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Firma invitada

18/12/2020@03:00:00

Las palabras, sus amadas palabras, las salvadoras palabras, esas que su querido maestro Américo Castro le había enseñado a amar, acuden en su auxilio cuando, acabada la guerra, y ya en Madrid, siente María Moliner la melancolía de las energías no aprovechadas, tras su jornada en la Biblioteca de Ingenieros Industriales, donde ejercía de bibliotecaria.

Para celebrar la dispensa —al menos en Rusia y en Gran Bretaña— de la ansiada vacuna, les traigo una jocosa noticia que despertó de inmediato mi curiosidad: los cuatro leones —a saber: tres leonas y un macho— del zoológico de Barcelona se han infectado de la covid. No me negarán que la noticia no encierra su guasa; y no solo porque esta manada sea una flagrante representación del perseguidísimo machismo, sino porque las fieras, en esos jardines de exhibición, suelen permanecer bajo un “confinamiento” vitalicio. Entonces, ¿cómo ha sido posible el contagio? La gacetilla solo añadía que dos empleados del parque habían aquejado ya la enfermedad, insinuando, pero sin especificarla, que estos mantenían algún tipo de intimidad con los feroces felinos.

Leo en el estupendo artículo de Antonio Muñoz Molina (Babelia 12 dic) ese primer terror infantil que comparto y que me quedó en la memoria de niña y que tantas veces incluso de adulta lo he rememorado. Todavía cuando voy a casa de mis abuelos veo esa escalera por donde subía el “malvado” e imagino la madre diciendo “ya se irá, ya se irá…” mientras la niña oía los pasos cada vez más cerca, “ya sube el primer escalón…-sentía”.

Dice Pablo Iglesias que deberíamos estar contentos porque Bildu, en lugar de pegar tiros, haga política (a cualquier cosa le llaman política). Y no te creas que suelta esa chorrada porque se le han subido los humos al moño.

«Los aliados ganamos la Segunda Guerra Mundial por que nuestros científicos alemanes eran mejores que los científicos alemanes» Sir Ian Jacob, secretario militar a Wiston Churchill
En 1954 como señala sobre la cuestión nuclear Abdul Majid Padar «La India planteó la cuestión de desarme completo y universal ante las naciones unidas. En 1965 propuso un acuerdo de no proliferación internacional según el cual, si fuese aceptado, por los estados nucleares prescindiría de sus arsenales nucleares y los países no nucleares se comprometerían a no desarrollar o adquirir armas nucleares. En 1978 propuso un estado encaminado a comprometerse a no usar armas nucleares. En 1982 propuso la congelación de la producción de armas nucleares.

Soy una romántica incurable. No soporto que quieran meter a Sarkozy en el trullo por corrupto y destruir una de las historias de amor más morbosas de Europa. Todo es demagogia y populismo barato.

Cervantes dedicó a Barcelona varios elogios, entre los que destaca éste que pone en boca de don Quijote, cuándo le escucha a usted decir, que el “castellano ya no será “lengua vehicular” en Cataluña

No es lo mismo nacer y crecer en un marco rebosante de posibilidades, que hacerlo en otro cuajado de limitaciones. Sin embargo, sea cual sea nuestro encuadre, en tanto que humanos golpeados o mimados por nuestra herencia y/o nuestro medio, más allá de sujetos pacientes, somos -ante todo, sujetos- y por ello agentes y “hacedores” de circunstancias e influencias. En buena medida nos hacemos los unos a los otros y también a nosotros mismos. Lo que esta claro es que Julio Caro Baroja (Madrid, 1914 - Vera de Bidasoa, Navarra 1995) multiplicó los dones que había recibido y es, probablemente, el intelectual del siglo XX que mejor ha encarnado la “parábola de los talentos”.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

Como un río que surge de nuestras entrañas aparecen autores que uno tras otro nos invitan a viajar y, sobre todo, a aprender de sus experiencias que, por una serie de circunstancias, muchos no podemos hacer. Pero quizás es para eso el género de la literatura con grandes palabras en donde el titular hace realmente y describe en sus páginas lo que un autor o autores nos quieren contar.

El benemérito cervantista Don Sabino de Diego Romero, ex alcalde de Esquivias, España, descubrió más de 1.100 perlas documentales de inapreciable valor sobre Catalina y sus parientes, que corrigen los errores de los biógrafos cervantinos sobre la vida de Catalina, hija de Catalina de Palacios y Salazar y de Fernando de Salazar Vozmediano, soldado de Flandes, Metz y San Quintín, cuyos hermanos Alonso, Francisco y Gonzalo sirvieron en Flandes, y Juan falleció en la conquista de las Indias, donde «los indios le tuvieron a cebo y se le comieron».

No solo de Maradona vive el hombre. Su triunfo se lo ganó a pulso emergiendo desde el arroyo, del solar de los pobres. Pero no olvidemos que detrás de su mitología popular se encuentran los dueños del deporte balompédíco.

Exactamente hace ahora 98 años, el 1 de diciembre de 1922, con veintidós años de edad, se incorporó María Moliner a su puesto en el Archivo de Simancas.

El pasado martes, en la librería Rafael Alberti, de Madrid, Cecilia Orueta nos presentó su último libro de fotografías, The End. Suma su tercera entrega a este género, tras Elogio de la distancia (2009) y Los paisajes españoles de Picasso (2018).

El jueves, 12 de noviembre, tuve la oportunidad de asistir al homenaje que el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid dedicó a un escritor por el que siempre he sentido profunda admiración debido a su capacidad de practicar el arte de la narración en su expresión máxima: Miguel Delibes.

Un chasco más que me llevo en la vida y no será el último. Ernesto Gasco confesaba hace unos días en la portada de “El Diario Vasco”: “Hay que romper silencios”. Joder, qué honesto y qué valiente, pensé, se referirá al despelote pactista de su jefe, el “iluminati” Pedro Sánchez. Pero una vez más estaba equivocada.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.