Normalizar el horror
Hay muchas cosas que se escapan a la historia, a lo que sucedió en su día, a lo que los protagonistas de ciertos acontecimientos terribles callan.
El proceso identitario no sólo se refleja en el cuerpo, también es una manera de estar en el mundo geográficamente. Ahora que está tan de moda romper con todo lo anterior, y las tradiciones de la clase que sean huelen a rancio, todavía existe esa necesidad de pertenencia a un lugar sin el cual no seríamos las mismas personas. Por mucho que nos cueste reconocerlo somos de donde hemos nacido por muchos kilómetros que nos alejemos de ese punto inicial que nos perseguirá el resto de nuestros días.
Ibsen planteó su obra dramática de una forma contestataria frente a la sociedad victoriana que le tocó vivir. Y, uno de los conflictos que planteó en ella, fue el de dar a la mujer la posibilidad de ser ella misma a la hora de decidir acerca de su vida y de caminar por una senda de libertad impensable en el siglo XIX.
Que tengo miedo…
“Oh sí, la conozco. Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren, en un tren muy largo; ha viajado durante muchos días y durante muchas noches”
Dámaso Alonso – Mujer con alcuza
Nuestras historias
Hay un lugar en el recuerdo que se queda grabado para siempre. Hay una situación personal que se queda en la memoria cuando se evoca a la nada. Hay un sueño que parece convertirse en realidad y muchas realidades que se asemejan a los sueños.
Nos cuenta la libertad
Nace de la oscuridad, posiblemente, aunque, por otra parte, como todos. Pero Cris Balboa, además, nace o viene o se presenta casi como diosa galaica inventada a partir de un Roland, teclado piano electrónico, para incendiarse en el escenario.
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Imprescindible personaje
Hablar de la palabra con la propia palabra. Obrar con la voz para convertir los sueños en algo que puede expresarse. Contemplar su significación y su semántica, dormirte con ellas y espabilar a través de ellas, hablar con la escritura, decir siendo precisos, reflejo de uno mismo, de cada uno de nosotros, oír, leer, escuchar, narrar, dialogar, recitar… la palabra como imprescindible personaje, como palpitación necesaria, que las palabras no sean un discurso vacío de contenido.
La necesidad unos de otros
El refugio
Atardece, o quizás, amanece, da igual. Dos personajes desconocidos coinciden en la parada del autobús, o en cualquier parte, son Personas que se encuentran en lugares. En diversos lugares, personas dispares, personas intercomunicadas, que se necesitan, aunque no lo sepan, que se complementan, aunque lo nieguen, que forjarán recuerdos después de esos encuentros.
Un personaje peculiar
Todo acaba en la muerte. Pero, parece ser que, Orlando es imperecedero, y cuando tenga que desaparecer, dejará un vástago que, quizás, viva otros trescientos años, como él.
Blanco sobre blanco, verde sobre verde, incluso negro sobre negro. Todo se expande sobre un imaginario tablero de ajedrez que se retroalimenta de sabias palabras sobre la juventud, el deseo o el amor. En ese suelo sin fondo es donde la libertad es expresada bajo la fervorosa manifestación de la belleza. Una belleza única; una belleza que se apropia de nuestros sentidos como el mejor de los láudanos. Luces. Colores. Sonidos. Danzas. Todos juntos crean nuevos espacios donde caemos rendidos sin más.
Poniéndonos en antecedentes, es 1943, en plena II Guerra Mundial y durante la ocupación nazi en Francia.
El equivocado sentido de la propiedad
Una sombra se cierne sobre la mujer durante siglos y siglos. No solo sobre su cuerpo maltratado, al servicio de la lujuria y la erección de quien se cree superior y por encima de ella. También en forma de palabras, de desprecios, de ninguneos, de no escucha… es el intento del triunfo de la fuerza, de la posición ancestral que hemos ido arrastrando desde que la sociedad agrupa a seres humanos. Pero a algunos no se les puede etiquetar con esa condición de humanidad.
Igual que las tempestades se tornan en calma, el amor se diluye entre los recuerdos que nos proporciona el paso del tiempo. Exigua mirilla de la verdad que nada más que nos deja ver un plano corto que lo enfoca todo en una única imagen. Los antiguos amantes, así, se pierden en la plenitud de un presente que no comparten. Y lo dejan todo en manos de las exiguas muecas de un pasado borroso e inapetente.
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