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Carlos Norberto Carbone
Carlos Norberto Carbone

Carlos Norberto Carbone: “Quisiera estar comiendo paella con Federico García Lorca, Antonio Machado y Miguel Hernández”

Por Rolando Revagliatti
sábado 15 de febrero de 2020, 12:09h
Carlos Norberto Carbone nació el 12 de marzo de 1959 en la ciudad de Lomas del Mirador, Partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y reside en la ciudad de Morón, en la misma provincia. Obtuvo primeros premios en certámenes de poesía de su país y de España y ha sido jurado en algunos concursos.
Áspid
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Participó en programas radiales, dirigió junto a Pablo Marrero el sello Eco Ediciones y la revista electrónica “La Bodega del Diablo”. Fue coautor junto a Héctor Celano del espectáculo “De poetas y locos”. Su obra fue parciamente traducida al catalán, italiano, bengalí, francés, ruso, árabe, turco, etc. A partir de 1983 publicó los poemarios “Poesías para decir presente”, “La llegada de los hombres”, “En la huella del hombre”, “De andenes, lluvias y otras melancolías”, “Variaciones sobre la noche y otras oscuridades”, “Doce ciudadanos + uno”, “Áspid”, “Miradas de fuga”. Volúmenes compartidos con Pablo Marrero: “Bodegueros del diablo”, “Carma” y “Marca”. Volúmenes compartidos con varios autores: “Testigos de tormenta”, “Seis poetas”, “Cuerpo de abismo”, “Antes que el viento se apague”, “Seis son una jauría”, “Pasajeros del penúltimo tren”, “4 autores”. Fue incluido, entre otras, en las antologías “500 años del descubrimiento de América”, “La otra voz”, “III Antología de poesía joven argentina”, “Diez años sin Borges”, “Poesía hacia el nuevo milenio”, “Anaconda”, “País del vientre abierto”, “Poetas de Morón”, “Testimonios del presente”, “El verso toma la palabra”, “Bardos y desbordes”, “Borrando fronteras”, “Adagio”, “¡Basta!”, “Poesía argentina contemporánea”, “Bardos y desbordes II”, “Otra mirada, otra distancia”, “8ª Antología de poemas y relatos”.

¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

CNC: Siempre estuve rodeado de músicos, eso me llevó a que la canción fuera un juego y así, temprano, quise cantar, luego tocar la guitarra y por supuesto, componer canciones; calculo que a los doce o trece años ya andaba buscando rimas y melodías.

¿Cómo te llevas con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

CNC: Uno de mis libros se titula “Andenes, lluvias y otras melancolías”, de lo cual, yo diría, se desprende que la lluvia me gusta. Cuando llovía, mi mamá no nos mandaba al colegio, por eso con mi hermana inventábamos danzas para hacer llover.

La velocidad me fascina, soy Técnico Mecánico aplicado a los autos; durante cierta etapa me encantaba manejar y lo más veloz posible. Con las contrariedades me manejo como todo poeta, buscando donde entrarle para escribir.

“En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?...

CNC: La inspiración es para los creyentes. Prefiero el trabajo del día a día; si un día llega la señora inspiración que me encuentre con un lápiz en la mano y frente a una hoja en blanco. Igualmente, a veces, uno escribe como si le dictaran; ahí me hago el distraído y me dejo llevar.

¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

CNC: No sé si más. Tal vez por igual me interesan las vidas de Pablo Neruda, de García Lorca, de Miguel Hernández, de Amadeus Mozart, de Vincent Van Gogh, de Juan Gelman.

¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

CNC: Mi madre recitaba de “La vuelta de Martin Fierro”, de nuestro José Hernández, eso de que “Los hermanos sean unidos/ porque esa es la ley primera;/ tengan unión verdadera/ en cualquier tiempo que sea,/ porque si entre ellos pelean/ los devoran los de ajuera.”: me agrada repetirlo; y un refrán no carente de optimismo: “No hay mal que dure cien años”.

¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

CNC: Los films de Akira Kurosawa; el drama lírico “Nabucco”, de Giuseppe Verdi; Astor Piazzola y sus fuegos; Pablo Picasso y su “Guernica”; la novelística de José Saramago; Federico Fellini y su “Y la nave va”; Carlitos Chaplín (lo escribo en argentino) y su discurso tan poético sin decir ni una palabra. Todos me estremecen y siguen generando en mí ese desvelo único.

¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

CNC: Tengo muchas y no sé ahora cuál es más graciosa. Acaso aquella de la presentación de un libro donde el presentador, después de alabar al autor durante varios minutos chasqueó los dedos y le preguntó a viva voz: ¿Cómo te llamabas vos­?

¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

CNC: Es imprescindible la buena memoria para una posteridad justa.

“¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?

CNC: La rutina es un animal feroz, difícil escapar de sus garras. Trato de escapar de ella y mantenerme atento para que no ataque. Durante muchos años tuve que ensamblar las ocho horas de oficina con la literatura, lo que, a veces, pesaba como un muerto.

10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

CNC: Lo más difícil para un escritor es retirarse de su zona de confort. En ocasiones, lo que llamamos estilo propio es una trampa para no avanzar a otro territorio más inhóspito. Los grandes maestros son los que se animan y van. Tomar riesgos es el estilo perfecto.

¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente?

CNC: El suceso que indigna mi condición humana es la explotación del hombre por el hombre; que un puñado de familias sean dueñas de los recursos del mundo, que haya multimillonarios y personas que mueran de hambre o por enfermedades curables: eso despierta en mí la mayor indignación.

Violencia me provoca la mentira de grandes medios periodísticos y su falsa independencia.

Me harta enormemente el ego desbordado cuando el talento es nulo.

¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

CNC: Una foto bailando el twist con mis hermanas y mis padres riéndose.

Y otra de toda la familia en una camioneta, de esas que por acá denominábamos “estanciera”, yendo al río, al balneario del barrio de Núñez, a practicar deporte náutico con una cámara de neumático para usar de bote.

¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

CNC: Ser algún personaje de la novela “Los siete locos” de Roberto Arlt, no estaría nada mal.

Encarnar al Diablo en alguna película y bajo la dirección de Leonardo Favio sería fantástico.

Ser el Virgilio de la “Divina comedia” y, desde luego, de la mano de Dante Alighieri, me parece muy interesante.

El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

CNC: Vivo todo el tiempo en varios de esos estados y los transito como puedo, me resultan a veces dignos y otros no tanto, pero bueno, eso demuestra que estoy vivo y me siguen generando cosas a pesar del paso del tiempo.

Soy habitante del silencio, a veces hasta a mí me aturde tanto silencio, tengo gestos que no me disgustan, mi cara es muy expresiva. La oscuridad y las sorpresas, la desolación y la intemperancia me hacen pensar y repensar mi destino.

¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?

CNC: Varios: destaco en primer término a alguien con quien tengo el honor de ser su amigo, Eugenio Mandrini; luego, Enrique Santos Discépolo, el gordo Osvaldo Soriano, Caloi (Carlos Loiseau), el negro Alejandro Dolina, Roberto Fontanarrosa.

¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

CNC: No aprecio las apreciaciones realizadas con soberbia, las detesto, prefiero los buenos oficios del dialogo frontal y sincero.

¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

CNC: Si lo quiero es porque lo valoro. Donde más se me complica es en aceptar opiniones diferentes; no respeto a los que revindican a lo peor de la historia de la humanidad, con esos lo resuelvo alejándolos de mi vida todo lo posible.

¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?

CNC: Soy bastante optimista, creo que el mundo será mejor alguna vez o volará por los aires: no nos queda otra que mejorar.

Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?

CNC: Jesús, el Che, Evita, Mahatma Gandhi, Lenin.

¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

CNC: Tomar unos vinos con mis amigos y rememorar travesuras de niño y no tan niño, las travesuras de mis hijos y hoy las de mi nieta.

Entre los cómicos, Buster Keaton y Chaplin; más cerca en el tiempo, el humor de los uruguayos (Ricardo Espalter, Berugo Carámbula, Enrique Almada…) del programa de televisión “Hiperhumor”, emitido, recordarás, durante varios años en la década del ’80.

¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?

CNC: La vida es algo complejo que a veces va por caminos que uno no imaginó y lo fundamental es seguir y no perder del todo el norte o el sur, soy de ponerle el pecho y avanzar, trato de salir pronto de los momentos no queridos.

