www.todoliteratura.es
Manuel Avilés
Ampliar
Manuel Avilés (Foto: cortesía del autor)

Entrevista a Manuel Avilés: “La historia de ETA es la que es y he pretendido ser fiel a lo que pasó incluso tirándome piedras a mi tejado”

Autor de “De prisiones, putas y pistolas”
Por Vic Echegoyen y Javier Velasco Oliaga
jueves 30 de diciembre de 2021, 10:42h

Manuel Avilés, autor de ”De prisiones, putas y pistolas”, ha sido funcionario del Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias, director del Centro de Nanclares de Oca en Álava, y ejerció esa arriesgada profesión en algún centro más, así como en puestos de responsabilidad política. Es, por tanto, uno, si no el que más, de los mayores especialistas en el tema carcelario etarra, y siempre ha ido con la cara y la verdad por delante; demostrando su valentía en más de una ocasión.

Manuel Avilés
Manuel Avilés (Foto: cortesía del autor)

Ahora, Avilés publica el libro “De prisiones, putas y pistolas”, una obra que podría ser una novela de no ficción o, simplemente, sin ficción, justo el título que tiene la colección que dirige la escritora y periodista Marta Robles, que ha demostrado un fino olfato publicando esta obra, donde el autor y motero granadino nos desentraña la historia de cómo algunos presos etarras desafiaron a la cúpula de ETA criticándola abiertamente. Se abrió la vía Nanclares, una estrategia que Antonio Asunción supo utilizar para acabar con la banda terrorista. El autor nos lo cuenta de una manera trepidante y de forma tan atractiva que el lector se podrá sentir como si estuviera dentro de una cárcel, de papel, por supuesto.

En primer lugar, enhorabuena, Manuel, por este “De prisiones, putas y pistolas". ¿Cómo surgió la idea de escribir un libro como este?

Nunca pensé escribir un libro sobre etarras ni contar cosas en las que he trabajado. Recibí ofertas sustanciosas en los años noventa, pero en esa época aún no se podía hablar sobre estos asuntos; era imprescindible una cierta perspectiva. De mi época carcelaria y en asuntos de terrorismo solo he sacado la amistad imperecedera con Antonio Asunción, con Juan Alberto Belloch y con Paz Fernández Felgueroso. Fue Antonio, cuando se estaba muriendo, quien me dijo: Manuel, tienes que escribir esto –yo en sus últimos minutos intentaba distraerlo contando batallas del abuelo cebolleta-, tienes que escribir esto porque es la historia de España.

Yo le contesté: no me metas a mí en ese marrón. Escríbelo tú, que eres millonario y no tienes que responder ante nadie. No creí que se fuera a morir, pero empezó a quejarse de dolores en las piernas, le pusieron una inyección calmante y ya no despertó. En esa conversación inmediatamente anterior a la muerte, nació mi compromiso de escribir este libro.

¿Cómo ha sido el trato con la editorial y con la directora, Marta Robles, del sello? ¿Le han dejado absoluta libertad en todo lo que cuenta?

Marta Robles, que andaba ideando y organizando la colección sin ficción, fue la primera que me ”tiró los tejos”. Es muy fácil sucumbir ante Marta. Ella y Gregory Kerrigan, director de Al Revés, solo me dieron facilidades. Ni una sola palabra de censura. La única exigencia, de acuerdo con el título de la colección, es que la novela fuese Sin Ficción. Nada más. Estoy contento de haberme encontrado con esta magnífica editorial.

¿Se ha autocensurado escribiendo su libro?

¿Tengo que ser sincero? Si. Reconozco que el libro tiene frases y situaciones impactantes. Todas son reales, no me he inventado nada, pero en algún momento me he mordido la lengua porque hay gente a la que no he querido comprometer. Por ejemplo, de guardias civiles y policías y algún funcionario que me ayudó no he dicho ni diré jamás los nombres, aunque todo aquello haya prescrito por el tiempo pasado.

