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"Infamia. El crimen en la antigua Roma", de Jerry Toner

Desperta Ferro. 2020
viernes 23 de mayo de 2025, 22:21h
Infamia. El crimen en la antigua Roma
Infamia. El crimen en la antigua Roma
Loable, absoluta e indudablemente, el esfuerzo que realiza esta editorial en el proceloso mundo de la Historia, ya que está enriqueciendo toda la bibliografía de la misma. El profesor Toner lo es como titular en estudios de Clásicas en el Churchill College de Cambridge. La Roma monárquica, republicana e imperial se fundamentó en el derramamiento de sangre de sus enemigos, de sus adversarios o de sus propios ciudadanos, en interminables y sangrientas guerras civiles.

La obra se inicia con la Fundación de Roma por los hermanos Rómulo y Remo, y el texto facilita la fecha precisa de la Fundación de la Ciudad de Roma/AB URBE CONDITA, el 21 de abril del año 753 a.C. Lo paradójico del caso es que el historiador romano, Tito Livio, nacido en la ciudad de Padua/Patavium, escribió su obra unos 750 años después de los hechos narrados.

El monarca sabía reconocer una amenaza en cuanto le salía al paso. Así, cuando la hija de un rival dio a luz a gemelos, comprendió al instante que, con los años, estos podían llegar a suponer un desafío para su gobierno. Por consiguiente, hizo lo que hubiera hecho cualquier rey sensato: ordenó que se arrojara a los niños al Tíber. Por desgracia para el soberano, el río bajaba crecido y nadie se atrevió a internarse en su cauce, por lo que sus desleales lacayos se contentaron con abandonar la canasta de los bebes en la orilla y asumir así que eso bastaría para ahogarlos. Pero resultó que la crecida no tardó en menguar y la canasta se posó intacta en uno de los márgenes del río. Los niños terminaron así en un entorno salvaje, pantanoso y repleto de higueras. Al poco, una loba se acercó al agua para calmar su sed y escuchó sus llantos. Mas, en vez de devorar a los hambrientos pequeños, les ofreció sus ubres y los lamió con afecto mientras mamaban. Al poco, Fáustulo, un pastor de la zona, encontró a los bebés y se los llevó a su mujer, Aca Larentia, la cual los crió como si fueran sus propios hijos y a los que llamó Rómulo y Remo”.

Con el paso de los años, los hermanos se fueron haciendo muy fuertes, hasta tal punto sería así la cuestión de que se transformarían en poderosos cazadores, y tan valientes que hasta desafiaban y vencían a los bandidos que se encontraban por los bosques cercanos. Enseguida, consiguieron crear un grupo de jóvenes a su alrededor deseosos de compartir sus aventuras. Llegó el momento en que desafiaron al monarca que intentó asesinarlos, y lo derrotaron con estrépito. Ahora llegaba el momento de crear una estructura urbana, alrededor de la cual pudiesen conformar el fundamento de su poder político. Consiguieron a muchos seguidores de las urbes de los alrededores para que los acompañasen en aquel proyecto, que tenía tantos visos de éxito. Pero, entonces comienzan los enfrentamientos entre ellos, ya que Rómulo prefiere la colina del Palatino, y Remo la del Aventino. Como, asimismo, no podían decidir cual sería el nombre de esa nueva ciudad, porque al ser gemelos, ninguno debería prevalecer sobre el otro, ambos decidieron edificar su urbe capitolina en dichas colinas. Existiría, no obstante, una fórmula convenida, para tratar de resolver esa diatriba.

… Ambos contarían los pájaros que pasaran, cada cuál desde su colina, y los dioses aclararían qué hermano tenía razón al enviar más pájaros por un lado que por el otro. Cada uno delimitó un espacio sagrado en su altozano y se dispuso a contemplar los cielos. Al cabo de un tiempo, y puesto que ni una sola ave se había mostrado ante Rómulo, este decidió engañar a su hermano y le envió un recado para que acudiera de inmediato. Remo, con toda lógica, pensó que su hermano estaba admitiendo su derrota. Los mensajeros, avergonzados por la villanía que se estaba urdiendo y preguntándose acaso si se habían puesto al servicio del hermano equivocado, se tomaron su tiempo. Gracias a ello, Remo contó seis buitres de camino al Palatino. Pensó, por ende, que había vencido, pero, en el momento en el que se presentaba ante su hermano, el doble de pájaros apareció ante Rómulo. Ambos contendientes reclamaron entonces la victoria: Remo sostenía que las aves se le habían aparecido antes, mas Rómulo argüía que él había visto más ejemplares. Estalló la crispación, arreció la violencia y Remo terminó perdiendo la vida a manos de su hermano. El camino quedó expedito, por tanto, para que Rómulo otorgara su propio nombre a la urbe: quedaba así fundada la ciudad de Roma”.

No obstante, esta no es la versión más fidedigna del hecho de la fundación del SPQR, ya en otras versiones opuestas a la de Tito Livio, se indica que Remo se burla, a conciencia, de la muralla creada por Rómulo, y este se irritaría hasta el punto de asesinar a su hermano. En otras versiones se indica que sería uno de los adláteres de Rómulo, el criminal. En suma, probablemente exista un fondo de realidad en todo este drama, hasta es posible que, con los mismos nombres, pero lo indubitable estribaba en que los romanos no tenían el más mínimo empacho en indicar como habían llegado a este mundo, y que era por un delito de sangre entre hermanos. No obstante, a posteriori, los crímenes familiares serían considerados como nefandos, y la condena a muerte sería crudelísima, ya que a los reos se les introducía en un saco, encerrados con un perro, un gallo, una serpiente y un mono, y de esta guisa eran arrojados al río Tíber. Esta forma de ser encerraba en sí misma una crueldad difícilmente insuperable. Nada estaba, para un romano, por encima del Estado, Roma lo era todo e indiscutible.

«Los romanos se creían, literalmente, unos hijos de puta. Roma no fue un imperio con la mejor de las reputaciones que digamos. Desde sus brutales juegos a sus depravados emperadores, sus violentas turbas y sus despiadadas guerras, su nombre ha resonado a lo largo de los siglos como un eco infinito. Pero ¿era realmente tan perversa? En este libro, Jerry Toner se embarca en una suerte de investigación detectivesca para descubrir el verdadero alcance del crimen en la antigua Roma. De los pecadillos sexuales de Tiberio y Nerón a las probabilidades de que te desvalijen la ínsula si la dejas sin vigilancia -bastante altas, sobre todo si las paredes son lo suficientemente delgadas como para hacer un butrón-, Toner remueve cielo y tierra para poner la Ciudad Eterna bajo su lupa. En ‘Infamia. El crimen en la antigua Roma’ nos toparemos con toda una galería de villanos, sean emperadores, capos mafiosos o ladronzuelos de poca monta, descubriremos los principales problemas que padecían sus atormentados ciudadanos, exploraremos las tentaciones de los excesos y comprobaremos hasta dónde es capaz de llegar la plebe presa de la desesperación. ¿Roma: culpable o no culpable? ¿Una delincuente brutal, o la legítima gendarme del mundo? El veredicto, en el libro». Por consiguiente, en esta obra literaria fuera de serie, encontraremos, de forma prístina y fehaciente, argumentos bastantes como para poder llegar a la convicción de cuál fue la transformación que padeció esa urbe preclara. «Primum non nocere, secundum cavere, tertium sanare».

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