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Javier Alandes
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Entrevista a Javier Alandes: "Estiman que alrededor del 30% de las obras en museos, no son verdaderas"

Autor de "El rey del bronce"
miércoles 04 de junio de 2025, 17:16h

Javier Alandes (Valencia, 1974) es Licenciado en Economía y desarrolla su carrera profesional, además de cómo escritor, como formador y conferenciante en emprendimiento, storytelling y competencias transversales. Es autor de las novelas "Partido de vuelta" (2018), "La balada de David Crowe" (2019), "Las tres vidas del pintor de la luz" (2019) y "Los guardianes del Prado" (2022) y "La última mirada de Goya" (2023), una novela histórica de aventuras que explora los últimos días de ilustre pintor español y un hecho real y poco conocido: la misteriosa desaparición del cráneo del artista de su tumba. "El rey de bronce" es su última novela.

El rey del bronce
El rey del bronce

A alguien que conoce y ama el arte, como Javier Alandes, ¿le cuesta sustraerse del tema a la hora de escribir abordando otros géneros?

Me cuesta, sí. Lo primero es daros las gracias a vosotros, a Todoliteratura por dar voz a El Rey de bronce. Me cuesta porque el arte, considero que es algo de todos, sobe todo cuando hablamos de obras icónicas, de determinados artistas, de determinados estilos, es algo que todos tenemos un feed-back, pero bien es cierto que yo escribo novelas de aventuras relacionadas con el arte. Cuando esa aventura, además, va enlazada con una de esas piezas icónicas o uno de esos artistas, o uno de esos estilos que todos conocemos, a mí me parece que parece una aventura más emocionante. Ojalá que a los lectores también se lo parezca.

Sus grandes éxitos los ha tenido a través de la novela histórica, ¿por qué un thriller ahora? Claro, sin abandonar el arte…

Es muy sencilla la respuesta. Las anteriores novelas, Los guardianes del Prado, que trataba sobre el traslado de los cuadros del Museo de Madrid a Valencia en el primer año de la Guerra Civil, tenía que ocurrir en 1936 porque es cuando ocurrió ese hecho histórico. Y eso ya hace que sea una novela histórica simplemente por la anécdota o por el capítulo de la historia que se coge. Si queremos averiguar o dar una explicación a qué pudo ocurrir con la cabeza de Goya, inevitablemente nos tenemos que trasladar al Burdeos de 1928 e, inevitablemente, componemos una novela histórica. Pero aquí, el reto era muy diferente. ¿Sería posible a día de hoy fabricar un falso original -en este caso una estatua de bronce, es lo que plante la novela, pero podría ser cualquier otra obra de arte- y que un museo lo aceptara como bueno?

La novela es contemporánea porque el verdadero reto está en pasar esos controles de autenticidad más sofisticados del planeta. Por eso, no había otra manera de afrontar ese reto que ambientándolo en la época contemporánea.

Parte de uno de los casos reales más famosos de la historia, el de Han van Meegeren, al que han sucedido otros menos mediáticos. Con el avance de las nuevas tecnologías, ¿sigue siendo posible que a algunos aún les den gato por liebre?

Yo no soy experto informático, pero creo que todo sistema es hackeable. Todo sistema tecnológico, humano, tiene una puerta de atrás. Estamos hablando de que Han van Meegeren, ese autor que no falsificaba cuadros, sino que creaba falsos originales de Vermeer. Evidentemente, eso ocurrió en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, fue llevado a juicio en 1945 y no existían los métodos que hay a día de hoy para autentificar una obra de arte. No había tomografía computarizada, no había radiografía, Rayos X, Rayos Lasser, no había Carbono 14… A día de hoy sí que hay todo eso.

Para detectar una posible falsificación, tienen que concurrir dos factores. Por un lado, la ejecución de la obra, es decir, que sea lo suficientemente verosímil en ejecución, materiales, en estilo, en datación de la época y, por otro lado, la autenticación de la mano que lo hizo. Si hoy en día aparece un Goya inédito, se va a poder científicamente datar si pertenece a la época de Goya y, además, va a haber suficientemente obra comparativa como para que los expertos en arte puedan comparar si la mano es la de Goya o no. por lo tanto, es difícil a día de hoy que una obra de arte falsa cuele, pero no imposible.

