- Divino verano, Vani, para acabar con los mitos que arrastramos impenitentes desde tiempos inmemoriales. No lo hay como salir del pueblo y ver mundo para que se te caigan todos de un plumazo.
- Y que lo digas, Puri. Ahora nuestros vecinos franceses van a dejar de ser chovinistas asquerosos para convertirse en unos tipos encantadores y amables que sonríen y te hacen la vida más fácil.
- Sobre todo las mujeres, porque, aunque te empeñes, ellos siguen siendo unos setas. ¿Sí o qué?
- Tía, es que no todos evolucionan igual. Ya sabes que las féminas se están haciendo las putas amas en todos los países y aquí hace tiempo que despegaron.
- Pues eso, a algunas nacionalistas de mi Españita de ahí arriba yo las mandaría a darse una vuelta por los alrededores para no tener que escuchar en la antigua frontera -es decir, donde te cobran antes de que te vayas-, sin mirarte al morro, algo así como: ¡Todo el día pasando colonialistas! Y mira que era joven la pava, que ya no saben si matan o espantan con tamañas aseveraciones. Nos dejó living, colega.
- Hay gente que no cambia, tía, y son odiadores desde que van a la escuela -ellos lo llaman de otra manera-. O lo traen mamao de casa, que también podría ser. Se convierten en unos auténticos catetos olvidando su esencia de pueblo tranquilo, pacífico, acogedor y sobrio como eran en los tiempos de Maricastaña. O yo creía que eso caracterizaba a casi todos. Ahora pienso que a alguien que nunca ha llevado bragas, las costuras le hacen llagas. Obvio.
- Muchas veces casi mejor los de fuera, porque aquí dentro ya los tenemos vistos a todos y no noto sino involución y mala follá. Panda de paletos y catetos encerrados en su pequeño mundo. ¡Qué les den por donde amargan los pepinos! No siempre lo nuestro es mejor.
- ¡Eso, tía! ¡Me ha encantado cruzar la France a todo gas por autopistas carísimas llenas de Aires para descansar! Casi cada diez kilómetros tienes uno con todo tipo de servicios para estirar las piernas y beber una agüita, porque no te venden más que refrescos sin alcohol en todo el trayecto. Tipos listos; te dejan poner el bugui a 130, pero no que vayas pedo, un suponer.
- Además, ni son groseros ni huelen mal, como tanta gente no viajada cree. Y se esfuerzan por entenderte. En inglés, claro… de hispanisfrance ni patata a pesar de la cercanía. Descubrimos ciudades con joyas arquitectónicas increíbles y gentes maravillosas… parlando poquito francés.
- Bueno, tía. No todo el mundo sabe idiomas y aún así, se comunican de maravilla. Como Paco el jerezano de Monschau, Alemania, en el Ristorante “Don Pepe Cortina”, que atendía la terraza de la plaza con una soltura digna de mención en varios idiomas, ja ja, y nos dijo: ¡Yo no sé alemán, ni francés ni inglés, pero lo hablo to! ¡Y con gracia se escuchaba su lengua cantarina! Un gusto encontrarte con paisanos trabajadores entre tanto teutón orondo de cerveza, ensalada de patatas y codillo asado con chucrut.
- Teutones y teutonas que trasiegan bier de 0,5 litros como si fuera agua bendita… incluso de litro la catamos ambas por eso de la integración.
- Que es lo único que aprendido a pedir tú y yo, tía, para estar a tono: zwei Bier, bitte.
- Y otro mito que se nos cayó. Son más lagartos que los españoles.
- Y que lo digas, pequeño saltamontes. Se dice de ellos que son eficientes, prácticos y amantes de las reglas y el orden… en su provecho, por supuesto. Evaden impuestos cada vez que tienen ocasión. Eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja en pueblitos encantadores con río -Monschau, Bad Münstereifel…, o con cara de vinagre y actitud de generales, como constatamos tras una opípara comida en Aachen -Aquisgrán-. ¡Only cash! Te sueltan al morro cuando sacas la tarjeta para pagar.
- Y ante tu incredulidad, te lo repiten hasta que te das por enterado. Y si no tienes leuros, te indican el cajero más cercano, los muy, muy ladinos. Hay que tener morro a estas alturas del siglo XXI, porque no solo se lo hacen a los foráneos, sino también a las viejecitas oriundas de la zona que se quedaban perplejas. Lo que no queda registrado, a la saca.
- Pequeñas cosillas, tía. No te quejes. Son gente muy educada, amable y deportista…
- ¡Que se tiran unos cuescos como cebollas! Y si no, recuerda cuando estábamos haciendo la compra en Rewe, un super tan limpito, bien colocado y con tantas referencias como un Corte Inglés teutón. Escuchamos un estruendo que casi echa a rodar las birras de las estanterías y, comprobamos alarmadas, que eran dos armarios de tres cuerpos riendo a mandíbula batiente mientras eructaban y lanzaban ventosidades a diestro y siniestro entre carcajadas. ¡Vaya par de animales!
- ¡Pobres criaturas! Ya sabes que la cerveza da muchos gases, colega. Fueron la excepción. Nosotras también volvimos con dos kilos de más y el abdomen hinchado al alterar nuestros hábitos alimenticios. Meteorismo puro que, aunque no es una enfermedad, se caracteriza por el aumento de gases en el sistema digestivo, distensión, eructos y flatulencias. Y vuelta a la normalidad con las verduritas y la dieta mediterránea que ellos no catan.
- Moraleja, no siempre donde fueres haz lo que vieres. Nos quedamos con paisajes maravillosos, bosque interminables y limpios donde los visitantes disfrutan de la bicicleta, pueblitos de ensueño, catedrales que se funden con el cielo, castillos de película, el concierto de Steve Mandel Band al aire libre… y gente educada y amable…
- Y de otros lugares que permiten que no se olvide el horror que sacudió al mundo no hace tantos años, como Vogelsang, la escuela nazi convertida en museo…
- Si tía, para que nunca se olvide y jamás se repita. ¡Ahí lo dejo!