero británico del siglo XIX Richard Ford. “Su libro es fantástico. Él vivió en la Alhambra, que tenía alquilada; se tomaba el té en el Patio de los Leones. Sus descripciones de la ciudad desde la Torre de la Vela son fantásticas. He llorado leyéndolas y viví dos años en Granada con el libro en la mano. Soy un romántico”, reconoce sin dolerle prendas.

Gracias a ello, conoció a personas en extremo interesantes. “Unos viejos republicanos, represaliados por el franquismo me contaron muchas historias de la República y de la Guerra Civil. En Granada se asesinaron a muchas personas, además de Lorca”, refiere y agrega “uno de los problemas de España es que no se ha querido buscar a todas las personas asesinadas en las cunetas. La gran excepción ha sido Málaga, donde Francisco de la Torre ha exhumado más de 2.500 cadáveres y quedan todavía más de mil”, desgrana lentamente pero con pasión.

“Federico García Lorca es el desaparecido más famoso del mundo y también el más amado”, cree con un absoluto convencimiento. Sin embargo, hasta los propios familiares del poeta se han opuesto a la búsqueda de su cuerpo. “No se ha realizado bien la investigación, habría que hacerla con mejores medios técnicos”, mantiene. La búsqueda de los asesinados por la represión franquista es la asignatura pendiente de nuestra democracia, en su opinión. “Hay que afrontar nuestro pasado, está claro que no se podrá resolver de la noche a la mañana, pero la magnanimidad en este proceso, estoy seguro que podría hacer que progresase nuestro país”, mantiene con convicción, este irlandés que se nacionalizó español en 1984.

Ian Gibson es el hispanista más reconocido y querido de nuestro país, pero también el más odiado. El solo hecho de anunciar por twitter esta entrevista ya hizo que surgieran comentarios en su contra. Continúa habiendo personas que no entienden que las opiniones son libres y se deben respetar. Por eso, entendemos que califique a la derecha española como “miserable”. “En España hubo un holocausto. El tema de las cunetas es un baldón, una vergüenza que habría que superar para poder avanzar”, explica. Y está en su derecho a opinar lo que le venga en gana porque él es español, “pago mis impuestos aquí”, rubrica. Y le gusta opinar sobre la actualidad política.

Un tema que no podemos obviar es el tema catalán, por ciertas similitudes con Irlanda que se declaró independiente en 1916 y fue estado libre en 1922. “No es lo mismo. Irlanda fue un país sojuzgado por un poder extranjero que conquistó la isla y la aplastó. Irlanda es un país colonizado y Cataluña, no. Bien es verdad que se han cometido algunos errores, sobre todo con el tema del idioma, pero no se puede comparar”, expresa.

En el nuevo libro, como hemos dicho, recorre esa Granada recóndita e insólita. Si se le pregunta por qué rincón se decantaría, escoge su dudarlo la Escalera del Agua del Generalife. Un oasis de sensaciones que los sultanes utilizaban para sus abluciones purificadoras antes de orar en la capilla que hay al final. Este verano pude sentir lo mismo que ese sultán que se iba lavando según subía por la escalera en un reciente viaje a Granada.

Una espina que tiene clavado en lo más profundo de su corazón es que no quede ningún documento sonoro de Lorca. “Creo que podría encontrarse algo en Buenos Aires o en algún otro país, ya que dio muchas conferencias y recitales por todo el mundo”, manifiesta. Pero el destino ha querido que no se haya encontrado nada. ¡Con todo lo que recitó! Y con todo lo que cantó es extraño que no quede absolutamente nada.

La gran pasión de Lorca, antes que la poesía, fue la música. Quería haber estudiado música en París pero sus padres se lo impidieron. Su relación con Falla fue fructífera y enriquecedora para ambos, pero lo dejaremos para otro artículo, lo mismo que su relación con la familia Rosales. Ian Gibson podría estar días enteros hablando sobre ello y, digan lo que digan, hay que reconocer que nadie conoce la historia de Lorca como él. “Federico me cambió la vida”, concluye. Y no ha sido al único.

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