¿Ha encontrado algún otro falsificador que le haya llamado especialmente la atención? ¿Es posible, como afirma al final del libro, que en el mundo entero admiremos obras falsas, o falsos originales, que nos dejan con la boca abierta como si fueran auténticas sin percatarnos del engaño? Tal vez es más fácil hacer la vista gorda y que la reputación de quién adquirió la obra no sufra…

Estiman, por determinados estudios, que alrededor del 30% de las obras en museos, no son verdaderas. ¿Y a qué nos referimos con no son auténticas? Pueden ser de la época que están datadas que pone el autor, pero puede ser que de esa época puede ser otra persona la que la firmara por el autor, incluso alguien de su taller o de su escuela. Pueden ser falsos originales, estamos hablando de una pintura del barroco, o del renacimiento, un falso original que se hizo a posteriori, 1800 o algo así, y que ya es un clásico en sí mismo, pero no es una obra original del renacimiento. O puede ser un falso original hecho al día de hoy y que aparentemente parece por estilo, por firma y demás.

¿Qué ocurriría, me pregunto muchas veces y es algo que todavía no he encontrado respuesta, en una de sus obras estandarte y que vamos a verla, descubriera que es falsa? Yo creo que el museo tendría un debate interno y no tendrían tan claro qué hacer desde el primer momento, pero, ¡ojo!, ¿qué ocurriría si son coleccionistas particulares? ¿Y si es un inversor de arte porque tengo un determinado patrimonio familiar, personal, invierto en obras de arte, he comprado un cuadro de un Velázquez menor, un Sorolla menor, un cuadro de un pintor importante que no está en un museo y he podido comprarlo y después en los análisis particulares que yo he encargado parece que no es auténtico? ¿Voy a vender ese cuadro? Como lo airee ¿lo voy a vender algún día? Es difícil, por lo tanto, yo creo que, en el mundo del arte, las falsificaciones, tiene que haber un número importante e igual de importantes son las razones de los propietarios ya sean públicos o privados, para pensarse muy bien qué hacen.

Han van Meegeren, su anécdota, su historia sobre los falsos originales de Vermeer, es una grandísima aventura, una historia alucinante e invito a todas vuestras lectoras y lectores de la web a que busque la historia de Meegeren porque es maravillosa, pero realmente, si Meegeren fue la chispa que a mí me hizo pensar, ¡ostras! ¿sería posible hacer un Han van Meegeren a día de hoy? En quien me basé en la novela es el Maestro Español. Una figura de leyenda que n siquiera se sabe si existe o ha existido y ha fallecido, pero hay varios estudiosos europeos del mundo de las antigüedades clásicas que ven inconsistencias en estatuas de bronce que hay en museos. Evidentemente, las estatuas de bronce no sabemos ni quién es el autor, es la estatua en sí misma quien tiene valor, no hay una firma de esa estatua de bronce, Claro ¿Y si esa estatua de bronce que está en el museo como perteneciente a la antigua Grecia, Imperio Romano, tener más de 2000 años, resulta que se hizo hace 100 años? ¿Y si la técnica para hacerla ha sido calcada de la técnica que se utilizaba en la antigua Grecia y unas manos muy particulares han sabido dar vida a ese busto o a esa estatua? Pues eso es lo que hacía esa figura legendaria del Maestro Español. Hay estudiosos europeos que le otorgan unas 36 obras en museos de todo el mundo. No hablemos de coleccionistas particulares.

Fijémosos también que, en Europa, normalmente los grandes museos son de titularidad pública, estamos hablando del Louvre, de El Prado, de la National Galery, esos museos, cuando van a adquirir una obra, evidentemente, no lo pueden hacer libremente, tienen que pasar una serie de controles, habrá reuniones de la junta, habrá presupuestos, habrá una serie de cosas. Y que Europa, siendo la cuna de la civilización poseía fondos como para que todos los museos puedan tener unas piezas destacadas. Pero, ¿y los museos de Estados Unidos? ¿Qué quieren tener obra clásica europea? ¿Cuántos museos puede haber que quieren tener pintura, escultura, tapices clásicos, renacentistas, barrocos? ¿Hay obra para todos esos museos? Se estima que en Estados Unidos hay, de El Maestro Español, de esas 36 obras, más de la mitad están en museos estadounidenses.

