Ahora he ‘entrado’ en este nuevo título con la mejor intención, con la convicción de acudir a una cita con un contador de historias vivaz, ocurrente, distinto, más, después de leer, por ejemplo, los relatos (bien distintos entre sí) ‘Paciencia’, ‘¿Qué llevamos en los bolsillos?’, ‘Búfalos’ o ‘Las personas huecas’ el resultado ha sido más bien decepcionante. Literatura roma, desvalida.
¿No fue Saroyan quien ha escrito que todo es materia literaria?, lo único que le cabe al escritor es transcribir la acción con gracia o pasión o, sencillamente, interés razonable. Los cuentos citados, no obstante, resultan sin embargo más bien obtusos, lejos de cualquier gracia narrativa; semejan apuntes anotados en circunstancias desiguales, preparativos literarios para su posible elaboración como cuentos, algo que no nos ha llegado sino como este símil de borrador.
Tal vez se trate de un título fallido, de un intento no cuajado de esa narrativa ‘sugerente, evocadora, afinada por el sentido del humor’ que señalé en su día. He seguido buscando la sorpresa nueva, pero no se ha dado. Sea pues que, a sabiendas de la capacidad de fabulación de que venía precedida la obra de este autor, y de su juventud, habrá que esperar que el tiempo afine sus virtudes literarias (ya demostradas) para tener acceso a una lectura innovadora y sugerente; algo que, en este libro, es difícil encontrar.
Sí contiene, digamos como compensación, un sinnúmero de circunstancias original, algo así como una realidad vista desde mil ángulos, pero algo amontonada, sin afinar.
Habrá que seguir confiando.
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