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"El gran amor", de Andrés García Cerdán

Colección Visor de Poesía, Madrid, 2025
domingo 25 de mayo de 2025, 12:11h
El gran amor
El gran amor
Andrés Garcías Cerdán se acerca a la literatura entre la necesidad de crear y la de ensayar, pues en ambas parcelas su labor es sobradamente conocida y reconocida. De hecho, este nuevo poemario ha sido galardonado con el XXVII Premio de Poesía Generación del 27. Un poemario que celebra la cotidianidad, la necesidad de reequilibrar lo injusto, cuando no una violencia sin alma ni compasión.

Un poemario que evidencia la no inocencia de la poesía, más bien que se enmarca en un tipo de humanismo solidario que atiende a la utopía, o por usar palabras del poeta García Cerdán: “No otra cosa es la poesía: flotar sobre aguas invisible, imposibles”. El lector interesado se identificará de inmediato con la propuesta poética del poeta de Albacete. El gran amor, libro divido en dos partes, “La Anunciación” con 216 composiciones y “Mentiras, Mentiras”, con otras 16 composiciones, una simetría que se refuerza con el equilibrio de Lettera aperta que, en cierto modo, nos orienta en cuanto a datación y genesis del poemario, atendiendo a los agradecimientos y algunas referencias esenciales (Rilke, Ibn Arabí, Marcuse) con la magistral música de David Bowie como pilar. Aquí nos topamos con su ironía inteligente al recorrer lugares simbólicos como Saint-Jean-de-Luz, Santander, La Manga del Mal menor, Port d´Andratx y, lógicamente, Fuenteálamo y Albacete. Ese concepto de invisibilidad, aplicado aquí a las aguas invisibles es el recto de una moneda, cuyo reverso no es otro que el compromiso genuino. Me parece de gran humanidad , especialmente en unos momentos tan crueles y sangrientos contra el Pueblo Palestino, subrayar la hipocresía silenciosa, la mayoría de las veces. Solo por honrar la humanidad del poeta y sus agradecimientos, transcribimos una de las partes primordiales del poemario: “Quiero dedicar el libro entero a Bilal Saleh, de Sawiya, Palestina, cazado, asesinado por ladrones de tierra israelíes mientras trabajaba en sus olivos”. Resuena el argumento de Celaya en virtud del cual la poesía es un arma cargada de futuro, pero desde luego, las palabras de la poesía deben llenarse de futuro y de amor. Como bien señala otro magnífico poeta y crítico, tal es Juan Antonio González Iglesias:

“El gran amor contiene todos los bienes que la poesía puede aportar al mundo en este momento exacto de la historia. Es un gran rechazo a la violencia y a las muchas formas del mal. Andrés García Cerdán camina serenamente sobre las huellas de Horacio y apasionadamente sobre las de Rilke. Entre la anunciación y la blancura, sus poemas pueden ser leídos como un diario de momentos inolvidables, como un emocionante libro de viajes o como un insólito ensayo, que no separa la belleza del compromiso político. Todo es milagro, porque todo es poético. Al poeta no le da miedo maldecir ni bendecir”. En cualquier caso, este bello poemario cierra con la música innovadora cuando no profundamente intelectual de Bowie y abre con una canción “Gigantic” de un grupo estadounidense de rock alternativo, The Pixies. Amor, armonía, autenticidad, ingredientes que discurren con una nueva mirada sobre un viejo mundo, con la necesidad de ir desnudando el lenguaje y desvelar cuantos secretos encierre. Además, con la voluntad de parcelar el inmenso territorio del tiempo. En el poema “Meteorito” nos escribe “Desde el principio lo supimos”. En el poema anterior “Para guardar en un nestuche de madera de cedro” nos escribe “Lo que hago ahora mismo es desvelar algo que ya sabía...y que entrevisto no sé si con el sueño o con la lucidez de quien mira muy atentamente lo invisible”. Cabría recordar una espléndida reseña de Luis María Anson, desentrañando el hilo, acaso la trama poética cuando no el aliento poético que se destapa en la verdad profunda de Rilke, en la certeza de la cotidianidad horaciana, la pureza del alma que fijaba José Hierro, la incertidumbre del acontecer de Roberto Juarroz, un segmento de Cervantes a Valente, el lenguaje oceánico de Fray Luis de León, o la modernidad de Rimbaud que se expresa precisamente con uno de los textos menos innovadores del genial poeta francés “Durmiente del valle” (soneto, alejandrino, rima regular, pero con un uso muy expresivo del rechazo, un contraste obvio entre lo dulce y lo macabro Una reseña que condensa a la perfección el alma del poemario “Ante el temor de lo invisible, morir de amor”.

Andrés García Cerdán logra un intensidad emocional casi sublime que pueden percibirse en textos como “El gran rechazo” que bien podría ser el testimonio de su poética, con un trasfondo libresco, o por ser exacto, placer libresco que va con el mismo poder evocador de la caja que se abre para que nos impacte el arte como gran rechazo del mundo, o como mediación, formas geográficas, dilucidaciones de leyes indiscutibles, como la contradicción, los elementos que van del misticismo al materialismo, de lo infinito a lo pictórico. Una consideración que se aplicará en toda regla en el poema “Lo sublime”: “Lo sublime es esta manera de olvidarse del mundo y de estar en el mundo más que nunca: el amor”.

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