Me han puesto verde en algunos foros haciéndome aparecer como un fantasma con afán de protagonismo. ¡Cojones! –he oído en algún sitio-: ¡Parece que lo hubiera hecho todo él solo! Nada más lejos de la realidad. Yo no soy el protagonista del libro. En todo caso, soy el narrador. Los protagonistas auténticos son Antonio Asunción, Isidro Etxabe y Jon Urrutia, aunque a mí también me señalaran entonces los jefes de ETA como sujeto cuyo asesinato era imprescindible. Todo lo que ha venido después –vía Nanclares de reinserción, presos que expresan su arrepentimiento y se encuentran con las víctimas, movimiento que ha liderado Maixabel Lasa, la viuda de Juanma Jáuregui, por ejemplo- tiene en ellos su inicio, y sin ellos no habría sido posible. Aún estoy esperando que Arnaldo Otegui, por ejemplo, y tantos otros que viven ahora del momio del fin de ETA, reconozcan la labor de estos que son también hombres de paz y a los que en su momento etiquetaron como traidores. Por mi parte, a estas alturas solo tengo un par de ambiciones: que me siga funcionando el muelle y escribir sin faltas de ortografía. Nada más. Como diría Groucho Marx, cualquier reconocimiento, medalla, diploma o similar lo cambio por una buena erección a su debido tiempo. He visto decenas de medallas de oro y algunas pensionadas a gente que no ha despegado el culo del sillón, expertos en peloteo. Si a mí me quieren dar algo a estas alturas, que me manden un jamón y una caja de tercios de Alhambra.

Su novela es una radiografía de los recovecos de las leyes no escritas de la cárcel (más desconocidos y opacos que el fondo de reptiles del presupuesto nacional): jerarquía, grupos “privilegiados” (como los etarras que mandan en el importantísimo economato), separación entre etarras y yihadistas, y terroristas en general y presos comunes en particular: ¿eso ha cambiado en los últimos años, y crees que se deben, en parte, a las deficiencias y errores que revelas en “De prisiones, putas y pistolas"?

Vuelvo a decirle que solo he intentado ser un narrador. Es verdad que hice algunas cosas, que cuento en el libro, ciertamente irregulares, por eso le dije a Antonio Asunción que lo escribiera él y que no me metiera a mí en ese lío, pero la historia es la que es y he pretendido ser fiel a lo que pasó incluso tirándo piedras a mi tejado. No creo, por ejemplo, que haya muchos directores de cárcel que hayan incurrido en la tenencia ilícita de armas con un revólver entregado por el gobernador civil y cometan ese ilícito delito en un coche de policía y escoltados por la policía misma.

La cárcel es una copia de la calle. En la cárcel hay seres humanos, no extraterrestres. Se fotocopian en ella los grupos de poder, las conductas solidarias y las rastreras. La generosidad y los egoísmos más despreciables. Ni los etarras ni los yihadistas están ajenos a eso.

Yo no vi, en su momento, privilegios de los etarras. Lo que pasaba es que eran un tíos organizados. Si había treinta etarras en el módulo cuatro de Nanclares, aun teniendo prohibido por la organización desempeñar ningún destino en la cárcel porque eso era ”colaborar con el enemigo”, ellos se encargaban del economato y a mí me venía bien porque jamás faltaba una peseta y yo utilizaba aquel garito paupérrimo como mesa de operaciones. Más de una y más de cien veces aparecía por allí con el País y el Mundo bajo el brazo, pedía un cortado y le decía a Txiquierdi o al que estuviese en la cafetera: si no me quiere cobrar el café –cinco pesetas de entonces, menos de tres céntinos de euro- le tengo que regalar estos dos periódicos. A ver si se les oxigena la mente un poco. porque de leer solo el EGIN uno puede acabar trastornado o miope para conocer la realidad.

Esos faroles, como se dice ahora, les hacían flipar porque no estaban acostumbrados a que un director se comportara así.

Los etarras y los yihadistas solo tenían una cosa en común: las ideas sobrevaloradas y equivocadas, el fanatismo que empuja incluso a matar. Por lo demás son terrorismos que nada tienen que ver y el etarra ya ni siquiera existe.

"En la historia penitenciaria del último siglo hubo dos grandes figuras: García Valdés, que hizo la Ley Penitenciaria, y Antonio Asunción, que modernizó la institución”

Esos cambios, ¿han sido positivos, es decir, facilitan un poco más la vida y la seguridad física de los funcionarios de prisiones, o siguen jugándose literalmente la vida?

¿Cambios en las cárceles? ¿De qué cambios habla? Ahora hay un treinta por ciento de presos menos que en los noventa y con mejores infraestructuras. Yo ya no tengo relación alguna con las cárceles. Me jubilé con 62 años y cuarenta de servicio, que ya está bien. Lo hice para escribir y porque creo que lo tenía merecido pues menos montar en globo y que me den por detrás, en ellas me ha pasado de todo. En la historia penitenciaria del último siglo ha habido dos grandes figuras: García Valdés, que hizo la Ley Penitenciaria, y Antonio Asunción, que modernizó la institución y su funcionamiento como nunca, ni antes ni después se ha hecho. Ha habido otras dos figuras ciertamente importantes, aunque menores que los anteriores, como Paz Fernández Felgueroso y Mercedes Gallizo. La gestión de las cárceles y del terrorismo que ha llevado a cabo la derecha me parece nefasta por usar una palabra suave. Y lo digo desde mi jubilación anarcoide, sin pertenecer a ningún partido ni tener pensado apuntarme.

