El célebre conquistador español es el protagonista absoluto de su nuevo libro, que ofrece una inmersión profunda en su personalidad, vida y hazañas. A través de su característico estilo, García-Osuna no solo reconstruye los hechos históricos, sino que también nos invita a adentrarnos en la complejidad del personaje, sus decisiones, ambiciones y el impacto que tuvo su legado. El escritor afincado desde hace años en Avilés afirma que la inspiración afectiva hacia el Virreinato de La Nueva España dio origen a este libro, en el cual se destaca la participación de numerosos españoles e 'indios'. Estos grupos experimentaron tanto enfrentamientos como contubernios, lo que resultó en un mestizaje necesario. Según García-Osuna, Hernán Cortés poseía una gran inteligencia y capacidad, aunque enfrentaba la adversidad de la Leyenda Negra. Hernán Cortes hoy le ocupa, pero ¿por qué le preocupa que su historia no se haya contado correctamente? Yo tengo un sentido riguroso en mi devenir vivencial y, por lo tanto, en todas mis publicaciones historiográficas y de música culta procuro documentarme lo máximo posible. No soy objetivo, ningún historiador lo es, desde Polibio hasta Sánchez Albornoz, desde Jenofonte hasta Regine Pernoud, y tantos otros, pero lo que es de obligado cumplimiento es ser riguroso y serio en los análisis de las fuentes originales, y no manipular. Yo nunca lo hago, pero subjetivamente yo desearía que León y Cartago hubiesen ganado frente a Castilla y Roma. A Hernán Cortés se le ha destrozado de forma inmisericorde, sin el más mínimo rigor y con muy poca justificación historiográfica sobre ello. Cuando hasta el propio extremeño de Medellín escribió textos varios, y muy acertados, sobre la Conquista y Colonización de La Nueva España. En determinadas condiciones inclusive se llegó a condenar a pena de muerte, con la consideración de Alta Traición a todos, españoles o indios, que se negasen a aplicar la prohibición de esclavizar a los indígenas. ¿Por qué son más creíbles los pseudohistoriadores que los rigurosos historiadores? ¿Vende más mostrar las miserias humanas que los logros y esfuerzos? Es que a veces los historiadores académicos escriben sobre comportamientos aprehendidos repetitivos, lo que es prístino en la Historia Medieval de las Españas, que está plagado de tópicos típicos erróneos, y en ocasiones son poco rigurosos. Verbigracia este es el caso de la inexistente y ahistórica Corona de Castilla, o la falsa castellanización del Reino de León. No obstante, es obvio y lamentable el hecho ya que se está llegando a una vulgarización de una disciplina científica tan genial como es la Historia, ya que en ella se resumen todos los pasos realizados por los seres humanos a lo largo de su evolución o devenir vivencial. También, es admisible que se utilicen, y esto es lo que yo defiendo, la globalidad de los datos con respecto a cualquier hecho o personaje histórico que se precie. No obstante, humanum fuit errare. Hoy se crea una elegante novela-histórica, y ella sostiene fehacientemente al ensayo histórico en muchas ocasiones. ¿Cuál es el objetivo del riguroso autor al poner de moda otra vez a este hombre inteligente y capaz? Comencé a realizar un trabajo sobre este ‘Celoso Extremeño’, nacido en Medellín (Badajoz), dentro del territorio del Reino de León., y conforme iba avanzando en el aclaramiento del complejo entramado de la vida de este personaje, colegí que podría terminar siendo un libro, un poco diferente a los habituales; una biografía sí, que es el género historiográfico que yo utilizó y en el que me siento muy cómodo, pero un poco diferente, al acercarme a la idiosincrasia del sujeto, a como era o se sentía y, sobre todo, cuáles eran las relaciones que mantenía con su entorno, y además como le contemplaban los demás, sus amigos bastantes y sus múltiples enemigos, envidiosos de cómo era. Por cierto, no solía beber alcohol, hablaba con un tono de voz muy bajo, y nunca blasfemaba. Es uno de los personajes más inteligentes, por su forma de planificar y desarrollar, y, por consiguiente, estaba más que capacitado para llevar a buen puerto casi todo aquello que emprendía, aunque el acierto nunca era, obviamente, del 100%. Medía 1,64 metros de altura, era rubio y de ojos claros, y físicamente bien constituido. Le gustaban mucho las mujeres, y tuvo problemas con algún marido despechado y celoso. Concretamente tenía una cicatriz en la cara de un tajo recibido de un esposo que le sorprendió con su mujer, y se vio obligado a escapar por los tejados en la leonesa Salamanca. Asimismo: “Bernal Díaz sugiere