¿Puede más, en un falsificador, la ambición por el dinero, o satisfacer su ego demostrando que es capaz de engañar a los supuestos expertos? ¿Supone un reto, un desafío, que una vez superado, alaga y provoca vanidad, aunque no puedas compartirla?

No lo sé porque no soy falsificador, pero, después de escribir El rey de bronce, y tratar de entrar en la mente de las personas, en este caso un grupo de personas que van a hacer una falsificación por un motivo muy evidente, un motivo que les legitima a hacerlo, cuando alguien quiere falsificar, porque documentándome para este libro lees entrevistas… Eric Redjum, o de ladrones de arte como Eric El Belga, o las propias vivencias de Han van Meegeren, te das cuenta que todos son artistas que por sí mismos no han logrado triunfar con su visión del arte, con sus obras propias, pero tenían el conocimiento, las manos, tenían el don de crear. El crear una falsificación, yo creo que va más por el hecho de he hecho algo tan perfecto que he conseguido engañarlos, más que por el dinero en sí. Porque el dinero en sí, si un artista es reconocido por su obra, ya le llega también. Me romantiza más pensar que es por el ¡ostras! Tengo unas manos tan especiales que he conseguido engañarles.

Su obra, como las anteriores, ha requerido un minucioso proceso de investigación. ¿Por qué eligió un busto de bronce y no un cuadro? ¿Cómo surgió la idea?

La chispa de la novela viene sobre la historia de Han van Meegeren y sus falsos originales de Vermeer a mitad del S. XX. La pregunta era, ¿eso se podría hacer hoy? Y en la vuelta de tuerca, ya no era con una pieza de 300, 400 años, sino con una de 2400 años. Era como darle una vuelta de tuerca, de ahí el elegir una escultura de bronce como el maguffin de toda la aventura y puestos a elegir una escultura de bronce piensas, ¿qué escultura de bronce llamaría la atención de grandes museos, grandes coleccionistas, etcétera, tiene que ser algo muy especial. ¡Vamos a pensar en personajes, ¿de César? ¿Cleopatra? ¿de Cesarión, el que fue el hijo de ambos? A mí me seducía mucho el de Alejandro Magno. Primero porque no hay mucho material constatable que represente a Alejandro Magno en escultura, y segundo porque el imperio de Alejandro Magno y si influencia fue tan vasto que, además, había que crear una historia verosímil de dónde podría parecer a día de hoy un busto de Alejandro Magno, porque Grecia está hecha un queso gruyere, perforada y lo que ha aparecido, ya ha aparecido. Es difícil. Por eso, elegir a Alejandro Magno nos permite que esa estatua haya sido encontrada en Lahore, en Pakistán, porque se realizó en conmemoración de la batalla de Liraspes, en la conquista de Alejandro Magno en es parte de Asia… podía enlazar muy bien una parte histórica de la novela con la creación de todo este gran engaño que es El rey de bronce.

¿Sabía algo de la elaboración de piezas de bronce, del método de la cera perdida? ¿Y de las subastas ilegales que mueven millones de euros? ¿Qué le ha sorprendido más de ese mundo que se mueve en la sombra?

Cuando nos documentamos para una novela, evidentemente, lo que estamos haciendo es eso: documentarnos. Porque es posible que todas, todos, tengamos una idea inicial sobre cualquier tema, pero no somos grandes, o al menos yo, no soy un gran conocedor de ese tema. Por lo tanto, he tenido que profundizar en esos dos temas, que son muy interesantes. El método de la cera perdida, que era el método mediante el cual se elaboraban estatuas de bronce en la antigua Grecia, y las subastas ilegales. Del método de la cera perdida existe mucha documentación bibliográfica, gente que en vídeo lo ha recreado, que requiere de unos cuantos días de elaboración par hacer una estatua… hay mucha documentación muy interesante que me ha valido para esa recreación de la estatua de El Rey de bronce.