¿Cree que hoy día le publicarían -quiero decir, con los últimos gobiernos donde ETA política influye en asuntos tan decisivos para toda España como los Presupuestos anuales- un libro tan franco, que menciona nombres, fechas, datos y lugares tal como son, desde funcionarios de prisiones hasta políticos, fuerzas de seguridad o jueces de alto rango? Si no es posible hoy, ¿a qué lo achaca?

A mí el gobierno –ni este ni ninguno- me ha publicado ningún libro. En el 25 aniversario de la Ley Penitenciaria me publicaron en un libro que hizo Interior–sin cobrar y sin darme ni las gracias- dos artículos que, según recuerdo, hablaban de ”La cárcel ante el reto del terrorismo islámico” y ”La problemática de la inmigración y la delincuencia”.

¿Que el gobierno se apoya para aprobar los presupuestos en Bildu? Me parece perfecto. Estuve durante más de tres años recorriendo cárceles y diciéndole a los etarras que dejaran los tiros y las lapas y entraran en las instituciones a hacer política. Si ahora han entrado y han dejado el terrorismo no puedo decir que pactar con ellos, como con cualquier otra fuerza parlamentaria, es una traición y un desastre. Si llamamos a Bildu y a Sortu y a no sé quién más, descendientes de los etarras, me parece muy bien que defiendan lo que quieran en el Parlamento y no poniendo bombas lapa debajo de los coches.

El libro lo ha publicado Alrevés en la colección dirigida por Marta Robles y no el Gobierno. Del Gobierno no he recibido ni un reproche, ni una felicitación. Me consta que en el País Vasco sí se ha silenciado este libro. Lo he presentado en toda España, menos allí. Me han entrevistado de mil sitios y allí dos periódicos, uno próximo al PNV y otro creo que sustituto del antiguo EGIN, solo han hecho mención a que Avilés, el que ejecutaba la dispersión, es hoy contrario a ella. Es como si quisieran correr un velo y olvidar o darlo por no escrito. Me parece muy bien, eso es la libertad. En cuanto a la dispersión, el acercamiento de presos, etc... efectivamente, yo dispersé a muchos y hoy no estoy de acuerdo porque no es necesario. La dispersión la inventó Antonio Asunción –que nadie se eche flores que no son suyas- y la inventó no como una manera de añadir aflicción a las condenas sino como una forma de luchar contra ETA. Si esta banda terrorista ya no existe, la dispersión no tiene ningún sentido.

¿Cómo es posible que usted consiguiera que presos etarras –los más aguerridos, peligrosos y sangrientos durante cincuenta años muy negros en la historia de España- se abrieran a sus intentos de dialogar con ellos, y algo aún más extraordinario: se ganara su respeto y su confianza?

Habría que preguntarle a Antonio Asunción, pero está muerto. Yo, como he dicho antes, recorrí cárceles por toda España hablando con ellos. Si mira usted el diario de sesiones parlamentarias, allá por los años 94-95, hay hasta una pregunta de Álvarez Cascos preguntando al Gobierno: ¿Qué hace Avilés? Yo lo que hacía -si quiere miramos la hemeroteca y se lo enseño- era entrar a Herrera de la Mancha, a Burgos, a Teruel, a Ocaña o al Puerto de Santamaría y emitir un informe escrito de lo que apreciaba en el etarra concreto con el que hablaba. Sé que lo intentaron antes otros y no lo consiguieron. ¿Por qué hablaban conmigo? Muy fácil, porque yo no decía: Hola, vengo de Madrid y quiero hablar con usted. Yo decía: Hola. soy Manuel Avilés. y antes de que siguiera, casi todos decían: ¡Ostias, el de Nanclares! Y al identificarme con las cintas de Etxabe y Urrutia, casi todos hablaban. Algunos, ni por esas. Directamente me mandaban a tomar por el culo, pero ese es un riesgo de todo entrevistador.

Nadie se puede poner exclusivamente la medalla de haber acabado con ETA

Solo he pretendido –insisto que me la trae floja cualquier protagonismo- en mi trabajo como funcionario de carrera y por el que he cobrado puntualmente cada mes, con este libro solo he pretendido dejar clara una cosa: Nadie se puede poner exclusivamente la medalla de haber acabado con ETA. La Policía, la Guardia Civil, los Jueces, la sociedad en su conjunto aguantando y movilizándose, las medidas políticas...Todo ha contribuido y también los funcionarios de prisiones, grandes olvidados en este asunto. Yo no soy protagonista de nada, solo un trabajador normal que siempre ha querido dormir con la tranquilidad de que se había ganado lo que el Estado le pagaba.