que en Santo Domingo tuvo varios ‘asuntos de mujeres’ que se zanjaron a cuchillo y de los que conservó una cicatriz. Se sabe que en Cuba contrajo una afección sifilítica. La aventura con Marina de Triana, reconocida por ella misma, parece probada. También en Cuba es donde nace, hacia 1514 o 1515, su primer descendiente, Catalina Pizarro, hija de una tal Leonor Pizarro, sin duda española, quizá una parienta lejana, aunque Bernal Díaz pretende que era india. Al mismo tiempo, Cortés estaba cortejando a Catalina Suárez, aunque sin la intención de casarse con ella; si finalmente se resignó a contraer matrimonio fue por la insistencia de Diego Velázquez. Es verdad que luego declaró haber estado satisfecho con esa boda, pero durante cuatro años, aproximadamente, pareció haber olvidado que estaba casado; no del todo, es cierto, ya que, en 1520, hizo enviar a Catalina y a su cuñado Juan un correo y algunas joyas, pero hasta 1522 no hizo que Catalina fuera a México, para desgracia de la desdichada, por cierto, ya que murió pocos meses más tarde en circunstancias bastante particulares. Catalina llegó a Coyoacán poco antes del nacimiento de Martín, el hijo que Cortés tuvo de sus amores con la Malinche. Es fácil deducir que Cortés no se entregó a la práctica de la castidad tras su salida de Cuba. Había llegado el tiempo de los amores indios. Debido a diversas riñas sostenidas por sus relaciones con mujeres, tenía una amplia cicatriz bajo el labio inferior, que se cubría con su barba”. ¿Insiste en afirmar el virreinato de La Nueva España en contra de lo que otros mantienen llamándolo colonia? ¿Por qué este equívoco y a quién beneficia? Lo mejor es utilizar textos ad hoc, que son contrastables. Pero sí es verdad que los títulos de Cristóbal Colón son: ‘Almirante de la Mar Oceana y Visorrey’, aunque este último casi le cuesta al descubridor colombino una agresión del Rey Fernando V “el Católico de Castilla y de León”; ya que la auctoritas del soberano lo consideraría un enorme atrevimiento y, sobre todo, una novedad que atentaba contra el poder del monarca. La Reina Isabel “la Católica” era más acomodaticia, sobre todo porque Colón la habría emocionado al presentarse con su hijo Diego. En primer lugar, existe una Conquista, tampoco muy violenta, ya que se produce en el Caribe, y casi el primer hecho agresivo lo realizan los indios Caribos, en el Fuerte Navidad eliminando y hasta comiéndose a los españoles, dejados allí por Colón. Nunca se supo lo ocurrido. A continuación, ocurre la Colonización, llevando gentes de las Españas, que se mezclan, mayoritariamente de forma marital con las indígenas, inclusive ya van españolas. Todos ellos controlados por diversos frailes y clérigos, además de veedores, oidores, pesquisidores, inspectores, y un largo etc. de funcionarios encargados de informar a la Corona de los malos hechos que pudiesen ocurrir. Llega el Virreinato, con un alto funcionario real, que asimismo también está controlado. Hasta tal punto es así la cuestión, que se puede citar el caso del Presidente de la Real Audiencia, Nuño Beltrán de Guzmán, encarcelado, en los Reinos de Castilla y de León, por su violencia y latrocinio contra los indígenas, moriría preso en el Castillo de Torrejón de Velasco. En los albores del reinado de Carlos I, el monarca tiene muchas dudas morales sobre la conquista de Las Indias, desea abandonar, y la Escuela de Salamanca realiza un importante estudio para crear las condiciones éticas adecuadas. A priori, las Leyes de Burgos (1512) y de Valladolid (1513) ya crearon, por sanción del rey Fernando “el Católico”, los derechos y obligaciones de los indígenas. En el Testamento de la Reina Isabel la Catolica, otorgado en el lecho de muerte, abril de 1504: “Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, más manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien”. Según el antropólogo e historiador francés Christian Duverger (1948): «Cortés rompe con el esquema clásico de la violencia y de la fuerza, y es un conquistador que amó a los vencidos y más que rey o Emperador soñó con ser tlatoani (el que habla, el gobernante)». El sofisma antinómico Colonia-Virreinato beneficia a la maledicencia ahistórica de los adversarios de la Historia ocurrida en la América Hispana. ¿Cómo consigue mantener la ecuanimidad en esta obra sin hacer juicios de valor, ni dar su docta opinión, sobre un personaje tan polémico como Hernán Cortés que ha despertado tantas filias y fobias? No pretendo ser ecuánime, siempre y llanamente riguroso, que es lo que deben ser los historiadores, utilizando tanto