Nuestro poema de cada día
Llamado «el príncipe de los poetas y poeta de los príncipes» («Prince des poètes et poète des princes») de Francia, Pierre Ronsard fue el miembro más representativo del grupo poético del Renacimiento francés conocido con el nombre de La Pléyade.
Nuestro poema de cada día
Rafael Alberti nació en El Puerto de Santa María (Cádiz) en diciembre de 1902 y falleció en la misma localidad en octubre de 1999. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura con su primer libro de poesía, Marinero en tierra (1925). Entre su extensa obra poética cabe destacar Cal y canto (1927), Sobre los ángeles (1928), Sermones y moradas (1930), Entre el clavel y la espada (1941), Retornos de lo vivo lejano (1945), A la pintura (1948), Roma, peligro para caminantes (1968), Desprecio y maravilla (1972), Fustigada luz (1980), Versos sueltos de cada día (1982) y Canciones para Altair (1989).
Nuestro poema de cada día
La producción poética de Pablo Neruda. Nacido en Parral (1904) -en la zona central de Chile-, su nombre legal es Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, pero se lo cambió por el de Pablo Neruda para ocultar a su padre su vocación poética. Su obra poética va paralela a su convulsa existencia amorosa y política. Apoyó la causa republicana en la Guerra Civil Española (en Francia escribió España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la guerra, 1937).
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Miguel Hernández nació en Orihuela, en 1910, en el seno de una familia humilde. Desde una formación prácticamente autodidacta, y en diez años escasos, logró resumir las estéticas de su época en una poesía entusiasta y bella, combativa y humanísima. Tras dejar el pastoreo de su tierra natal y otros modestos oficios, se trasladó a Madrid en busca de trabajo. Allí entabló relación con Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y José María de Cossío, entre otros escritores. Durante la Guerra Civil de 1936-1939 combatió en las filas de la república en distintos frentes y viajó a un famoso congreso de teatro celebrado en Moscú. Poeta-pastor, poeta-culterano, poeta-social, poeta-soldado, poeta-prisionero, su vida cruzó por zonas de dramática sombra, convirtiendo buena parte de sus escritos en grave testimonio de nuestro tiempo. Tras una condena a muerte conmutada, murió enfermo, en la cárcel de Alicante, en 1942.
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Jorge Guillén (Valladolid, 1893) comienza en 1938 un exilio voluntario, que le lleva a Norteamérica. El retorno definitivo a España se produjo en 1977, año en que recibió el Premio Cervantes. Los últimos años de su vida los pasó en Málaga, en donde murió en 1984, a los 91 años.
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“La mejor definición de la poesía -ha escrito Gerardo Diego- es la palabra incorruptible. Si la poesía verdaderamente lo es, ha de serlo invariable y de una vez para siempre, gracias al ritmo en el que encuentra a un tiempo [...] su desnudez y su vestidura”. Y, al igual que otros miembros de la Generación del 27, Diego piensa que la poesía es inherente al poema, es decir, a la organización lingüística: “La Poesía -aclara Diego- es el sí y el no: el sí en ella y el no en nosotros. El que prescinda de ella -el del qué sé yo- vive entregado a todo linaje de sustitutivos y supercherías, al demonio de la Literatura, que es sólo el rebelde y sucio ángel caído de la Poesía.”
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Diván del Tamarit es un poemario en el que Federico García Lorca rinde homenaje a los poetas arábigo-andaluces. La obra fue compuesta, probablemente, entre 1931 y 1934, y aunque algunos de sus poemas vieron la luz en revistas literarias de la época, el autor no la vio publicada en vida: tras una edición fallida de la Universidad de Granada, en 1934, con prólogo del arabista Emilio García Gómez, fue finalmente la Editorial Losada, de Buenos Aires, la que publicó la obra en 1940 y, asimismo, y también en 1940, la Revista Hispánica Moderna, en Nueva York.
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Carpe diem es la expresión latina para uno de los temas clásicos de la poesía universal: la brevedad de la vida, la belleza fugaz y la necesidad, por ello, de gozar del presente. La traducción literal de la frase es “aprovecha el día”. Su origen se encuentra en la Oda 11 del primer libro de Odas de Quinto Horacio Flaco (65 a. C.-8 a. C.), conocido como Horacio, el principal poeta lírico y satírico en lengua latina. En ella, dice el poeta: “Dum loquimur, fugerit invida / aetas: Carpe diem quam minimum credula postero” (“Mientras hablamos, habrá huido celosa / la edad: aprovecha el día, confia lo menos posible en el mañana”). Este poema de Horacio está dedicado a Leucónoe que, en la mitología romana, es una hija del dios Neptuno. La imprecación a la doncella que es destinataria del poema se instaurará como elemento recurrente en toda la tradición poética del Carpe diem.
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Como cada 11 de noviembre, celebramos hoy el Día de las librerías; un buen pretexto para introducirnos en la biografía de Gloria Fuertes, versificada por ella misma.
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Vicente Aleixandre (1898-1984) nació en Sevilla, pasó su infancia en Málaga y vivió casi toda su vida en Madrid, donde estudió Derecho y Comercio. Miembro de la generación del 27, amigo de Lorca, Neruda, Manuel Altolaguirre, Dámaso Alonso y Jorge Guillén, tras la Guerra Civil decidió quedarse en España, donde se convirtió, desde su casa de la calle Velintonia, en el mentor de toda la poesía española contemporánea, desde la posguerra hasta el grupo poético del 50 y los novísimos. En 1977 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.
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Dentro de la Generación poética del 27, a Pedro Salinas se le conoce, fundamentalmente, por ser “el poeta del amor”, afirmación que respaldan dos títulos: La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936), de los que fue musa inspiradora la norteamericana Katherine Prue Reding (1891-1982), con posterioridad, Whitmore, por su matrimonio.
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Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, 23 de diciembre de 1881-San Juan, 29 de mayo de 1958) fue un poeta español. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1956 por el conjunto de su obra, entre la que destaca la obra lírica en prosa Platero y yo.
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La etapa de madurez como poeta de Luis Cernuda comienza con Las Nubes, obra sobre la guerra y el exilio, en que aparece una España madrastra de sus hijos de la que emerge otra ideal y querida pero ausente. Desolación de la Quimera, el último de los libros de Luis Cernuda, es una revisión de cuentas con su pasado y el gran recuento de todo su ser. Dos obras cimeras del poeta del 27 cuya influencia más se ha ido agrandando con el tiempo.
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