El tema de las subastas ilegales, ahí ha habido que bucear un poco más. Estamos hablando de que cualquier bien que se encuentra en una excavación y demás, es un bien que, por un lado, pertenece al país donde se está realizando la excavación, y que además es un bien que tiene un interés cultural, interés histórico supremo y que cualquier institución, universidad, museo, le encantaría colaborar en el análisis, estudio, datación, etcétera. ¿Qué ocurre? Que, si una pieza aparece y entra en ese proceso de grandes universidades, museos, instituciones que quieren colaborar en esa datación, esa pieza ya está muy controlada. Pero luego resulta que los coleccionistas privados tienen piezas muy curiosos y piezas con miles de años de antigüedad que han debido saltarse ciertos procedimientos.

Esas subastas ilegales existen, ahí hay bienes que pueden haber aparecido en Europa alrededor del S. XVIII, alrededor del S. XIX, y que no han pasado ese control… que ha escapado por debajo del radar de museos, universidades, gobiernos… y que, evidentemente, no se pueden subastar a la luz pública. Se hacen en esas subastas ilegales de grandes coleccionistas.

"Mi intencion es seguir escribiendo aventuras con arte"

Los “timadores”, tienen una serie de habilidades y características personales importantes para desarrollar su “trabajo” con éxito, pero llevar a cabo un plan como el que narra El rey de bronce, requiere no solo habilidades, sino una mente fuera de lo común. ¿Qué le atrae más de su personaje principal?

El rey de bronce, sigue esa línea de aventuras con arte, de mis anteriores novelas -es lo que me gusta leer, por lo tanto, es lo que me gusta escribir-, y, por supuesto, mi intención es continuar escribiendo en esa línea. Aventuras con arte. El rey de bronce, en literatura, es lo que sería Ocean´s Eleven, El Golpe, El secreto de Thomas Crown, La casa de papel… esas historias de grandes engaños, esas tramas de un plan complejo, esas historias que creo que como espectadores y lectores -en literatura no está muy explotado este tema, pero en cine y televisión sí- esas historias tienen una serie de tropos, de puntos que las hacen reconocibles. La creación del equipo, que las distintas habilidades por parte de ese equipo, la creación del clan, el ponernos de parte de personajes que están haciendo algo ilegal, evidentemente, pero nos ponemos de su parte porque están haciendo algo ilegal contra alguien o una institución o poderosa, o despiadada, que se lo merece a nuestro juicio, y porque ese plan se ejecuta desde la inteligencia y no desde la violencia.

Para que el plan se ejecute desde la inteligencia, nos tiene que sorprender a nosotros, lectores del S. XXI, que lo hemos leído, que lo hemos visto todo, hay que crear ese plan desde un ¡ostras! ¡eso sí que no me lo esperaba! Y ahí viene otro de los grandes retos de escribir El rey de bronce para mí, que es crear un personaje principal mucho más inteligente que yo. alguien que vaya tres pasos por delante no solo de la policía que le persigue, incluso de su equipo y, por supuesto, de las personas lectoras, para que cada parte del plan sea más espectacular, sea menos previsible, sea un giro de tuerca más en la trama.

¿Y de su contrario? ¿Qué parte de usted se identifica con cada uno, o le gustaría identificarse…?

El antagonista de la primera película de Ocean´s Eleven es Andy García que es el propietario de tres grandes casinos, alguien amante del lujo que quiere que la gente se sienta muy a gusto en sus casinos para que se gasten mucho dinero, pero alguien cuya ambición es de dinero… al público nos parce alguien un poco prescindible, un poco despreciable, pero cuando generas un antagonista en el mundo del arte, inevitablemente, ese antagonista es un amante del arte. Entonces, hay ciertas motivaciones del antagonista que igual hasta compartimos. Porque inevitablemente es un amante del arte. ¿Se puede meter alguien a traficar con obras de arte porque es un bien valioso? Puede ser, pero probablemente quien se meta es porque entiende de arte. Es porque tiene una carrera a sus espaldas viendo obras, analizando, por lo tanto, es un amante del arte.