El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

CNC: El amor y la política siempre fueron muy importantes en mi vida. Todo hombre es político y si uno no ocupa ese lugar lo toman las corporaciones. El amor es obviamente lo más trascendente; los hijos, la familia, los amigos, la mujer con quien amanecer, la contemplación y la meditación también juegan fuerte en mí. El trabajo, léase el dinero, ocupa tiempo, esfuerzo, y nunca me llevé muy bien. La religión como tal no me ocupa, pero sí la poesía que es mi religión.

¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

CNC: Las esculturas de Fernando Botero, los best seller de las grandes librerías y sus posteriores películas, la obra de Marta Minujín y las películas de Palito Ortega y de El Club del Clan.

¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...

CNC: Las calles de Lomas del Mirador, en San Justo, tomar el colectivo 49 para ir a la escuela, toda una aventura; ir hasta la avenida Provincias Unidas en bicicleta a pesar de que mi mamá no me dejaba, otra gran aventura; jugar futbol en todos los potreros del suburbano con los muchachos más grandes, una aventura superior.

¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.

CNC: Vistas así resultan caóticas y atractivas: no sé si puedo o quiero mejorar ese orden-desorden dado.

Pero intentando ordenarlas diría que empiezo por el pensamiento y la lengua para seguir con la autenticidad, la ceremonia y la visión, ahí dudo entre el bosque y la ciudad, luego la danza, el azar y las miniaturas y por último la muerte, el desajuste y el sacrificio.

“Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?...

CNC: Mueren donde se es cómplice del verdugo.

Mueren donde el puente se dinamita y no hay forma de comunicarse.

Mueren donde hay un pensamiento único y, por ende, nadie piensa.

¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

CNC: Me cuesta disociar las obras, por un lado, y por el otro, a sus creadores; a pesar de ello puedo conmoverme por algo en particular y pienso: qué buen artista, lástima que sea tan capitalista.

¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?

CNC: Tengo claro que no me paraliza la traición, aunque sí me cuesta procesar y olvidar esa decepción; pero procuro dar vuelta la página y seguir con otra cosa; obviamente me da mucha bronca que eso suceda.

No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admiras?

CNC: A mi madre, que de niña tuvo que valerse de su coraje para salir adelante, y que con poco diccionario y mucho trabajo nos educó, nos hizo la vida más dulce, más digna, y en ella admiro a la mujer que siempre fue puesta en segundo plano. Admiro también a la mujer que con sus actuales luchas y conquistas hacen un mundo más justo, por sus reivindicaciones que son para todos. Mirándolas a ellas siento que aún no todo está perdido.

¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

CNC: Me pertenecen, y poco a poco intento ponerlas en su lugar para que podamos convivir. Soy apasionado y eso me mantiene vivo, es lo que me hace saltar de la silla e ir detrás de algo, como un niño va tras una pelota.

¿Qué artistas estimas que han sido alabados desmesuradamente?

CNC: ¡Uffff!, muchísimos. No voy a nombrarlos, no quiero polemizar con nadie, pero estimo que algunos poetas venerados, algunos novelistas best seller y algunos rockeros, tienen muchos halagos no muy merecidos.

¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

CNC: El amor está compuesto por numerosas semejanzas y algunas diferencias; lo básico es aceptar y respetar la libertad del otro. No busco mitades, busco enteros y así trato que sea.

¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

CNC: La noche tiene para mí el mayor misterio, aunque reconozco que cada lapso tiene su encanto y podría encontrar situaciones únicas e irrepetibles en cada uno.

¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

CNC: Quisiera estar ahí tomando café con Raúl González Tuñón, Leopoldo Marechal y Roberto Arlt, o comiendo paella con Federico García Lorca, Antonio Machado y Miguel Hernández, o afinando mi guitarra con Paco de Lucía, o tomando un vino verde con Fernando Pessoa y José Saramago, o cantando a dúo con don Carlos Gardel o con el “polaco” Goyeneche.

Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...

CNC: La que jugué siempre: pretender dar jaque mate con los peones.

*

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Morón y Buenos Aires, distantes entre sí unos 35 kilómetros, Carlos Norberto Carbone y Rolando Revagliatti.

http://www.revagliatti.com/021000.html

Carlos Norberto Carbone
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