Hoy en día, la operación Nanclares yo creo que no se habría podido hacer. La primera noche que apareciera por aquella cárcel un grupo de guardia civil para colocar el primer micrófono, antes de que amaneciera, ya estaría el chisme en los grupos de guasap y la operación reventada. Yo agradezco enormemente el aguante de tantos funcionarios de aquella época en aquella cárcel, que fueron un modelo de discreción y de valentía.

Una pregunta de actualidad candente, por desgracia: ¿cómo calibra el peligro de las organizaciones yihadistas en España, sus conexiones, recursos y capacidad de ataque: real e inmediato?

El yihadismo es un peligro serio y real, una auténtica guerra asimétrica. Yo tengo escrito un libro hace algún tiempo: ”El terrorismo integrista. ¿Guerras de religión?”. Los santones, los mulás, los ayatollás, se consideran intérpretes de la divinidad y entran en política pretendiendo tener la verdad porque Dios habla por su boca. Es todo afán de poder. Mandan a la gente a morir, como antes en las cruzadas, con la falacia enloquecida de que es Dios quien los envía y quien les dará un premio colocándolos en un paraíso imaginario lleno de verdor, de riachuelos y huríes complacientes. Pura mentira, como todas las religiones y como todas las cruzadas guerreras. El que tiene hambre sueña con bollos.

Cualquier terrorismo es muy difícil de parar, cuando hablamos de individuos dispuestos a morir, es más difícil aún.

Yo hice una entrevista en un periódico a principio del dos mil. Entonces dije que ETA acabaría en esa legistlatura o en la próxima. Me llamaron desde loco hasta gilipollas. Acerté y ETA terminó porque yo sabía de primera mano cómo estaban. Lo mismo dije que el fin del terrorismo yihadista no lo veríamos nosotros. Estamos hablando de una forma de hacer la guerra y de una manera de enfrentarse al mundo rico al que presentan como enemigo y como expoliador. El yihadista vive su poder y lo disfruta viendo el pánico que siembra en quien consideran su enemigo. Les aconsejo un libro que no es mío – por desgracia- Alamut , de Vladimir Bartol, enseña como nadie los mecanismos y los engaños de las guerras santas.

El yihadismo es un peligro serio y real, un auténtica guerra asimétrica

Al hilo de las dos preguntas anteriores (los etarras no hablaron con nadie más, pero sí usted) y los yihadistas no parecen abrirse ni confiar en nadie que no sea otro yihadista: ¿cree que hay algún resquicio o punto vulnerable, o en común, que se podría abordar para al menos conseguir una comunicación con ellos, y de qué manera? Si es imposible, ¿por qué, en qué falla el sistema legal y penitenciario?

La solución al yihadismo, la solución al fanatismo religioso impregnado de política

La solución es difícil, costosa y de muy largo recorrido. Casi imposible. Intentando resumirla en pocas palabras: Justicia, Psiquiatria y Cultura.

En estos momentos, ¿cuál es la situación de los presos de ETA en nuestras cárceles?

Absolutamente irrelevante. Es un grupo casi residual. El PNV ha asumido la gestión de las cárceles vascas y los pocos que quedan ya están allí o muy cerca.

¿Se ha finiquitado la amenaza etarra?

Totalmente, ETA ha muerto para no resucitar ahora los problemas son otros: cohesión del estado, federalismo, corrupción política, republicanismo, incompetencia de los gestores, trepas y pelotas en el poder, vendedores de humo con independencias y estados separados.... el terrorismo étnico y nacionalista en España es imposible.

Con la historia brutalmente real y apenas ficticia “De prisiones, putas y pistolas" ha combinado a la perfección denuncia real y novela, conquistando a un público muy amplio: hombres y mujeres mayores que conocieron los años más sangrientos de ETA, y jóvenes a los que solo les suena en parte: es decir, logrando que poquísimos autores españoles pueden: que todo el mundo le lea, comente su obra y la recomiende. Todos queremos saber ahora qué planes literarios tiene a corto o medio plazo: nueva novela, nuevo ensayo, secuela o tema totalmente diferente.

Mi plan es seguir escribiendo. Escribir engrasa las neuronas. Juan Alberto Belloch, grandisima persona y hombre inteligente además de mi amigo, me dijo un día: si no decimos lo que pensamos con cincuenta años ¿Hasta cuándo vamos a esperar? Yo ya he cumplido los sesenta, no tengo miedo ni tengo esperanza - nec metu, nec spe, que decía Cicerón- Soy un hombre libre para escribir lo que quiera. En eso estoy.

Puedes comprar el libro en:

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios