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"Dios existe", de Antony Flew

Editorial Trotta. 2023
martes 03 de junio de 2025, 22:21h
Dios existe
Dios existe
El profesor Antony Flew realizó esta obra auténticamente revolucionaria, en un momento en el que los seres humanos discuten, en algunos porcentajes inexplicables, sobre todo en esta descreída y ridícula Europa, la existencia del propio Dios Todopoderoso, ya que es moda, en algún %, indicar de que se forma parte del ateísmo, negando la existencia absoluta del propio Yahwéh-Dios, ¿cómo se puede negar absolutamente aquello que no se conoce?, o cuanto menos de la ridícula indiferencia, y, para más Inri (Ihesus Nazarenus Rex Iudaeorum) algunos se definen como agnósticos, porque son incapaces de concebir la grandeza del Ego Sum Qui Sum. Entre toda esta pléyade se encontraba el filósofo escritor de esta obra. Flew pasaría del ateísmo militante flagrante, en el año 2004, al deísmo más coherente con una inteligencia preclara.

«Es como si el papa anunciara que ahora piensa que Dios es un mito. El sorprendente giro del “papa del ateísmo” es el tema principal de este libro. Pero Flew no abandonó el ateísmo por ninguna iluminación mística, sino siguiendo argumentos estrictamente racionales e interpretando los descubrimientos de la ciencia de vanguardia. Por ello, más allá de la biografía intelectual de su autor, y más allá incluso de los razonamientos concretos que movieron al filósofo a aceptar que hay una Inteligencia fundante del cosmos, esta obra proporciona un testimonio valiosísimo de la confianza en la razón y de cómo esta constituye el mejor camino de acceso a la realidad».

Antony Flew pasó de ser un firme defensor del ateísmo militante a ser un creyente, no por una experiencia mística o milagrosa, sino desde el estudio racional y científico más ortodoxo. Su conversión razonada se basó, de forma prístina y obvia, en la razón y la evidencia científicas. Flew creyó, de forma fehaciente, en la existencia indubitable de una inteligencia superior creadora del cosmos, aunque este Dios no sea, para él, un Dios personal como es cualificado por las religiones cristianas o en el islamismo o en el judaísmo. Flew ofrece una reflexión clara sobre su confianza en la razón o en la inteligencia como la vía única para poder comprender esa realidad. Por consiguiente, la conversión de Antony Flew se constituyó en adoptar una postura deísta, no religiosa, sino en un Dios creador del Universo, pero no en una Divinidad personal interviniente en la vida de los seres humanos.

Su conversión intelectual se basó en argumentos racionales y la interpretación de los descubrimientos científicos, lo que lo convierte en un caso único y notable en la historia de la filosofía y la religión”. El libro fue escrito en colaboración con Roy Abraham Varghese, que es autor y editor de libros de ciencia, filosofía y religión. Antony Flew nació en Londres en 1923 y murió en Reading en 2010. Fue un magnífico filósofo británico, de inteligencia preclara. Estudió en la Universidad de Oxford, donde recibió la influencia académica del profesor Gilbert Ryle. Fue profesor de filosofía en las universidades de Aberdeen, Keele y Reading. Introdujo la filosofía analítica en Escocia, y fue uno de los especialistas más reconocidos en la obra del filósofo David Hume.