Esa parte antagonista es malvada, pero también tiene cosas muy interesantes. Se plantea un dilema en la novela que es: ¿qué es más importante en una obra de arte? ¿las emociones que despierta o la mano que la firma? Las dos son importantes, pero probablemente si tuviéramos que elegir solo una, creo que casi todos elegiríamos las emociones que despierta. Al final, un cuadro de Goya, que represente un conejo muerto que acabamos de cazar en una mesa, a lo mejor resulta que no tiene una riqueza temática, pictórica y tal, y simplemente tiene valor porque está firmado por Goya, pero cuando ves las Meninas, las emociones, la comprensión de lo que Velázquez nos estaba contando, el juego de espejos, despierta una serie de emociones que son difícilmente repetibles por cualquier otra cosa. Entonces, si son las emociones, ¿por qué las ciudades no están llenas de copias de las Meninas? Porque las emociones que sentiríamos serían las mismas… Pues tampoco. Porque esas emociones está demostrado que se reproducen al ver la obra original. Al ver esa obra que lleva siglos y va acumulando años y ha pasado un periplo, y ha pasado aventuras… El arte, como argumento para una novela nos trae reconocimiento por parte de las personas lectoras, que tenemos un cierto conocimiento de qué estamos hablando; nos trae motivaciones tanto por los protagonistas como por los antagonistas, nos trae técnicas, nos trae estilos… y esto, más allá de ser una novela de aventuras, pretende entretener, pero también despertar la curiosidad de los lectores, en ese caso, en una de las vertientes del mundo del arte que es ¿original? ¿falsificación? ¿copia? ¿emociones?

¿Cómo ha sido su proceso creativo? ¿Estaba todo perfectamente planificado o, en algún momento de la historia, se ha dejado arrastrar por ésta?

Nunca me dejo arrastrar por ninguna historia. Es cierto que me gusta tener planificada la novela, toda la historia en diez o quince folios, la sinopsis completa, dividirla en capítulos, que cada capítulo tenga su leitmotiv, su dosis de información para el lector, el ladrillo que va construyendo la catedral, y además, es cierto que todas mis novelas son un entramado de personajes, tramas, subtramas, motivaciones, donde yo intento llevar al lector hacia un lugar y que cuando llegue la liebre aparece por otro sitio y se van conectando las tramas del presente con las del futuro… y eso a mí me resultaría muy difícil hacerlo de una forma inspirada. De una forma de me siento a escribir y a ver qué me sale. Mis novelas están planificadas de inicio a final, lo que no significa que pueda haber algún pequeño cambio o que pueda introducir alguna escena que en principio no la había contemplado porque la consideré innecesaria, pero la mayor parte de la novela está ya en la cabeza antes de ponerse a escribir. En este caso, además, que se trata de ese gran plan, que podría haber hecho el profesor de La casa de papel, o Paul Newman y Robert Redford en El golpe, o lo pensaba muy bien antes de ponerme a escribir o podía confundir al lector o podía perderme yo en ese mismo plan; podía o ser tan espectacular como yo pretendía que fuera… entonces no, esta novela está muy pensada antes de empezar a escribir la primera página.

Para mantener el ritmo, ¿qué le ha resultado más complicado? ¿la trama, los personajes, las descripciones, la historia, los diálogos…?

Fijaos, Javier, Maudy que, en Los guardianes del Prado y La última mirada de Goya, la anécdota en la que me baso, ocurriera en un tiempo que no es el contemporáneo, obligatoriamente es una novela histórica. Y esa novela histórica, obligatoriamente, conlleva documentación. Muy importante, histórico-política… documentación de contexto social, medios de comunicación, medios de transporte… ¿cómo era correos? ¿cómo el vestuario? ¿y los peinados? Documentación geográfico-urbanística… El rey de bronce es contemporánea y no ha ocurrido todo eso. Pero sí hay una documentación en la recreación de la creación de una estatua de bronce, en determinados procesos policiales, en determinados procesos de subastas, en algo que no es histórico pero que ha llevado mucho trabajo porque tampoco es información que esté muy a la luz, tampoco es información que florezca en cualquier página web, ha habido que preguntar a determinadas personas que tampoco nombro ni siquiera en los agradecimientos porque ellas mismas me lo han pedido… Ha llevado otro tipo de documentación que me ha hecho a mí, como autor y como escritor, aprender y crecer.

Creo en la suerte para todo en la vida

Al autor nunca le han gustado los personajes planos; todos tenemos aristas y lo refleja muy bien. ¿Le gusta que el lector tome partido y empatice incluso con los que se saltan la ley?

