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"La historia de Souleyman": A Contratiempo

miércoles 30 de abril de 2025, 12:11h
La historia de Souleyman
La historia de Souleyman

Por esas casualidades de la vida hace muy pocos días, y debido a mi interés por completar la filmografía de Sean Baker disponible en Filmin, tras haber ganado el Oscar por Anora, pude visionar Take Out, uno de sus primeros trabajos de 2004 donde un inmigrante ilegal chino que trabaja de repartidor a somicilio debe un enorme cantidad de dinero, y tiene sólo hasta final del día para conseguirlo. Y lo cierto es que existe más de un paralelismo entre esta película y La historia de Souleyman que ahora nos ocupa.

Muchas situaciones que se dan en el devenir del atribulado protagonista son casi idénticas a las que sufre Souleyman, como puede ser su accidente de bici o los problemas que contrae con sus clientes. Si a eso le sumamos un poco de la adrenalina filmada de los hermanos Dardenne y lo que haya puesto el propio director de su propia cosecha, ya tendremos confeccionada la semblanza de una obra qu eno debería pasar desapercibidad por lo que tiene de crítica social acuciante.

La trama es bastante clara y sencilla: Souleymane Sangaré llega a París desde Guinea en busca de una vida mejor. Como inmigrante, intenta conseguir los documentos correctos entre entregas de comidas. La cuestión principal radica en la cantidad ingente de desgracias que va a sufrir el pobre hombre mientras intenta llevar a puerto su cometido. Algunos pensarán que es casi imposible ir acumulando tal cantidad de despropósitos en la poco más de hora y media de metraje, pero todo está justificado y por desgracia más de uno se encuentra actualmente en la misma situación de desamparo.

Con la cámara pegada a la piel de nuestro antihéroe, sin perderlo de vista en ningún instante ( y eso que las calles parisinas están atestadas de vehículos a todas horas), pedaleamos durante unos días con uno de los numerosos inmigrantes sin papeles que malviven en la capital francesa. Una experiencia cinematográfica para nada placentera, sobre todo si empatizamos con la causa y maldecimos la cantidad de obstáculos administrativos que dificultan la aplicación de los derechos humanos mínimos que cualquier persona en el mundo debería disfrutar, pero que aún así deja huella.

Lo más sangrante del asunto es que cuando pensamos que Soleyman canaliza todos los males de la inmigración aparecen en pantalla otros personajes marginales, nunca mejor dicho, que incluso están peor que él. Al menos dispone de un trabajo, aunque sea ilegal ilegal y con el reconocimiento facial de otro y puede ir a dormir y a darse una ducha a un albegue social, siempre y cuando no pierda el último autobús nocturno que recoge a los sin techo, lo que convierte su día a día en una frenética carrera contrareloj (el montaje rápido en las escenas exteriores se calma durante las secuencias en las zonas de descanso).

Pero es que los otros chavales ni eso, y así todavía consideran que la vida desastrosa de Souleyman es una de sus aspiraciones directas. Es un poco como la historia de “Cuentan de un sabio que un día…”, quien se preguntaba si había alguien más mísero que él mientras otro sabio iba recogiendo las hierbas que él iba tirando.

La historia se cuenta con respeto e integridad. Nadie es bueno o malo y nadie es perpetrador o víctima, aunque la película ciertamente no evita el conflicto. La historia de Souleymane probablemente no esté tan alejada de la realidad: hay gente que exprime, usa y abusa de otros que están en una situación (aún) peor, para su propio beneficio.

Mención aparte merece la intensa interpretación de Abou Sangare como Soleyman, reconocida con el Premio Un Certain Regard al mejor actor nada más y nada menos que en el pasado Festival de cine de Cannes de 2024. Y además resulta que el guion incluye algunas experiencas vitales negativas que sufrió en sus propias carnes, como por ejemplo ver cómo su madre caía gravemente enferma durante su adolescencia. Incapaz de cubrir sus necesidades médicas, y según él mismo ha explicado en algunas entrevistas, decidió emigrar a Argelia en busca de trabajo, y después a Europa, llegando a Francia en 2017, con tan solo dieciséis años. Sus tres primeras solicitudes de regularización fueron rechazadas, y se le expidió un OQTF (obligación de abandonar el territorio francés). Así el libreto del film se adaptó a sus antecedentes.

Uno de los aciertos más importantes de los hacedores de la película es el de que consigue ser conmovedora sin caer en la sensiblería y sin buscar el lacrimal del espectador de manera incesante y sin caer en la pornomiseria de otras propuestas similares; es más bien como una bofetada en la cara por las luchas que algunos tienen que atravesar para conseguir lo que damos por sentado. Opresiva y a la vez aterradora. Películas como esta te dan una idea de lo que es llenar tus días con miles de preguntas e incertidumbres siendo un solicitante de asilo. Una conclusión a la que se puede llegar es la de que uno puede estar muy agradecido de mo tener que pasar por las calamidades que aquí se nos exponen de forma concienzuda.

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