A ti no te tiene porqué pasar
09/03/2025@11:11:00
Un epitafio en forma de teatro. Cuando la matriarca de una familia fallece, todo lo que parecía atado y bien atado, lo que hacía que esa familia se congregase y mantuviera las formas de la concordia y la aparente unidad, de pronto, se desmorona, surgen las verdades ocultas, las rencillas calladas, las críticas que antes eran veladas.
El tiempo, como muy bien se nos recuerda al inicio, es ese motor que todo lo puede, e incluso perdona. El tiempo y su capacidad para redimir la locura y la venganza. El tiempo y su tránsito hacia el perdón, la rectificación o la dicha. Axiomas, todos ellos, que caracterizan esta adaptación de una de las obras tardías de Shakespeare, en las que abandona ese misterio que reinaba su producción teatral inicial.
El amor y la búsqueda de la felicidad frente a la chanza, el embuste, o el engaño como patrimonio de esa vida que, al primero que se le precita encima, es al que la patrocina. Siempre se dice que la mentira tiene las patas muy cortas, y a eso es a lo que asistimos en esta magnífica reposición de La señorita de Trévelez de Carlos Arniches en versión de Ignacio García May y dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente.
Cada uno tenemos nuestra historia
Entro en el teatro y lo hago en mi barrio. No me siento raro en él. Sus palabras, sus personajes, sus situaciones, sus historias son mías, las hago mías, las entiendo, me siento partícipe de ellas.
Que cada uno salude como quiera
Jamás saldré de esta familia. Tampoco sé si quiero hacerlo. En realidad, no. Es una familia peculiar, de lo más variopinto, distinta a todas las demás. Así lo he asimilado y así lo he asumido. No quiero desvincularme de ella. Pero, por otro lado, hay que renovarse en sus planteamientos.
Una noticia no esperada
Algo cambia en el concepto de las relaciones cuando se descubre un secreto. Surge un impulso de querer saber más, de ahondar en el pasado, de preguntar por qué no se supo nada antes y, entonces, uno se arroja a las dudas, a cuestionarse de dónde procede y en qué medida le afecta, a plantearse si las cosas hubieran sido de otra manera.
Celebremos
No es necesario ser un niño para pasárselo de Farra en el teatro. No importa ser un adulto para estar de Farra en el teatro. Tampoco es de obligado cumplimiento tener algo que celebrar para celebrar algo, valga la redundancia.
El niño que llevamos dentro
El desierto. Un avión queda estropeado en medio de las dunas, en medio de la nada más absoluta. Y su piloto, Antoine de Saint-Exupéry, cree sufrir varios espejismos. De ahí surge una de las novelas más leídas y traducida del francés de todos los tiempos. El principito. Y desde 1943 en que se publicó no ha dejado de editarse, de venderse, de expandirse.
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Resplandor que no se detiene
Hay bellezas que no están, necesariamente, en el rostro. Están en la personalidad, en la música, en la voz, en la embriaguez de vivir, en la celebración del arte, en la pasión por la vida.
Cuéntame un cuento
No puedo saber lo que ocurre al mismo tiempo que a mí me está sucediendo algo, pero sé que está pasando.
Plantarle cara al miedo
“Todos tienen una historia que contar”. Y tú eres Sara Allen, o Caperucita que está en Manhattan, y eres capaz de contar las estrellas, y confirmar que la libertad está en una misma.
Dos entes y un destino
Podría decir que se apagan las luces, pero las luces ya estaban apagadas para Diana, siempre sumisa, siempre dispuesta, siempre acatando órdenes, sugerencias, desplantes, desprecios, siempre siendo la última, un cero a la izquierda.
Involucrarse
Un país como El Salvador necesita que lo salven. De la inflación, de la violencia, del desempleo, de la desigualdad, de la pobreza, del crimen, de las pandillas.
Libros
Libros. Palabras, letras. La literatura sin parafernalias que emana del interior de cada persona y llega, y trasciende, y se hace nuestra.
No habrá milagro
Del verdadero significado de las cosas, de la vida y de la muerte, de lo oculto y lo evidente, de lo secreto y de lo público.
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