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"Black Dog": Mi vida como un perro

miércoles 02 de julio de 2025, 12:11h
Black Dog
Black Dog

Avalada por un alud de galardones en distintos Festivales de cine donde se proyectó, entre ellos el premio a la mejor película en la sección Un certain Regard del Festival de Cannes en 2024 y dos premios más cosechados en la Seminci de ese mismo año, llega a nuestras famélicas (de buen cine) carteleras esta aclamada fábula existencial proveniente de China. Con muy pocos diálogos (el protagonista es casi mudo y lo que sabremos será gracias a los diálogos de los demás personajes), y mucho cuidado en la puesta en escena, el director Guan Hu cuenta la historia de la amistad entre un joven expresidiario y un perro callejero que todos consideran peligroso.

Durante una arriesgada carrera de motos, Lang (Eddie Peng) causó la muerte del sobrino de un mafioso local. Cuando el especialista regresa a su casa en las afueras del desierto de Gobi tras diez años de prisión, todas las miradas se centran en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín, un gran evento mediático con cuya pompa el aparato estatal celebra su edición de 2008. El mundo de Lang, una mezcla de paisaje lunar y escombros, es la antítesis de este espectáculo deslumbrante. Las casas desiertas de la ciudad son ruinas. Según un anuncio de radio, serán demolidas para dar paso al progreso.

¿Qué pasó con los residentes reubicados por la fuerza? El director chino Guan Hu lo retrata con gran sutileza. Tras el escándalo de la censura cinematográfica en su drama histórico bélico Los 800 (El preestreno se hizo con la película censurada en el Festival de Cine de Shanghái, en 2019, con una duración de 160 minutos que se redujeron a 147. Y con cambio de escenas y eliminación de otras tras pasar una segunda censura antes de su estreno definitivo en 2020), Black Dog narra la historia de un encuentro conmovedor entre humanos y animales, lo que, sin embargo, le permite abordar temas delicados de una forma menos directa, pero igualmente efectiva. Trata sobre los perros en la cultura china, que pasaron de ser animales de granja y alimento a ser queridas mascotas familiares.

Incluso en la mágica secuencia inicial, los perros vagan por el desierto como fantasmas. Viven por doquier entre los escombros; bien podrían servir como metáfora de aquellas personas que han sido reducidas a objetos de administración por el sistema. Para que la ciudad resulte atractiva para los inversores, innumerables animales de cuatro patas deben ser capturados e internados en campos. En su trabajo como cazador de animales, que acepta por falta de alternativas, Lang se hace amigo de un perro negro supuestamente rabioso: las interacciones entre ambos resultan conmovedoras, y ya de por sí justifican el precio de la entrada.

En esta elegante mezcla de road movie, western y comedia física, la estrella de cine chino de origen taiwanés, Eddie Peng, encarna a un antihéroe que, a través de su taciturnidad, se encariña cada vez más con su compañero de cuatro patas. Con ingeniosas elipsis, el director narra una historia, sin la necesidad de contarla de la manera narrativa tradicional. Casi cada imagen se transforma en un cuadro sutilmente observado que uno querría colgar en su habitación. Así, la película impacta por sus imágenes poderosas en su combinación de cine visual y emocional.

El protagonista es apenas un "personaje" en el sentido clásico: intuimos muy poco de su psicología y sus propósitos, pero es un formidable conducto para nuestra mirada, un explorador en constante movimiento por su pequeño mundo: a pie, en moto, en la furgoneta del perrero. Sus contínuos viajes fotografían una realidad sumida en el limbo: postapocalíptica y a la vez utópica, atrapada entre la dolorosa desaparición de lo que fue y la esperanza de lo que (quizás) será. Lo que llama la atención es el enfoque casi libre con el que el director decide mostrárnoslo: ni completamente documental ni completamente narrativo, su cine se nutre de estos elementos de una manera aparentemente improvisada.

Al final, un terremoto simbólico sacude el sistema. En el zoológico, que Lang cuida tras la muerte de su padre, el tigre abandona majestuosamente su jaula. Los animales restantes del zoológico también regresan a sus hogares en la ciudad. Un breve silbido, que Lang suele usar para comunicarse con su perro, cita la melodía de la canción principal de Pink Floyd, "Mother". La canción habla de una madre sobreprotectora, y la asociación con el invisible y omnipresente Partido Comunista es evidente. El hecho de que el renombrado director chino Jia Zhangke aparezca aquí en un papel actoral poco común subraya la relevancia de la melancólica obra maestra de Guan Hu.

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