"Homenaje", de Paloma Fernández Gomá

En cualquier caso, serán protagonistas, María Jesús Fuentes que discurre por entre orillas y versos, resaltando el diálogo eterno de la poeta consigo misma o con el reflejo amatorio, en modo de complicidades, guiños y sensualidades para con sus lectores y lectoras. El mar, en efecto, es un espacio recurrente de la autora, de modo especial, el Estrecho de Gibraltar, pilar primordial de gran parte de sus libros. De hecho, Fuensanta Martín, también participante en el homenaje, resalta la simbología del agua y del mar en la poesía de Paloma Fernández Gomá que, ciertamente, profundiza en la tradición, razón por la cual, percibimos resonancias de Homero, Manrique, Garcilaso, Machado, Alberti, Neruda o Alfonsina Storni. La escritora Fernández Gomá es también una gran lectora que tiende puentes entre literaturas, culturas, orillas. El libro Arribar a la bahía fue precisamente el primer poemario que reunía autores marroquíes y españoles, como bien señala, Juan Emilio Ríos en su singular aporte sobre la autora como “pontífice de las dos orillas”. Puesto que un servidor también participa en este homenaje, con la fuente humanista literaria como premisa, cerrando la musicalidad del agua que ya se indicaba en el prólogo de Weblog del tiempo, “el mar es por tanto el símbolo de pensamientos que fluyen pero que también retoma una denuncia social, una evocación humanista de lo inhumano de muchas situaciones ubicadas en el Campo de Gibraltar”. Paralelamente, el escritor Mohamed Bouissef considera la misión de Paloma F. Gomá como mensajera de la paz a través de un poema: “Allá en tiempos jóvenes, remotos,/cuando arribar a la otra orilla/era sinónimo de cerrazones, no podíamos pensar/que un día futuro, en Algeciras,/estaría el núcleo de la razón...Cual paloma, surcas el Estrecho/para transmitir el mensaje de afecto/que todos anhelamos”. Una concepción del mar solidaria, reveladora y que marca los avatares del paso del tiempo. La profesora Mar Marchante identifica los trabajos de Paloma, su cronología lírica, su poética, destacando un poema “Mujer para todo” que bien podría ser un testamento lírico del manifiesto hecho social.

Aurora Gámez Enríquez insiste igualmente en la poética de nuestra escritora como librepensadora humanista tomando como referencia principal el poemario Iris, un libro que proyecta el intimismo y la universalidad, pero también repasando aquellos otros poemarios que ubican a Paloma Fernández Gomá como una sobresaliente representante de lo que se conoce como Humanismo Solidario.Una escritora de tanta solvencia y crítica literaria de tanto rigor como Ana Herrera, valora el impacto de la obra de Paloma F. Gomá. Especialmente, libros como Iris, Zéjeles de alborada o Weblog del tiempo, libro que fundamenta el pasado, la memoria o como bien señala Ana Herrera, la creación de “un paralelismo entre le transcurrir de la vida natural y la esencia del alma deshabitada”. Leonor Merino, profesora universitaria, escritora, poeta, traductora y directora de la colección de poesía “Wallada”de la editorial Diwán, donde se publica precisamente el poemario La soledad que nos habita. Leonor Merino se acerca con elegancia, empatía y certeza a la poesía de nuestra escritora. La define con belleza: “Buscar la eufonía de la obra basada en su íntima esencia, haciendo latir la alegoría de la palabra”. Destacamos igualmente, la intervención de Juan José Cibaja Peña (acaso Jj Argolla-Pañuelo, músico, cantante, poeta y también pintor, acercando orillas a través del testamento pictórico. Juan José Téllez, periodista necesario, escritor indispensable, se adentra en los pactos autobiográficos, acaso, las orillas personales de Paloma Fernández Gomá. En efecto, si el Estrecho se convierte en patria literaria y vital, ese mismo espacio desprende un latir universal y cosmopolita que revelan su plenitud y compromiso como escritora. La solidaridad de la escritora se subraya a menudo en este volumen, tal es la aportación de Juan Antonio Palacios Escobar. Solidaridad, feminismo, empatía y por supuesto, rigor literario, calidad poética y autenticidad. Seamos honestos, no son frecuentes todos estos valores en una misma persona. Un conjunto de situaciones que desembocan a la interculturalidad y ecocrítica en la poesía de Paloma F. Gomá, que muy bien recoge el escritor Aziz Amahjour, haciendo énfasis en lo que conocemos como “efecto de impresión” que acuño Edgar Allan Poe y posteriormente Gil de Biedma. Por otro lado, destaca fórmulas contemplativas o filosóficas, reflexivas o conceptuales, un conjunto que se concreta en una manifiesta interculturalidad, reflejada por ejemplo en la adopción del zéjel y versiones bilingües de algunos poemarios. La naturaleza es una inquietud de la escritora y un eje vertebrador de su escritura. La misma autora en su poética da cuenta de ello: “Es mi poesía un ito con el que tengo una cita todos los días para concitar a la naturaleza, a fin de dar fe de que estoy aquí frente a mis mímites, expresando aquello que de infinito o cíclico habita a mi alrededor”. La escritora y crítica Balbina Prior en un somero, aunque preciso acercamiento, nos habla de lo reflexivo, lo descriptivo, lo sensorial, lo moderno y lo tradicional, lo fronterizo y la necesidad de mostrar lo figurativo en sus distintos escenarios, la libertad, el conocimiento.

José Salguero Duarte, artista de manera general, librepensador, editor, pintor y poeta, establece el símil entre la lectura y el viaje desde la parcela emotiva, desde el día en que encontró un “libro viajero” de Paloma, titulado Veinticuatro retratos de mujer. No menos importante son las actualizaciones realizadas con metodología, tal es el caso de Isabel Camacho, escritora, investigadora de parapsicología y directora de un programa cultural radiofónico, tal es “Cultura Fest”, una situación que le permite estar al día y al tiempo poder establecer comparativas, considerando con razón que, Paloma Fernández Gomá es una referencia indiscutible, como lo son las nuevas generaciones. Tampoco falta a la verdad, cuando establece una relación terapéutica al arte. A todas luces, como proponía el pensador Georges Steiner, la poesía es un antídoto no solo a la locura sino también una forma de contrarrestar la banalidad y la vulgaridad, un anhelo por buscar lo profundo y lo bello incluso en lo superficial.