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"Ciro el Grande", de Stephen Dando-Collins

Ed. Almuzara. 2023
viernes 09 de mayo de 2025, 22:21h
Ciro el Grande
Ciro el Grande
Dentro de las magníficas editoriales sobre Historia Antigua y Medieval que existen en las Españas, Almuzara, que es una de las conspicuas, aquí nos aproxima a una biografía genial y paradójica, ya que merece lo mejor de lo mejor el atreverse a presentar un estudio del gran rey de los persas, Ciro el Grande. El Cilindro de Ciro el Grande es de arcilla y presenta un texto en escritura cuneiforme acadia, es del año 539/538 a.C.

Yo soy Ciro, Rey del universo, el gran Rey, el Rey poderoso, Rey de Babilonia, Rey de Sumer y Acad, Rey de los cuatro confines del mundo; hijo de Cambises, el gran Rey, Rey de Anshan; descendiente de Teispes, el gran Rey, Rey de Anshan; semilla perpetua de la realeza, cuyo reinado aman Bel y Nabu”. El Gran Rey Darío “el Grande” realiza esta oración, hallada en una inscripción en Persépolis: “Que Dios proteja a esta tierra del enemigo, el hambre y la falsedad”. Será, por consiguiente, el Gran Rey Ciro II uno de los políticos y militares más influyentes de la Historia Antigua en el siglo VI a.C., ya que tenía fuerza militar, inteligencia, agilidad mental y sabiduría como para conformar uno de los imperios más eximios de la Historia. Su milicia se enuclearía alrededor de una de las élites más famosas de la historia de la Antigüedad, serían denominados como LOS INMORTALES, y su imbatibilidad sería patognomónica durante el gobierno del personaje persa que hoy nos ocupa. Ciro el Grande siempre fue muy generoso con los enemigos que solía capturar en las guerras, asimismo, también lo fue con los pueblos esclavizados por el todopoderoso Gran Rey Nabucodonosor II de Babilonia, a los cuales no tuvo el más mínimo inconveniente en devolver a sus lugares de origen. Todo ello está relatado, fehacientemente, en como liberó a los israelitas exiliados bélicamente por los babilonios.

Según la tradición judía, Ciro no solo devolvió a los judíos las reliquias que Nabucodonosor había saqueado de su templo, sino que también dio permiso y proporcionó los fondos para la reconstrucción del Segundo Templo. En la literatura judía y cristiana, Ciro fue elegido por Dios para liberar a los judíos y ayudarlos a reconstruir el templo, convirtiéndose así en el único no-judío descrito en el Antiguo Testamento que fue ‘ungido’ por Dios”. También se le considera al rey de los persas como un defensor, con todas las salvedades posibles, como inspirador y contribuidor de la Carta de Derechos Humanos de los Estados Unidos de América, y se tiene la certidumbre histórica de que uno de los creadores de la Constitución norteamericana, Thomas Jefferson poseía la obra de Jenofonte, la CIROPEDIA, donde el historiador griego realiza un estudio de los pensamientos y las experiencias del Gran Rey de Persia; el político estadounidense realizó muchas anotaciones en los márgenes de dicha obra.

«Ciro el Grande fue un brillante general que cimentó el Imperio Persa, el más grande de su tiempo. Fue también el rey que liberó a los judíos de su exilio en Babilonia y les permitió regresar a Jerusalén (la Biblia, de hecho, le menciona como el único no judío ‘ungido’ por Dios). En esta primera biografía moderna de Ciro, Stephen Dando-Collins, el acreditado biógrafo histórico y autor de cuarenta y tres libros, desgrana la intensa juventud del personaje, su ascenso al poder a través de la rebelión, sus brillantes campañas militares que destruyeron los imperios medo, lidio y babilonio, y su magnificente e inigualable reinado. Con su habitual derroche de documentación y estilo narrativo de fácil lectura, Dando-Collins indaga en las raíces del mito para brindar una fascinante mirada en torno a una no menos fascinante vida».

Jenofonte vive más de un siglo después del rey persa. Sería uno de los alumnos de Sócrates, y mucho de lo que escribió sobre Ciro II el Grande lo recibió y aprendió tanto de Platón como de Sócrates. Se colige, paladinamente, que el autor griego inventó algunos de los hechos conocidos sobre Ciro, inventando a algunos de los personajes de la obra. Uno de los errores típicos de la obra de Jenofonte es que cita a Astiages como padre de Ciáxares, lo que es al revés, y este último pasó a mejor vida cuando Ciro era todavía un adolescente. Asimismo, le atribuye a Ciro el Grande ser el conquistador del Reino del Alto y del Bajo Egipto, cuando será su primogénito Cambises II quien lo consiga tras la muerte de su padre.

Por otra parte, Jenofonte también escribió sobre los nobles persas que adoraban al principal dios mesopotámico Mitra -o Bel como se le conocía de manera más general-, pero representó a Ciro adorando y sacrificando a los dioses del panteón griego, lo cual, gracias a las inscripciones, sabemos que es falso: Ciro también adoraba a Bel. Todo apunta a que Jenofonte habría hecho esto con el fin de recibir una mayor aceptación entre los lectores griegos. A menudo, Jenofonte otorga nombres de lugares erróneos y su cronología suele ser incorrecta. También, en algunos casos, se pueden observar ciertas peculiaridades que Jenofonte reprodujo de Heródoto, de quien hablaremos más adelante”. Sobre la infancia de Ciro el Grande”, Jenofonte se fundamenta en las reglas militares, conspicuas por su rigor, que eran las habituales entre los lacedemonios. Heródoto, por otro lado, escribe que él conoce tres versiones sobre la infancia del Gran Rey de Persia, aunque el historiador manifiesta que la narración más verídica es la suya. A pesar de algunas traslaciones no demasiado fidedignas, no menciona más que de pasada las tres batallas del monarca persa para la conquista de la tierra de los medos. Sea como sea, la versión de Heródoto es de largo la más fidedigna de todas las escritas en la Edad Antigua. Es muy interesante como califica al soberano de los persas el segundo Isaías, de MESÍAS, que como es de rigor es un rey elegido por Yahvéh-Dios.

Mientras que Isaías, el hijo de Amoz, el primer Isaías, había visto a Dios obrando maravillas en la historia, enviando personalmente a un ángel de la muerte para destruir el ejército asirio, el segundo Isaías ve a Dios obrando a través de la historia. Dios había castigado los pecados de Judá y Jerusalén al enviarles a Nabucodonosor y al ejército babilónico para que destruyeran el Templo y la ciudad. Sin embargo, ahora Dios ha enviado a un salvador bajo la figura de Ciro el Grande para restaurar la antigua gloria de Sión. El período del Segundo Templo que siguió sería uno de los más productivos para el pueblo de Israel, pues fue cuando se escribieron y editaron la Torá y el resto de la Biblia hebrea: fue en ese período esencialmente cuando se creó el judaísmo. Sin duda, la noción de un Dios que obra a través de la historia se volvería problemática en el período romano, cuando Jerusalén y el Templo fueron destruidos por segunda vez, y aun llegaría a ser más dificultosa en nuestros días, cada vez que pensamos en Hitler o en el Holocausto”. Por lo tanto, es una magnífica biografía sobre uno de los más grandes personajes de la Antigüedad. ¡Sobresaliente, rigurosa y necesaria! «Duos habet et bene pendentes. Deo gratias!».

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