Pero Mateo, Marcos, Lucas y Juan no dicen: “Jesús ha sido resucitado; por tanto, nosotros seremos resucitados algún día”. Dicen (y esto sorprende a menudo a la gente): “Jesús ha sido resucitado; por tanto, realmente era el Mesías. La nueva creación de Dios ha comenzado. Tenemos un trabajo que hacer. Y, más aún, nos encontramos impelidos a adorar a este Jesús, porque concluimos que ha encarnado al Dios de Israel, el creador del universo”. Dicho de otra forma, esas historias, tal como las encontramos en los Evangelios, se remontan a una forma primitiva de contar la historia; una formulación que ni siquiera dice todavía: “Cristo ha resucitado; por tanto, nosotros resucitaremos también(una idea que, en cambio, encontramos ya sólidamente afirmada en Pablo desde finales de los cuarenta). Así que tenemos que concluir que estas narraciones se remontan más atrás de Pablo, a un tiempo en el que vemos a la Iglesia muy, muy primitiva todavía tambaleándose de asombro ante el acontecimiento totalmente inesperado de la resurrección, e intentando comprender lo que significa. De todo esto extraigo ciertas conclusiones. Para poder explicar la aparición del cristianismo, para explicar la existencia de estos cuatro relatos sobre la resurrección, más las alusiones de los Hechos de los Apóstoles y las cartas de Pablo, debemos decir que la Iglesia primitiva realmente creyó que Jesús había resucitado corporalmente de entre los muertos. No tenemos pruebas de que ningún cristiano de los primeros tiempos creyese lo contrario. Pero ¿cómo podemos explicar esto en tantos historiadores?”

Lo realmente importante en este hecho magistral sobre el triunfo; indubitable, del Hijo de Dios sobre la muerte producida por deseo de sus enemigos en una Cruz romana; se magnifica en la existencia de una tumba vacía, y a pesar de los esfuerzos de Lucio Poncio Pilato y José ben Caifás por evitarlo, y la guardia y custodia realizada sobre el cenotafio natural de José de Arimatea, no pudieron impedirlo. Y lo que subraya más, si cabe, el hecho, estriba en que se apareció a muchos centenares de personas, en cuerpo y alma, testigos que lo difundieron y lo creyeron. Por consiguiente, sí es cierto que existió una tumba vacía, pero, asimismo, se produjeron apariciones históricas confirmadas del Hijo de Dios resucitado. Además, de esta forma se obviaba la posibilidad, inexistente, pero plausible para sus múltiples enemigos, de que su cuerpo hubiese sido robado por sus abundantes seguidores, mayoritariamente de la exaltada región de la Galilea. Existe el fenómeno de que, en ocasiones, por deseo expreso de la inteligencia que añora al familiar perdido, se produzcan visiones y no acepto lo de alucinaciones, aunque yo creo que sí existen familiares próximos a nosotros y que nos protegen, yo lo he sentido por experiencia obvia de racional sensación, en el caso de mi esposa fallecida en 2021, y no es ninguna alucinación ni parafernalia parecida. Y, es sabido que los primeros cristianos conocían este tipo de fenómenos místicos de alucinaciones, sueños y visiones.

La cuestión es la siguiente: si el cuerpo de Jesús hubiese seguido en la tumba, los discípulos hubiesen podido saber esto fácilmente. Y entonces podrían haber dicho: ‘Por muy fuertes que sean esas alucinaciones que hemos estado teniendo, no ha resucitado realmente de entre los muertos’. Así que, como historiadores, debemos pensar que realmente debe haber habido una tumba vacía, y realmente debe haber habido avistamientos o, si se prefiere, encuentros con alguien que fue identificado como Jesús, aunque pareciera estar extrañamente transformado en formas que no esperaban, y que nosotros como lectores encontramos confusas. La resurrección de Jesús, de hecho, proporciona una explicación suficiente para la tumba vacía y los encuentros con Jesús. Habiendo examinado todas las hipótesis alternativas propuestas por la literatura especializada, pienso también que es una explicación necesaria”.

En suma, un magnífico libro, muy razonado y esclarecedor, que me llena de felicidad no solo por su categoría intelectual, humanística y científica, sino porque, con la ayuda eficaz de Dios Todopoderoso, cerebros e inteligencias humanas eximias y paradigmáticas van acercándose al bando lógico y correcto de la existencia, para mí indubitable de la Divinidad, conformadora del orden del Cosmos, y de que en un pequeño planeta de un sistema solar, en la esquina de la Galaxia de la Vía Láctea cada vez seamos más los que desde la polimatía, reconozcamos la existencia de ese Deus ex machina que todo lo resuelve, desde lo más común hasta lo más inverosímil o lo más difícil o complejo. ¡Libro sobresaliente! «Cuiusvis hominis est errare: nullius nisi insipientis, perseverare in errore».

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