lo que puede beneficiar como perjudicar al personaje a tratar, y así lo he hecho en el caso de Hernán Cortés. Está claro que es un personaje polémico, y él lo tenía asumido. La mejor forma de analizarlo es utilizar el testimonio de sus contemporáneos, ambivalente. Deseo destacar el proverbial respeto que tienen los cronistas por los indígenas, verbigracia el de Bernal Díaz del Castillo en su descripción sobre Moctezuma realizada en su CRÓNICA: «Era como un hombre de hasta cuarenta años, buena estatura, proporcionado, cenceño, pocas carnes, de un color no muy moreno sino con un color y matiz de indio, con el cabello no muy largo, solo le cubría las orejas, barba negra y rala, rostro alegre, ojos expresivos que denotaban amor o menester de gravedad, pulido y limpio se bañaba cada tarde, nunca utilizaba su ropa más de un día; tenía muchas mujeres por amigas y dos cacicas por legítimas mujeres, pero era limpio de sodomías. Contaba con doscientos principales en otras salas junto a la suya para atenderlo, quienes tenían que ir descalzos al visitarlo y dirigirse con las palabras: “Señor, mi señor, mi gran señor” sin darle la espalda y con la vista abajo». De todas las cualidades que se atribuyen a Cortés, ¿cuál destacaría por encima de las demás y por qué? Su aguda inteligencia, que era muy superior a la media de la raza, pero no estaba exento de sentido del humor, y de una pequeña y habitualmente hispánica picaresca. De esto último existe un hecho incontrovertible. “La picaresca de Hernán Cortés se sigue manifestando, cuando hurta el 1/5 real del Emperador Carlos V de Habsburgo, al que indica, sin el más mínimo rubor, que la yegua que lo transportaba se había ahogado en la laguna de Tenochtitlán. No obstante, y ya en el año de 1529, le fueron imputadas 101 bases para una acusación, por lo que el cronista y soldado, Bernardino Vázquez de Tapia escribe, con toda claridad que”: «El dicho don Hernán hizo cargar en una mula morcilla mucho oro y con ella un paje suyo de cámara que tenía cargo de oro suyo y joyas […] e después de salidos de la dicha ciudad no pareció la dicha yegua cargada de oro ni el paje de cámara, e como el dicho Cortés vido que yegua y el oro estaba perdido, echó fama que el oro que se perdiera era lo de Su Majestad; e lo otro que se había salvado, que fueron cuarenta e cinco mil pesos o más, dijo que era lo suyo […] e así quedó con el dicho oro sin dar parte a Su Majestad». "Hernán Cortés tuvo un conocimiento exhaustivo de las leyes y eso le evita cometer errores políticos y administrativos, que hubiesen alimentado las apetencias envidiosas de sus muchos enemigos"
El libro como su título nos indica es un estudio de su idiosincrasia, de su fenotipo, es decir sobre sus características personales, lo más íntimo de su ser; y de cómo eso repercutió en su praxis sociopolítica, y en su forma de gobernar. En todo ello se incluyen sus patologías, inclusive la neumonía conducente a una pleuritis, agravada por un síndrome ansioso-depresivo que le condujo a la tumba, en la sevillana Castilleja de la Cuesta. Por todo lo que antecede, es obvio que tiene un conocimiento exhaustivo de las leyes y eso le evita cometer errores políticos y administrativos, que hubiesen alimentado las apetencias envidiosas de sus muchos enemigos. En toda ocasión fue un brillante y concienzudo negociador con los indígenas. Pero también supo enfrentarse al final de su vida a un temido juicio de residencia en aquellos Reinos de Castilla y de León tan legalistas. Este era un procedimiento judicial que sufrían los grandes funcionarios públicos al final de su mandato, en donde se revisaban sus actuaciones y se escuchaban los cargos contra ellos. Lo relatado demuestra lo serio y riguroso que era el proceder de las autoridades metropolitanas y en Las Indias, con respecto a sus altos funcionarios, a los que no se les permitía, si ello era posible, la más mínima extralimitación. En ningún otro imperio del mundo hubo procedimiento semejante. Deseo indicar, asimismo, la semblanza que realizo de su relación con las mujeres. De hecho, era un mujeriego. Antes de su gesta en el Imperio Azteca o Mexica se casó de mala gana en 1512, por imposición del virrey de Cuba, Diego Velázquez, con Catalina Suárez Marcayda; pero antes y durante este matrimonio tuvo cinco hijos naturales que luego legitimó por medio de una bula papal, lo que, en cualquier caso, habla de su nobleza de espíritu, al menos con sus hijos. Por medio de esa legitimación perseguía evitar que les substrajesen sus derechos hereditarios. Uno de ellos, Martín Cortés, por el que su