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LITERATURA > FIRMA INVITADA
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Alguna vez, a propósito de la obra del eximio poeta argentino Luis Benítez, hemos comentado (roguemos se nos disculpe recaer en la descortesía de la autorreferencia) el concepto de aquello que podríamos definir como “poesía ontológica” o “trascendente”. En al ámbito argentino se podrían citar los nombres, sin demasiado margen de discusión, de Antonio Porchia, Alberto Boco, Alberto Girri, Roberto Juarroz y, por cierto y con entera justicia, Luis Benítez. Hijos de la ira (1944), del español Dámaso Alonso, es un ejemplo acendrado y difícil de igualar.
| | Don Quijote arremetiendo contra unas ovejas |
(Cómo ensartar refranes en boca de don Quijote)
Esto diciendo, se entró por medio del escuadrón de las ovejas y comenzó de alanceallas con tanto coraje y denuedo como si de veras alanceara a sus mortales enemigos. Los pastores y ganaderos que con la manada venían dábanle voces que no hiciese aquello; pero, viendo que no aprovechaban, desciñéronse las hondas y comenzaron a saludalle los oídos con piedras como el puño.
Apenas se producen contenidos humanos, la belleza ha dejado de ser sagrada, únicamente proliferan continentes -a cuál más frívolo- listos para el comercio y el consumo. Han mercantilizado hasta los suspiros y las palabras se revelan hojarasca. La felicidad es una farsa, la verdad se ha vuelto inasible, laberíntica, y la honestidad brilla por su ausencia.
“Cuanto más visito la India nunca dejará de sorprenderme...”
Estas palabras del periodista catalán Alberto Oliveras son las que parece haber escuchado el periodista Jordi Baños cuando se puso a escribir sobre su experiencia durante diez años en este gran coloso. Baños no ha sido sólo un corresponsal pues también ha traducido al catalán dos libros clásicos de la India y ha publicado tres libros de poesía.
En su imprescindible Diccionario de mitología griega y romana (Paidós, Barcelona-Buenos Aires, 1ra. reimpresión 1982, 634 páginas), Pierre Grimal lo señala con meridiana claridad: “(…). El brote por excelencia del mito es la obra literaria. Casi no hay ningún aspecto de la literatura griega que lo ignore, y ninguno, de un modo u otro, deja de apoyarse en él.”
| | Irene Vallejo en Costa Rica |
La Rectoría de la Universidad de Costa Rica (UCR) tomó la decisión de realizar, el día 21 de julio de 2025, el conversatorio “Lectura, pensamiento crítico y democracia” con Irene Vallejo, autora de su libro más emblemático, El infinito en un junco, y la pregunta que me surge es la siguiente: ¿cuáles son los libros de la señora Vallejo que abordan los problemas de la democracia, la crisis de las instituciones, el destronamiento de la verdad, el surgimiento de los populismos y de los autoritarismos en las sociedades contemporáneas? Planteo interrogantes como un ciudadano comprometido con la rendición de cuentas de los fondos públicos del país y con el estado de nuestra democracia.
Al simular el otro día que se masturbaba con un crucifijo en una iglesia, Ane Lindane vino a sintetizar, grosera y grotescamente, las dos obsesiones que han marcado dramáticamente mi vida; las mismas que abrumaron a San Agustín y, en tiempos mucho más recientes, a Woody Allen, un ateo de carácter obviamente religioso. Como para ellos –y creo que puedo jactarme de encontrarme en tan conspicua compañía- el sexo y la religión han constituido desde el principio el núcleo de mi personalidad y de mi biografía, los dos planetas gigantes que conforman el campo gravitatorio en el que me muevo, con esfuerzo, y del que nunca podré escapar. Sería subestimar la perspicacia del lector precisar aquí que tener o no tener fe, como mantener o dejar de mantener relaciones sexuales, son cuestiones muy distintas de estar obsesionado con esos dos factores que polarizan nuestra naturaleza humana.
“La paz no es simplemente la ausencia de guerra. La paz es la creación de condiciones justas de vida para todos.”
Federico Mayor Zaragoza, Delito de Silencio (2006)
| | Cuando el mundo calla, la paz se desangra: Irán, Israel, EE. UU. y el colapso de la gobernanza mundial |
Mientras las bombas caen sobre instalaciones civiles en Irán, Gaza o Siria, mientras los drones son activados a distancia desde oficinas con aire acondicionado en Washington o Tel Aviv, y mientras las víctimas—la mayoría civiles, mujeres y niños—son borradas del mapa y de la conciencia colectiva, nos enfrentamos no solo a una guerra, sino al fracaso total de la arquitectura internacional de la paz.
| | Javier Hernández Velázquez (Foto: Miguel Ángel de Rus) |
El siglo diecinueve terminó con la pérdida de las últimas colonias de ultramar: Puerto Rico, Cuba (con el hundimiento del acorazado Maine que sirvió de casus belli para el inicio de la guerra hispano-estadounidense) y Filipinas (con el asedio y resistencia valerosa en la iglesia del pueblo de Baler durante 337 días). El Desastre del 98 puso de manifiesto el problema nacional. La clase política y la sociedad entraron en un estado de desencanto y frustración.
PLAZA DE GUIPÚZCOA
Bárbara Rey ha tirado de la manta y ha contado lo más grande. Pero a estas alturas del thriller nacional ¿A quién le importan los cuernos, las putas, los tríos o los trans? Estamos exorcizados, tío. Lo más escandaloso ha sido la última revelación de la vedette “Juan Carlos era muy tacaño. Me regaló una medalla y no pude venderla porque era mala”.
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