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Katharina von Arx
Katharina von Arx (Foto: Erling Mandelmann)

Katharina von Arx: el periodismo y el dibujo convertidos en literatura de viajes durante el siglo XX

Por Pilar Úcar Ventura
martes 19 de octubre de 2021, 12:00h

Poliartista suiza y viajera incansable, escribió libros sobre mundos utópicos. Katharina von Arx estuvo implicada en el crecimiento de las ciudades, su trabajo consigue aunar las diferentes formas de arte.

Edith Catherine Drilhon-von Arx, fue una mujer inquieta: desde pequeña desplegaba una gran actividad, siempre atenta a las historias que le contaban o las que oía; y sin perder de vista imágenes, muchas imágenes. Curioseaba y le interesaba todo.

Nació en 1928 cerca de Zúrich, ciudad en la que se graduó a los 19 años de Comercio. Su acomodo familiar y el desahogo económico que disfrutaba, le permitieron desarrollar dos de sus principales sueños: aprender a dibujar y viajar. Y así lo hizo. A sus 25 años comenzó una travesía a lo largo y ancho del mundo; sin remilgos, se lanzaba a cantar melodías folclóricas de su suiza natal para obtener dinero y continuar la travesía; a la vez que se ofrecía a traducir o a pintar allá donde se encontrara y así diseñar su propia trayectoria vital. Iba saltando de lugar en lugar, independiente y resuelta. Un auténtico modelo de viajera intrépida para aprender y disfrutar; dueña de sus paradas y de sus acciones. Su escritura adopta tintes de periodismo avanzado para una mujer decidida a publicar todas sus experiencias. Se siente muy atraída por lo diferente e inhóspito del hemisferio norte europeo. Toma apuntes, realiza dibujos…sin parar. Que todo quede grabado en páginas expresivas y plásticas. Hasta su muerte en 2013. Casada con el periodista y fotógrafo Freddy Drilhon, a quien conoció en las Islas Tonga, juntos emprenden la idea de restaurar un edificio medieval, la Maison du Prieuré, localizada en una pequeña ciudad de Romainmôtier en su país de origen. Antes de su demolición, la compraron y la convirtieron en lugar habitable donde crecería la hija de ambos. Lugar olvidado y destartalado, de una longeva y aristocrática historia, se salvó de la ruina gracias al denodado esfuerzo de la escritora por preservarlo: hoy está considerado patrimonio nacional. Allí moriría la artista. Entusiasta del arte visual, sus grabados e ilustraciones, muy reputados, se mezclan con sus trabajos escritos, auténticas teselas de una autora comprometida con la naturaleza, las gentes y sus costumbres. Nehmt mich bitte mit! Eine Weltreise per Anhalter (1956) y Als er noch da war: Roman (1983) son algunos de sus títulos.

Consiguió vivir como profesional del periodismo y sus dos coordenadas se resumen en redactar y dibujar; destacan a su vez, obras de ficción cuya materia se nutría de utopías: conceptos de un mundo mejor, universos óptimos más allá del terreno tangible que pisaba y describía. Alentaba un futuro lleno de ilusión y solidaridad. Escritora premiada y aplaudida, defendía el talento que toda persona lleva impreso. Asustada por el aumento desmedido de las urbes, admiraba el poder creativo del ser humano reflejado en la arquitectura. Promovió el proyecto textil de diferentes artistas, Histoires des villes: una colección de 20 piezas testimonio de la variedad y diversidad humana.

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