El periodo entre 1919 y 1933 de la historia de Alemania es comúnmente conocido como la República de Weimar, ya que su constitución fue escrita en el Teatro Nacional Alemán de esa ciudad (Weimar), pues Berlín era considerada demasiado peligrosa para ser sede de la Asamblea Nacional debido a los constantes disturbios callejeros causados por la Revolución de Noviembre de 1918. Durante el periodo entre las dos guerras mundiales, Weimar era políticamente un bastión conservador y centro de las corrientes nacionalistas alemanas. En 1926 el Partido Nazi llevó a cabo su segunda convención nacional en la ciudad, durante la cual se crearon las Juventudes Hitlerianas. Weimar tenía un doble simbolismo para los nazis: como lugar de la fundación de la odiada república y como centro de la gran tradición cultural alemana. Hitler visitó la ciudad en más de cuarenta ocasiones. Los años previos a la toma nazi de Alemania (y poco después de Austria) han sido una fuente inagotable de especulación e interpretación artística desde el violento y abrupto fin del gobierno que la destruyó. Con libros, reestrenos musicales, festivales de cine y exitosas series de televisión, "Weimar" siempre ha está muy presente en el ámbito cultural de nuestros días. Resplandeciente a tan solo veinte años de la destrucción del Reich de Hitler, Cabaret conservó en esa forma estadounidense tan sensacional, el musical de Broadway, la emocionante sensualidad, la intriga y la decadencia definitiva de aquella capital alemana condenada donde se desarrolló la cultura de Weimar. Por poner más ejemplos, las constantes reediciones de novelas como Berlín Alexanderplatz de Alfred Döblin y Gran Hotel de Vicki Baum o el exitoso paso por plataformas de la muy recomendable serie Babylon Berlin inciden en la importancia que tuvo dicha república. Y sí, también Billy Wilder puso su granito de arena para que supiéramos de los acontecimientos “in situ” que se estaban produciendo alli, y esta selección de sus artículos fruto de su trabajo como reportero independiente en el diario sensacionalista Die Bühne publicados entre septiembre de 1925 y noviembre de 1930 dan fe de ello. A veces con un rápido y ágil baile de palabras sencillas, a veces con un torrente de elocuencia poética, en Billy Wilder, reportero, el gran maestro comparte sus recuerdos como bailarín, sus observaciones como articulista y sus editoriales sobre las actuaciones que presenció en Weimar, Berlín y Viena, mucho antes de convertirse en un nombre importante de Hollywood. Esto ocurrió cuando era Billie Wilder, y en estos sus primeros escritos se esfuerza en ofrecernos una visión instantánea de una época y un lugar, junto con los diversos personajes que lo habitaron desde su perspectiva. Leer esta interesantísima página de su biografía ofrece al lector una idea de quién es quién, quién hacía qué y qué era lo actual desde este punto de vista cínica pero compasiva, y siempre con ese talante socarrón que fue marca de la casa del cineasta que parió clásicos incontestables como El Apartamento, Con faldas y a lo loco, Irma la dulce o En bandeja de Plata, por citar solo tres de sus innumerables éxitos de crítica y público. La selecta edición a cargo de Noah Isenberg, prestigioso historiador y académico de cine estadounidense, nos viene estructurada en tres partes bien diferenciadas: en la primera de ellas se recogen artículos sueltos de diferentes temáticas que nos dan una idea de aspectos locales muy concretos. Así leemos escritos dedicados a el arte de las pequeñas estratagemas; la naftalina; Filmstudio 1929 o pequeñas lecciones de economia. En el segundo apartado se nos hace una semblanza escueta de gente extraordinaria o personas corrientes que visitaron el lugar durante esa misma época, y ahí encontramos retratos de personalidades de la talla del Príncipe de Gales; la actriz Asta Nielsen; el escritor y dramaturgo Felix Hollaender o el director Erich von Stroheim, junto a otros textos dedicados por ejemplo a los críticos teatrales o a la mujer más anciana de Berlín. La tercera y última parte es para quien esto escribe la más disfrutable, ya que se trata de reseñas de cine y teatro escritas por Billy Wilder, y verlo metido a crítico con su afilada pluma es simplemente espectacular. Ahí hallaremos críticas a películas mudas estrenadas durante esa época, tanto comerciales como más experimentales, desconocidas en su mayoría para el gran público, así como otras de obras teatrales con encabezamientos como “¿teatro de jóvenes?” o La ópera de tres peniques, por quincuagésima vez. El libro es una delicia para incondicionales y también funciona de manera pintiparada para todos aquellos estudiosos de la historia del cine que quieran complementar su información biográfica sobre Wilder, ya que sus textos se contextualizan en una época y un lugar, el de Berlín y Viena de entreguerras, no demasiado trabajada de la vida y obra del autor. Nos encontramos con un hombre centrado y de buen humor, que buscaba celebridades y artistas, sin distraerse demasiado con los problemas mundiales más amplios que hoy en día conocemos. Como tal, es un personaje característico del Berlín vibrante y efervescente de los años veinte, y nos regala una serie de breves viñetas costumbristas que ilustran muy bien como era el devenir de una época muy importante. Puedes comprar el libro en:
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