Yo creo que todas las personas que presenciamos una historia, ya sea en el cine o en el teatro, una serie, una novela, inevitablemente tomamos partido por las personas, por alguno o algunos personajes, designamos quién es el bueno y quién es el malo, con muchas comillas. Pero yo creo que también nos gusta que al que hemos designado como bueno, al que hemos decidido que vamos a poyar, empatizar, llega a su destino, tenga dobleces porque, primero, porque nosotros como personas los tenemos, y segundo porque vemos que si alguien está inmerso en esa aventura y es una persona que tiene dobleces, yo creo que nos tranquiliza a todos un poco. Este es el héroe, pero también tiene su parte oscura y no pasa nada. No es ese héroe perfecto, ese ideal griego del héroe clásico que era un dechado de virtudes… Yo creo que, hoy en día, a los espectadores nos gusta identificarnos con un personaje que tenga una motivación muy clara para hacer lo que hace, pero que también tenga una serie de características personales que pueden ser éticamente reprobables pero que nos tranquilizan porque, yo al menos, a lo mejor yo también tengo alguna característica éticamente reprobable. Creo que la identificación con los personajes viene por ahí, por esos personajes en escala de grises.

¿Cree en la suerte?

Creo en la suerte. Sí. Creo en la suerte para todo en la vida. Creo en la suerte de que llegas tarde a la estación y ese día el tren se ha retrasado diez minutos y lo coges, aunque hayas llegado tarde, creo que sí que existe, pero también creo que la suerte no sirve de nada si nosotros no estamos preparados para aprovecharla. Entonces, creo que está al alcance de todos, pero no todos estamos preparados para aprovecharla… Creo en la unión de la suerte y el trabajo para aprovechar esa suerte.

¿Le ha resultado atractivo ambientar la novela en la época actual? Todo está ahí, las tecnologías avanzan rápido y la IA nos devora, pero ¿somos más vulnerables que hace años? ¿Estamos más expuestos precisamente como consecuencia de estos avances?

Un apagón de unas horas creo que nos lo demuestra. No sabíamos cuando iba a volver la luz, sólo eso, nos generó como sociedad inquietud. Vimos lo frágiles que éramos. Que no podíamos pagar con tarjeta, que no funcionaban los medios de transporte, que no funcionaba la telefonía, no funcionaba Internet y que lo que acabó funcionando era lo que utilizaban nuestros padres o nuestros abuelos, la radio a pilas, la linterna a pilas o las velas… por lo tanto, yo creo que sí, que estamos muy expuestos.

Nos proporcionan una gran comodidad las nuevas tecnologías, pero también el tener nuestros datos, nuestras tarjetas bancarias… también nos hace más vulnerables. El aparecer nuevas tecnologías en mi novela, era algo que me preocupaba, porque hubieran quedado desfasadas dentro de cinco años, o dentro de diez y entonces a novela se convierte en algo un poco en tierra de nadie. ¿Qué nos ocurre con esas películas? ¿Qué les ocurre a mis hijos con estas películas de los ochenta o de los noventa donde el protagonista o un personaje lleva un teléfono en el coche como los que se tenían en casa? Es completamente anacrónico y no saben ni lo que es. Tenía miedo y he tenido que elegir muy bien qué tipos de tecnología incluía en la novela para intentar que eso no pudiera ocurrir en un periodo de cinco o diez años; que no quedara completamente desfasada.

Para mí, que vengo de escribir novelas históricas, también ha sido un reto el escribir una novela contemporánea por la forma de hablar de los personajes, la forma de actuar, el mirar cómo actuamos en nuestro día a día y los personajes lo replicaran.

Ha sido un ejercicio muy divertido.

Javier Alandes, a través de El rey de bronce ha aprendido…

A falsificar una estatua de bronce, absolutamente, ahora ya sé los materiales que necesito, ahora ya sé los tiempos, ya sé los procedimientos, lo sé todo.

Hay algo que los protagonistas necesitaban. Para fabricar la estatua de bronce, para pasar esos controles sofisticados por parte de una entidad independiente de alcance mundial, había algo que era impepinable. Algo que era imprescindible que los personajes tuvieran en su poder, y es que, si la estatua data de la época de Alejandro Magno, S. IV a. de C., los protagonistas tenían que tener en su poder, bronce del S.IV a. de C.

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