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"Julio César. El arte de la política", de Francisco Uría

Editorial Berenice. 2023
martes 10 de junio de 2025, 17:16h
Julio César. El arte de la política
Julio César. El arte de la política
Estamos ante una obra sobresaliente, sobre uno de los personajes más conspicuos y, porque no decirlo, paradójicos de la Edad Antigua. Gayo, que no Cayo, Julio César fue un personaje de una talla descomunal, con muchas más luces que sombras. Ya era destacado entre sus conciudadanos, porque era muy diferente a la masa que le rodeaba. Y el siguiente texto lo deja claro de forma paladina.

Cayo César exhibió una facilidad semidivina en todo cuanto hizo: encantador hombre de mundo de perfectos modales, amado de las mujeres, acreedor de todas las magistraturas, uno de los mejores oradores de su época, clásico de la literatura latina, general invencible -uno de los militares más grandes de todos los tiempos, según su biógrafo Goldsworthy- y, al final, egregio estadista, primer hombre de Roma, el más poderoso de toda la historia desde su fundación. Dandi, extravagante en el vestir, frugal con la comida, abstemio, codicioso de las riquezas por el placer de gastarlas con prodigalidad, obraba con esa determinación de hombre de acción en estado puro que reposa en una confianza en sí mismo casi desmesurada. No dudaba en correr riesgos inauditos cuando era necesario porque estaba convencido de que la casualidad se ponía invariablemente de su parte: podría permitirse ser audaz hasta la temeridad porque se sabía con buena suerte, una especie de predilecto de la Fortuna. Tan es así que, cuando le parecía, detenía el curso trepidante de su carrera. Cansado de la guerra, atraído por Cleopatra, pasa en Egipto unos meses de asueto, incomunicado, mientras el mundo espera en suspenso sus noticias. Cuando triunfa de todas las batallas y llega a ser el amo del mundo, lejos de comportarse como un tirano sádico, se muestra magnánimo, razonable, clemente con los vencidos. No hay atisbo de morbosidad en él: es implacable hasta lo inhumano cuando su destino lo exige, pero no le da ningún placer el dolor ajeno”.

Julio César fue un personaje histórico esencial para el momento histórico en el que le tocó vivir. Hasta tal punto es así la cuestión, que importantes historiadores de la Antigüedad, lo tuvieron como parangón ejemplificador de todo lo que le rodeaba, y podemos destacar entre otros de mayor o menor enjundia a: Tácito, Suetonio o Plutarco. Gayo Julio César nació el día 13 de julio del año 100 a.C., su familia era importante, sí del patriciado, pero no excesivamente rica, aunque su situación económica permitió a sus padres darle una educación esmerada. Fueron sus padres: Gayo Julio César “el Viejo”, que sería pretor y procónsul de la provincia de Asia en los años 90 a.C., y su madre sería Aurelia Cota (m. año 54 a.C.), en la Antigüedad sería reputada por haber dado una esmerada educación a su único hijo varón. Su tía paterna, Julia, contraería matrimonio con Gayo Mario “el Viejo”. Tuvo dos hermanas con el mismo nombre: Julia “la Mayor” y Julia “la Menor” (m. 51 a.C.), esta última casada con Marco Acio Balbo, quien sería la abuela-materna del Emperador César Augusto, y la hermana mayor sería la esposa de Lucio Pinario primero, y luego de Quinto Pedio. Gayo Julio César se matrimonió en tres ocasiones: con Cornelia (84 a.C. a 68 a.C.), con Pompeya (de 68 a.C. hasta 63 a.C.) y con Calpurnia (de 59 a.C. a 44 a.C.), además de mantener una relación espuria con la Reina Cleopatra VII Filopator de Egipto, con la que tuvo un hijo llamado Ptolomeo Cesarión. Julio César siempre estuvo muy vinculado, afectivamente, a su madre, quien le refirió su genealogía procedente de los Reyes de Roma, y, asimismo de las divinidades romanas, sobre todo de la diosa Venus.

«Descubre el fascinante retrato de uno de los personajes más influyentes de la historia en este cautivador ensayo sobre Julio César. A través de un análisis profundo y minucioso, Francisco Uría, autor de La pequeña librería de Stefan Zweig y A orillas del Rubicón, revela cómo este legendario líder encarnó muchas de las cualidades y atributos que definen al político moderno. Julio César, un adelantado a su tiempo, dejó una huella indeleble en el escenario político y social de la antigua Roma. Su carisma, dotes para la estrategia, brillantez intelectual y habilidad oratoria lo convirtieron en una figura única. Este libro nos sumerge en su intrigante vida y muestra cómo su búsqueda implacable de poder, su populismo inicial y su genio militar marcaron un antes y un después en la historia política. Asimismo, subraya la enorme trascendencia que en su formación tuvo Hispania (España). Explorando tanto sus éxitos monumentales como sus controvertidas decisiones, descubrimos cómo Julio César personificó y anticipó las virtudes y los vicios del político moderno. Su ambición desmedida y su capacidad para manipular a las masas son aspectos que siguen resonando en la política actual. La lectura de estas páginas permitirá entender por qué, tantos siglos después, su legado ejerce un marcado influjo en el mundo contemporáneo».

En este momento histórico, la urbe capitolina del SPQR está dividida en dos grandes facciones, enfrentadas por la consecución del poder, salvo que se trate de luchar contra un enemigo exterior, ya que entonces los romanos son uno contra el de fuera. Son los optimates o clase ecuestre senatorial, que luchan denodadamente para no perder sus privilegios políticos y sociales de clase. Los otros son definidos como los populares, quienes, aunque perteneciendo, en algunos casos, a familias del patriciado, están muy preocupados porque se realicen reformas sociales que beneficien a los plebeyos y aquellos grupos ajenos a la clase senatorial. Serán estas condiciones sociopolíticas las que produzcan, por poseer intereses claramente contrapuestos, diversos enfrentamientos civiles muy cruentos. Su acusada personalidad no se humillará ante nadie, el caso paradigmático es el de la presión realizada, sobre él, por el dictador Lucio Cornelio Sila, cuando le exigió que se divorciase de su esposa, Cornelia, y se casase con una esposa de su elección, el joven Julio César se negó taxativamente, y se vio obligado a escapar de Roma para evitar su pena de muerte. Inclusive no tuvo el más mínimo problema en sobornar a la patrulla siliana que le fue a buscar para su detención.

El parentesco con Mario dio a César una filiación política y, seguramente, un buen adiestramiento militar, lo que incluyó, como era habitual en los ciudadanos romanos, no solo lecciones de estrategia sino también el adiestramiento en el combate individual. Y es que César, y es importante no olvidarlo, no fue nunca un general que dirigía a sus tropas ‘desde una lejana colina’ sino que participó junto a ellas en feroces combates en los que bien pudo resultar gravemente herido o incluso muerto. Tuvo suerte, no cabe duda, y esa suerte le fue reconocida por sus hombres, seguramente supersticiosos, como él, y que no vacilaron en seguir a un comandante afortunado”. Julio César, siempre admiró a Alejandro III Magno de Macedonia. «Libidines at potiudum incitantur. ET. Dei providentia hominum confusione».

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