padre tenía gran devoción, tuvo como madre a Doña Marina, también conocida como La Malinche, una mujer indígena con la que no se casó, pero que le serviría de traductora y consejera en la conquista de los distintos pueblos del territorio de la Nueva España. Otra hija, Leonor, tuvo como madre a una hija del emperador azteca, Moctezuma. E incluso tuvo otra hija, María, con otra princesa indígena. Sea como fuere, el mestizaje de gentes y culturas había comenzado por las capas altas de la sociedad y esto definiría para siempre la Nueva España y el posterior México. Se casó por segunda vez con la hermosa, devota y arrogante Juana de Zúñiga y Ramírez de Arellano, en 1526, con la que tuvo seis hijos. Pero no por eso dejó de tener otras mujeres. Por lo demás, era un líder valiente que iba a la batalla en primera línea, lo que le suponía la admiración y fidelidad de su tropa. Y era buen jinete y diestro en todas las armas, tanto de a pie como de a caballo, según Bernal Díaz del Castillo. Y sí, tuvo esclavos indios y negros, como su comportamiento como encomendero no fue modélico precisamente, por eso hizo que en su testamento se dejasen reparaciones varias, y dinero para paliar los perjuicios hechos a los indios. ¿Cómo se siente cuando escucha las demandas que hacen los actuales mandatarios de México al Rey de España y a los españoles? Desde el punto de vista histórico, ahistórico. Desde el punto de vista ético, amoral. Pueden expresarse así precisamente porque allí estuvieron los ciudadanos de los reinos de León, de Navarra, de Aragón, de Portugal y de Castilla. Si hubiesen estado los anglosajones, no tendrían ni capacidad ni personalidad jurídica para poderse expresar. ‘Contra el vicio de pedir lo injusto, está la justicia y la virtud de no otorgar’. Lo peor de los virreinatos fueron los que se quedaron y lucharon, por defender sus espurios privilegios, es decir los criollos, con ese sujeto paradójico y atrabiliario a la cabeza, y me estoy refiriendo al nieto de vizcaínos, llamado Simón Bolívar. Los indígenas, en un porcentaje elevado, nunca los apoyaron. Ahora, comienza a producirse en la América española o Hispano-América un fenómeno muy interesante de reivindicación hispánica por parte de algunos historiadores, y el hecho irá in crescendo. No obstante, sigue existiendo la iconoclastia, y eso deberá ser corregido por el propio bien de esos criollos que ultrajan al 50% de su identidad. Además, olvidan, inexplicablemente, que la conquista de los mexicas o de los incas la realizaron un pequeño número de hispanos apoyados por miles de indios enemigos de las dictaduras aztecas o incas. El revisionismo espurio de la Historia, sin apoyarse en los textos o las crónicas de la época, es absurdo y falaz. ¿Hasta dónde se puede retorcer la historia sin que, casi nadie, defienda la verdad? ¿O cada uno tiene la suya y parte de razón? Hasta límites infinitos. Pero, yo siempre acudo a los textos de otros historiadores, incluyendo los contemporáneos de Cortés o a los actuales. Por lo tanto, utilicemos un texto del profesor Bartolomé Bennassar, para corregir el aserto, subrayando lo que sea preciso: «Aunque el proyecto de Cortés sea un proyecto de conquista (y me parece difícil ponerlo en duda), del que espera obtener un beneficio considerable para sí mismo y para su Rey, combinado con una empresa religiosa de conversión al cristianismo, no se trata de un proyecto clásico». O abundando más en dicho autor: «En este sentido, el proyecto cortesiano es indiscutiblemente una utopía, heredada en gran medida de una mentalidad medieval, que está de acuerdo también con las relaciones de Cortés con su Rey y con su fe. Uno se explica mejor el profundo acuerdo que existía entre este conquistador atípico y los franciscanos, portadores también ellos de una utopía, la del ‘milenio’, y la estima que Cortés tenía por otro ‘paladín de la utopía’, el gran humanista Vasco de Quiroga, oidor y juez de la Segunda Audiencia, luego obispo de Michoacán. Pero existía una importante diferencia: los franciscanos, que predicaban a los indios que eran hombres libres, y Vasco de Quiroga, apodado ‘Tata’ (padre) Vasco para los indígenas, cuya estatua adorna todavía la gran plaza de Pátzcuaro, llevaban su lógica hasta el final; ¡Cortés velaba por la salvaguarda de sus intereses, a menudo contrarios a los de los indios!». Como no todo es blanco o negro, bueno o malo… lo que detesta de Hernán Cortés es… Para indicar y explicitar esta pregunta, mejor acudir al propio Cortés. La declaración de intenciones de Hernán Cortés está clara en que y cuáles eran sus