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"El camino de Europa" de Otto de Habsburgo

Por Alfredo Crespo Alcázar
domingo 16 de agosto de 2015, 19:21h
El camino de Europa
El camino de Europa

Consideramos oportuno acercar a los lectores esta obra editada por Encuentro en 2011 porque, en un momento en que celebramos en España el 30 aniversario de la adhesión a la CEE, resulta pertinente conocer la personalidad de un europeísta de referencia, Otto de Habsburgo.

Antes de ello, es obligatorio subrayar el trabajo que en los últimos años viene haciendo Encuentro a la hora de rescatar el pensamiento político y la trayectoria de los Padres Fundadores de las Comunidades Europeas. El resultado es un conjunto de obras bien documentadas y escritas de manera sobresaliente, indispensables para quienes cultivan el terreno de la Ciencias Sociales y las Humanidades.

La obra que tenemos entre manos presenta, a su vez, un aliciente que incita a su lectura. En efecto, se trata de la recopilación ordenada de 61 artículos que Otto de Habsburgo escribió para el periódico ABC durante la década de los años 90. Ello le convirtió en un cronista-analista en tiempo real de lo que ocurría en una época crucial para Europa, no sólo por el avance que experimentó la UE, sino también porque se produjeron una serie de acontecimientos (las guerras de los Balcanes, caída del comunismo) sobre los cuales, con espíritu crítico y alejado de todo buenismo, se posicionó el protagonista de la obra.

En relación con la idea anterior, valoramos la adecuada estructura del libro. En efecto, alrededor de tres bloques temáticos, que no pueden considerarse compartimentos estanco (principios y valores; la construcción europea; el conflicto de los Balcanes) se organiza el material periodístico que dejó como legado Otto de Habsburgo. El resultado es un todo homogéneo y con sentido.

El prólogo de la obra a cargo del periodista de ABC Ramón Pérez Maura nos acerca a la compleja vida de Otto de Habsburgo, víctima directa de la Primera Guerra Mundial. Su familia hubo de abandonar Austria y asentarse en diferentes países europeos. Durante el desarrollo de esta diáspora, el protagonista entró en contacto con el europeísmo, ideología de la que ya no se desprendió. Asimismo, esta defensa de la integración europea transcurrió en dos escenarios prioritarios: la Unión Paneuropea (creada por Ricardo Coudenhove-Kalergi) y el Parlamento Europeo, donde fue eurodiputado desde 1979.

En ambos terrenos proyectó una visión de Europa alejada de lo políticamente correcto, defendiendo las raíces cristianas del continente y arremetiendo contra el carácter liberticida del comunismo. En íntima relación con esta perspectiva, enfatizó que “la diversidad de Europa será siempre su riqueza, como lo fue en el caso de Austria Hungría” (pág. 29). Por tanto, bajo su punto de vista, mientras los países que habían caído bajo la égida comunista al final de la Segunda Guerra Mundial no fueran liberados de la misma e incorporados al proyecto europeo, la UE no estaría completa.

Otro rasgo que sobresale de la lectura de la obra es el carácter crítico y visionario de Otto de Habsburgo. A modo de ejemplo, pone en cuarentena la figura de Mijail Gorbachov, algo inusual en los años 80 y 90, razonando su postura ya que el político ruso no había renunciado a sus sueños de juventud y seguía manteniendo la fe en el socialismo, al que quería dotar de un rostro humano, sin tener en cuenta que “la Historia nos ha enseñado hace ya mucho tiempo que los que anuncian el paraíso terrenal, en cualquiera de sus formas posibles, la mayoría de las veces acaban conduciendo a sus seguidores al infierno” (pág. 84). Sobre el carácter visionario, éste se observa en que fue de los pocos, junto con Reagan y Thatcher, que siempre defendió que el comunismo acabaría implosionando, tesis que buena parte de la izquierda de Europa occidental rechazaba admitir.

En cuanto a su defensa del proyecto europeo, no admite dudas, pero ello no significa que lo considerara un canon de perfección. En este sentido, reprochó el exceso de pesimismo que se produjo cuando los daneses rechazaron el Tratado de Maastricht tras el primer referendo (junio de 1992) y la actitud mostrada hacia Serbia, país al que se permitió cometer todo tipo de atrocidades durante el desarrollo de la Guerra de los Balcanes.

Otto de Habsburgo es contundente: la Europa unida, a partir de 1992, pecó de autocomplacencia y de incapacidad para adoptar decisiones de calado. Además, en muchos casos, prefirió la comodidad derivada de una incorrecta visión de los hechos, algo que se apreció en la benevolencia hacia Rusia.

En definitiva, una obra que refleja una trayectoria, la de Otto de Habsburgo, basada en los valores y ajena al binomio relativismo-materialismo. Un antídoto contra las dudas y escepticismos que cada cierto envuelven al proyecto europeo.

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