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"Alimentar a los fantasmas", de Tessa Hulls

Reservoir Books. 2025
domingo 29 de junio de 2025, 17:16h
Alimentar a los fantasmas
Alimentar a los fantasmas

De entrada debemos de darnos cuenta de que no nos hallamos ante una novela gráfica cualquiera. "Alimentar a los fantasmas" es el segundo cómic de la historia en ganar el Premio Pulitzer de biografía, después de que hace ya treinta y tres años lo Maus, de Art Spiegelman, hiciera lo propio. Pero desde su publicación no solo ha conseguido alzarse con este prestigioso galardón, sino que ha hecho lo propio con el Anisfield-Wolf Book Award y el Premio John Leonard del Círculo Nacional de Críticos del Libro. Así que Algo tendrá el agua cuando la bendicen…

La autora de esta premiadísima obra es la artista, ilustradora y escritora estadounidense Tessa Hulls, quien también en sus apuntes biográficos se define como una aventurara nata, igualmente propensa a desaparecer en una biblioteca de investigación o en la naturaleza. Sus ensayos han aparecido en publicaciones prestigiosas como el The Washington Post, Atlas Obscura y Adventure Journal, y sus cómics se han publicado en The Rumpus, City Arts y The Margins. Ha recibido becas de la Oficina de Arte y Cultura de Seattle, 4Culture y la Fundación Robert B. McMillen, y además recibió el Premio a la Innovación Artística del Washington Artist Trust.

Durante la última década, Tessa se ha centrado en todo lo que tiene que ver con la creación de Alimentar a los fantasmas, una autobiografía gráfica que rastrea a tres generaciones de mujeres de su familia a través de la historia de China para explorar las complejas formas en que madres e hijas se dañan y se salvan mutuamente. La obra se estructura en dos vertientes: la historia narrativa y una escritura magnífica. En ocasiones el escepticismo cuando te enfrentas a un libro de memorias está más que justificado, porque la gente tiende a pensar que sus vidas son mucho más interesantes de lo que realmente son, y en realidad no pasan de ser una mera colección de apuntes costumbristas; pero en este caso que nos ocupa no es así para nada. La historia, densa y tensa a la vez, parece una olla a presión a punto de estallar, y cada viñeta viene impregnada de una angustia de la que vamos a ser partícipes en primera persona.

El formato gráfico se convierte entonces en vehículo perfecto para estas atrayentes memorias, y Tessa Hulls logra con creces atrapar al lector. Posee una vasta experiencia y es experta en metáforas, análisis y reflexión, y el hecho de que le llevara una década investigar y escribir esta auténtica maravilla, se nota, y de qué manera, en su magnífico resultado final. Hulls comparte su vida creciendo en Estados Unidos con su madre y ambas luchando con el trauma intergeneracional de la huida de la China comunista de su abuela y su enfermedad mental. Es especialmente impactante que cuando estaba allí no la encerraran oficialmente, pero la vigilancia constante y los interrogatorios regulares eran casi peores que estar encerrada en una celda. El Partido parecía realmente el Gran Hermano, y parece muy fácil para alguien como la abuela que acabara completamente ida.

Entonces: ¿Cuáles son esos fantasmas a los que hay que alimentar y que dan lugar al título de la obra?. Pues esos espíritus familiares insatisfechos del pasado. Para empezar a sanar el trauma intergeneracional, es necesario ir proveyendo de alimentos a esos espectros. Y que el título se refiera a un presente, nos indica que este será un proceso continuo. Por esas casualidades de la vida, hace poco tiempo pude ver el documental sobre yoga titulado reset, que se puede ver en Filmin. Y allí también se daba un episodio tremebundo de lo que se viene a llamar la epigenética. A la pobre protagonista, que encima era de nacionalidad vietnamita, se le aparecían todos los traumas de sus antepasados en forma de demonios interiores, mientras se retorcía de dolor en lo que en teoría debía ser un masaje terapeútico.

Parte del contenido de la novela es bastante perturbador, pero también muy apegado a la realidad. En cierto modo, afrontar sucesos terribles es una forma de honrar a quienes los vivieron, de dejar que se vean, de que importen. No podemos fingir que los horrores no ocurrieron. Todos esos traumas están integrados en el código genético que se transmite de generación en generación. En este sentido se podrían citar muchas líneas del texto, pero esta me ha parecido lo suficientemente reveladora: “Toda historia es controvertida. La evidencia existe como un conjunto de puntos. Y los conectamos según la perspectiva que utilicemos para examinar el pasado. Pero existen hechos inequívocos".

Otro de los aspectos a destacar del libro es el de que tiene la capacidad de infundir mucha esperanza en torno a la reconstrucción de relaciones. No deja de ser hermoso ver cómo escribirlo unió a la autora y a su madre tras muchos años de lucha. Los viajes de investigación a China también son momentos a tener en cuenta, especialmente cuando ambas pudieron visitar a su familia tras décadas de ausencia, y encima para Hulls fue la primera vez, e incluso aprendió el idioma chino para conectar mejor con su familia.

En definitiva, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que nos hallamos ante un logro tremendo en formato cómic: un relato feroz y artístico del trauma generacional e histórico; una historia de madres e hijas llena de sabiduría ganada con esfuerzo y un humor sorprendente.

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