pretensiones: «En las ‘Cartas de Relación’ explica claramente al emperador Carlos V, que él siempre intentó evitar las guerras, o limitarlas a la mínima expresión. por lo que la destrucción de Tenochtitlán siempre la consideró como una tragedia indescriptible e inaceptable, aunque sí considera que ocurrió el hecho destructivo». Por consiguiente, lo que más rechazo me produce del carácter cortesiano quizás sea su astucia elevada a la enésima potencia, lo que se demuestra en ese texto, ya que sí se pudo evitar la guerra, si los españoles y los indios hubiesen tenido más capacidad de diálogo, tal como ocurría en la metrópoli con los musulmanes o judíos, donde la permisividad era mucho mayor. Sin olvidar, obviamente, que los destructores efectivos de la gran urbe mexica son los totanecas y tlaxcaltecas, que odiaban la crueldad azteca, y Cortés intento impedirlo… Y, sobre todo, serían sus ingentes relaciones con las mujeres, lo más complicado de aceptar. En esta época, tan compleja y convulsa, las relaciones de los españoles con múltiples mujeres, producían escándalo ya entre los contemporáneos del extremeño que habitaban en Las Indias, y más si cabe en alguien tan principal como Hernán Cortés. Uno de ellos será su ex-amigo, el ya citado, Bernardino Vázquez de Tapia, varón de fuerte y acusado carácter, quien llegaría a ser regidor de México, y que respondería, de esta forma a la 39ª pregunta del Primer Juicio de Residencia, en la Primera Audiencia de México del año de 1529, convertido pues ya en enemigo irreconciliable: “¡Infinitas mujeres!”, “¡Un número infinito de mujeres!”. Aunque Hernán Cortés está en las Españas para responder a la orden de regreso de su Rey Carlos I de Habsburgo. Otro texto nos resalta su negatividad, y donde se critica su catolicismo practicante, lo que hoy sería cualificado de hipocresía: «Este testigo vio al dicho don Fernando oír misa muy devotamente de rodillas, e eso cada día, pero que otras cosas tenía más de gentilicio que de buen cristiano, especialmente que tenía infinitas mujeres dentro de su casa, de la tierra e otras de Castilla et de León: e que según era pública voz y fama entre sus criados se decía que a cuantas en su casa había tenía acceso, aunque fuesen parientas unas de otras, que no lo fuesen, e que muy notorio se ha dicho que con primas y hermanas…» Aprovecho para indicar los prólogos y los epílogos que apoyan a la obra, de muy destacados especialistas, y que la han enriquecido. Igualmente, para la portada magnífica y enriquecedora, y la contraportada que está protegida por la imagen del hombre de Medellín. ¿Uno de los mayores errores que cometen los detractores del protagonista de su obra puede ser analizar al personaje sin tener en cuenta el contexto histórico-temporal en el que vivió? ¿Se pueden juzgar las acciones de un hombre que vivió en el S.XVI con los ojos de alguien que vive en el XXI? En todo lugar y ocasión siempre existe el derecho natural, que suele estar impreso en los genes de todos los seres humanos, que conocen que el robar o matar es pernicioso e inaceptable. Hernán Cortés es el conquistador de lo imposible. Por consiguiente, existen parámetros morales que siempre se deben cumplir, y que en ocasiones se ignoran. Pero Hernán Cortés no es el único; por ejemplo, deseo destacar el primer gran genocidio de la Historia, realizado por Escipión Emiliano sobre la ciudad de Cartago, y sabía lo que estaba haciendo. Aunque sí es cierto que los parámetros morales y sociológicos del siglo XVI no se deben juzgar con los actuales, más si cabe cuando desde 1900 podemos presentar un cuadro oprobioso de genios del mal, tales como: Stalin, Lenin, Hitler, Pol Pot, Pinochet, Mao Tse Tung, Fidel Castro, Franco, Largo Caballero, Ortega, Maduro Moros, Mussolini, y tantos otros conspicuos y diabólicos personajes. Sin olvidar, la crueldad sociológica manifiesta de los mexicas. Y sin ánimo de disculpa, los españoles en Las Indias no ocupan, a sabiendas, esos lugares de la sevicia humana. Sintetizar es juntar y analizar es separar. ¿Hubo algún hecho concreto que le impulsara a llevar a cabo tan ardua labor de investigación o es su afán divulgador por esclarecer la verdad sobre personajes relevantes de nuestra historia? En efecto, el hecho de que existiera alguna posibilidad de destruir los restos de Hernán Cortés existentes en México; además del inculto e ignominioso trato dado a su existencia terrenal; la infinita y metafísica incultura sobre quien fue y lo que hizo; el culmen de no haber leído, muchos hispanos, nada sobre él y atreverse a opinar; y, sobre todo, porque como doctor en medicina deseaba profundizar en el ser psicológico de un personaje tan paradigmático como el de Medellín. Todo ello me condujo, sin solución de continuidad, a atreverme a escudriñar con fonendoscopio historiográfico ad hoc sobre cuál era su personalidad, y como le condujo a llegar donde llegó. Por lo tanto, será por su causa por lo que me acercaré a otros personajes de este momento histórico, siendo los siguientes, dos nacidos en el Reino de León: Juan Ponce de León y Diego de Losada y Cabeza de Vaca, y así realizamos un necesario panegírico a mis tierras legionenses (León, Zamora y Salamanca). Además, gracias a él, puedo indicar que poseo todo lo que se ha publicado, y que en algún caso desconocía, sobre Hernán Cortés y su tiempo.
¿Le queda algo más por decir sobre Hernán Cortés o con este libro cierra definitivamente esta página? Sí, estimo que es de mucho interés relatar como se fue preparando para la conquista y colonización del Continente, ya que en Cuba se encontraba muy encorsetado y controlado, en demasía, por su archienemigo el gobernador Diego Velázquez. Durante el tiempo que permaneció en Cuba se dedicó a estudiar cómo se preparaban las expediciones al continente, que ya era denominado como Tierra Firme, así como cuáles serían los resultados de dichas expediciones. Por los diálogos que mantuvo con los soldados que regresaban del continente, llegó a la convicción de lo corrosivas que podían ser la indisciplina militar y la improvisación política de planificación; asimismo conoció el carácter de los que serían sus futuros compañeros; a saber: sus ambiciones, su codicia, su audacia, su entereza, su sentido del honor y el valor de la palabra dada. Aunque todavía era un total ignorante en cómo desarrollar la guerra contra los indígenas, sobre todo contra los bien constituidos imperios continentales. Además, llegó a la convicción sobre lo esencial que era disponer de intérpretes españoles y de homónimos indígenas, ya que había llegado a la certidumbre de que los indígenas eran una auténtica Babel de lenguas diferentes. Hernán Cortés siempre utilizará tres parámetros esenciales en el arte de las relaciones humanas, y para la efectividad en la guerra: discurso o arenga, riqueza expositiva por medio de la palabra, y un concepto prístino sobre la acción militar de conquista a realizar. Siempre intentará llevar a efecto una discusión amplia con sus hombres, tras dejarles muy explícitamente cuales eran las órdenes que les estaba transmitiendo. «Cortés dio rápidamente pruebas indiscutibles de sus cualidades como líder, en Cozumel, luego en Tabasco y en Veracruz, antes y después de los terribles combates de Tlaxcala, ante la irrupción de Pánfilo de Narváez y de su numeroso ejército, y tras la Noche Triste. Una brillante demostración del ascendiente que había adquirido sobre sus hombres nos la proporciona, precisamente, la famosa carta que dirigió el ejército de Cortés a Carlos V, en octubre de 1520, después de la Noche Triste, que pudo haber provocado una ruptura entre el capitán y una parte de sus hombres antes de la conquista de México-Tehochtitlán. Esta carta está firmada por 534 conquistadores (o 544 según las copias). Entre ellos figuran los 22 acusadores de Cortés durante el juicio de residencia de 1529: Bernardino Vázquez de Tapia, Antonio de Villarroel (alias Antonio Serrano de Cardona), Juan de Mansilla, Jerónimo de Aguilar (el intérprete), el bachiller Alonso Pérez, Gonzalo Mejía, Rodrigo de Castañeda, Andrés de Monjaraz, García del Pilar… Todos estos hombres, que se convertirán en disidentes años más tarde, en esa época tomaron partido, resueltamente, por Cortés y no dudaron en imputar a Diego Velázquez y a Pánfilo de Narváez la responsabilidad de los acontecimientos que provocaron la revuelta de los mexicas y la muerte de ‘más de 500 españoles’. Ahora bien, algunos de los firmantes habían desembarcado con el ejército de Narváez». ¿Qué fue lo escandaloso en el año de 1522? Este año le pudo costar caro al Conquistador, ya que estuvo en graves dificultades, por causa de la extraña muerte de su primera esposa, lo que sus enemigos, de todo linaje, género y condición aprovecharon para culpabilizarlo. Se conoce que Hernán Cortés carecía totalmente de la más mínima delicadeza en sus relaciones sexuales. Cuando, Catalina Suárez llega desde Coyoacán, en el año de 1522, el extremeño ya mantiene a varias de sus amantes femeninas dentro del propio edificio de su residencia, sin el más mínimo sentido del ridículo. Es por ello, por lo que con esta su primera mujer tuvo varias peleas, y por lo que decidió expulsarla del lecho conyugal. Otro testigo, María Hernández, esposa del encomendero Francisco de Quevedo, escribió falsamente en su declaración y sin ninguna veracidad, que Catalina tenía miedo de que su marido la asesinase, ya que era muy violento y expeditivo en sus relaciones sexuales: “¡Ay! Señora, algún día, me habéis de fallar muerta a la mañana, según lo que pasó con el dicho don Fernando”. Las circunstancias de la muerte, tan extrañas, de Catalina Suárez Marcayda siempre estuvieron rodeadas de un gran misterio. La investigación realizada en contra de Hernán Cortés se produjo en el año de 1529, con el ‘Celoso Extremeño’ ausente de los territorios de La Nueva España; lo que será aprovechado por las mujeres, que utilizarán en su beneficio testimonial el ingente número de sus enemigos, por lo que lo acusarán de haberla asesinado. Los testigos de cargo ya habían sido escogidos muy cuidadosamente. Se utilizarán, como pruebas, que se pretende sean apodícticas, el examen del cuerpo de la esposa muerta, y de la cama matrimonial, las cuales nos ofrecen algunas pistas sobre lo que ocurrió, pero muy débiles: 1ª)-Su collar estaba roto, como a tirones. Quizás por espasmos de la fallecida, tratando de respirar. 2ª-Existían huellas casi imperceptibles alrededor del cuello, como de roces o minúsculos arañazos, de posibles masajes carotideos ineficaces y absurdos. 3ª)-El lecho estaba lleno de orina, que es obvio pensar que provenía de la producida por la habitual relajación de los esfínteres postmortem. 4ª)-Pero, la obvia realidad es que había sido el mismo esposo el que había salido despavorido de la habitación marital pidiendo ayuda a su mayordomo, porque Catalina Suárez Marcayda estaba muerta. En 1515, el propio Cortés indicaría a fray Bartolomé de las Casas que: “… Aunque era pobre y antigua sirvienta, estaba tan contento con ella como si fuera la hija de una duquesa…”. María Hernández, la amiga íntima de Catalina Suárez, ya desde cuando ambas vivían en Cuba, declaró sobre el cadáver que: “… Tenía los ojos abiertos e tiesos e salidos de fuera, como persona que estaba ahogada…”. El caso fue incluido en el Juicio de Residencia contra Hernán Cortés, con el tribunal de la Audiencia presidido por Nuño Beltrán de Guzmán, pero el hecho penal sería sobreseído. La secuencia de los hechos es como sigue: En esa noche del 1 de noviembre de 1522 hubo una fiesta en la casa de Hernán Cortés, sita en Coyoacán; Catalina Suárez bailó con una gran y visible alegría, pero en un momento determinado ambos esposos discutieron acremente, porque el esposo se estaba dedicando a bailar con varias mujeres diferentes. Entonces, Cortés la humilló, en público, recordándole sus humildes orígenes. Catalina se enfadó y decidió irse a la cama y acostarse. Unos tres minutos después de que el marido se acostase con ella, este gritó desesperado de que su esposa se había muerto. Sería, pues, Isidro Moreno, ayudante del mayordomo Diego Soto, quien dio el testimonio de que Catalina ya estaba muerta. Bernal Díaz del Castillo escribió que: “… A obra de tres meses que había llegado oímos decir que la hallaron muerta de asma una noche y que habían tenido un banquete el día antes y en la noche, y, muy gran fiesta, y porque yo no sé más de esta que he dicho no tocaremos en esta tecla…”. También se sabía que Catalina tenía un corazón con patologías, problemas que arrastraba ya desde Cuba, donde había estado casi constantemente enferma; tenía menstruaciones muy irregulares y muy dolorosas. Sus hermanas Leonor y Francisca habían muerto de una parada cardiaca, probablemente por sendos Infartos Agudos de Miocardio (IAM). Ya en otra ocasión, Hernán Cortés se vio obligado a reanimarla al echarla un jarro de agua fría a la cara, cuando tuvo algún tipo de malestar general con una lipotimia acompañante. Quizás su masaje cardiaco no fue efectivo, aunque si el masaje se realizó en la zona carotidea, se pudo estimular algún trombo que conllevó la muerte por trombosis o tromboembolismo agudo. En suma, una nítida pluripatología era lo que padecería la primera esposa de Hernán Cortés. Es lógico pensar qué si padecía una insuficiencia cardiaca, la misma se vería agravada esa noche, de forma aguda, por el copioso alcohol ingerido. Lo que definen como un proceso asmático, bien pudo ser una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica o EPOC u OCFA/Obstrucción Crónica al Flujo Aéreo, cuya definición sería una reducción del flujo aéreo, con los exudados o mucosidad obstruyendo los bronquios y los pulmones. A veces se denomina como ENFISEMA (las paredes internas de los alveolos pulmonares se dañan y, eventualmente, se rompen) o BRONQUITIS CRÓNICA (los bronquios se inflaman y forman cicatrices. Esto hace que en los bronquios se produzcan grandes cantidades de moco, que conllevan tos crónica y dificultad respiratoria). No obstante, existen diversos testimonios contrastados que acreditan la enorme tristeza demostrada por el Conquistador, inclusive llorando amargamente por causa de la muerte de su mujer. Gonzalo de Sandoval la recibió cuando desembarcó en México/La Nueva España, y Francisco Orduña sería quien la condujese hasta la misma Tenochtitlán, donde fue recibida por su esposo muy gozosamente. Cuando nace Martín Cortés, Hernán Cortés se vuelca en atenciones hacia la Malintze, con lo que Catalina se vuelve muy celosa, ya que ella no ha podido tener hijos. En ese malhadado banquete ambos bebieron, lo que era muy raro en él, pero ello sí lo hizo copiosamente, y, como solía ocurrir casi siempre, ya en sus habitaciones, Catalina se quejó nuevamente y muy amargamente de las constantes infidelidades de su esposo con sus varias amantes indígenas. Catalina padeció una sobreexcitación, y sufrió un shock cardiogénico, que es mortal de necesidad, ya que el corazón no puede bombear suficiente sangre y oxígeno al cerebro y a otros órganos vitales. Hernán Cortés intentaría reanimarla con fuerza, sacudiéndola de todas las maneras posibles. Lo que sorprende, y es demostrativo de cierta inocencia cortesiana, es que para alguien tan defensor de su honra como él, el Conquistador nunca tuvo ningún tipo de remordimientos en su devenir vivencial sexual, moralmente tan reprochable. Todos los enemigos de Hernán Cortés reconocen que era muy religioso, por lo que nunca hubiese cometido un asesinato de tal calibre, y más, si cabe, en una fiesta tan señalada para él como la de Todos los Santos. Pero, sus adversarios indicaron, sin ambages, que el Conquistador la hizo venir desde las Españas, luego, sobre todo, desde Cuba con la finalidad de eliminarla físicamente, y así Cortés de esta forma poderse matrimoniar con alguien de más alta alcurnia y prosapia. En el año 1529, se difundió la maledicencia de que los protectores cortesianos estaban negociando, en los Reinos de Castilla y de León, un matrimonio más ventajoso, para que así pudiese acceder más rápido al nivel social de la nobleza. Pero, estas maniobras plausibles eran calumnias claramente satanizadas. Y, sea como sea, tras siete años de matrimonio, Hernán Cortés seguiría estando viudo. Las esposas y los hijos de Hernán Cortés- 1ª Esposa: CATALINA SUÁREZ MARCAYDA, con la que se casó en el año 1512, y que fallecería el 1 de noviembre de 1522. A priori, y durante este matrimonio ya tuvo cinco hijos extramatrimoniales: a)-Catalina Pizarro (1514/1515. Santiago de Cuba). Su madre sería Leonor Pizarro. Legitimada en 1529, por una bula del Papa Clemente VII. b)-Martín Cortés Malintzin “el Mestizo” (Coyoacán, 1522). Su madre fue la compañera y traductora del Conquistador, Malintze/Doña Marina. Legitimado por Clemente VII. “No le quiero menos que al que Dios me ha dado con la marquesa”. c)-Luis Cortés (1525). Su madre sería Antonia o Elvira Hermosillo. Legitimado con Catalina y Martín. Se casaría con Guiomar Vázquez de Escobar. d)-Leonor Cortés y Moctezuma (1528). Su madre fue Tecuichpo/Ichcaxóchiti/Isabel de Moctezuma, quien era hija del Emperador azteca Moctezuma II Xocoyotzin. Su madre la rechazó, pero su padre no. Se casó con Juan de Tolosa. e)-María Cortés. Hija de una ignota princesa mexica. Ya nació con algún tipo de problema físico. 2ª Esposa: JUANA ZÚÑIGA Y RAMÍREZ DE ARELLANO. Para la que construyó, en 1526, un palacio en Cuernavaca. Nacería en Yanguas/Soria, 1509. Murió en Sevilla, 2 de diciembre de 1583. “Era una mujer hermosa y muy devota, con un carácter algo imperioso y arrogante. Como regalo de boda le había reservado cinco esmeraldas de gran valor, por su tamaño, pureza y delicada talla”: a)-Luis Cortés y Ramírez de Arellano. Texcoco, 1530. Falleció poco después de nacer. b)-Catalina Cortés de Zúñiga. Cuernavaca, 1531. Murió al poco de nacer. c)-Martín Cortés y Ramírez de Arellano. Cuernava, 1532. II marqués del Valle de Oaxaca. d)-María Cortés de Zúñiga. Cuernavaca, 1533/1536. Se casó con Luis Fernández de Quiñones y Pimentel, V conde de Luna. e)-Catalina Cortés de Zúñiga. Cuernavaca, 1533/1536. Sevilla, 1547. f)-Juana Cortés de Zúñiga. Cuernavaca, 1538. Se casó en 1564 con Fernando Enríquez de Ribera, II duque de Alcalá. Puedes comprar el libro en:
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