[“Monipodio”]
Llegóse en esto la sazón y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso; los ojos, hundidos. Venía en camisa, y por la abertura de delante descubría un bosque: tanto era el vello que tenía en el pecho. Traía cubierta una capa de bayeta casi hasta los pies, en los cuales traía unos zapatos enchancletados; cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo, anchos y largos hasta los tobillos; el sombrero era de los de la hampa, campanudo de copa y tendido de falda; atravesábale un tahalí por espalda y pecho, a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo: las manos eran cortas, pelosas, y los dedos, gordos, y las uñas, hembras y remachadas; las piernas no se le parecían; pero los pies eran descomunales, de anchos y juanetudos. En efecto, él representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo. [1]
Sería dos mil cuatro, por lo que recuerdo. Arrabal vino a Murcia y lo entrevistó Gontzal Díez para el diario La Verdad. La habitual doble página con Arrabal en el centro. Una foto espectacular tomada en El Rincón de Pepe, la víspera. El poeta había desplegado sus alas negras sobre la alfombra de la recepción del hotel –una especie de estola que llevaba a modo de capa- delante del robusto mostrador de madera barnizada. Se transformó en híbrido de fauno y murciélago.
PLAZA DE GUIPÚZCOA
La noticia de esta semana te hiela la sangre en las venas. El rey emérito demanda a Miguel Angel Revilla, por haberle acusado de ser un chorizo, un fugado y un delincuente fiscal. Así, sin anestesia, tío.
El concepto surgió de la mente de Isaac Asimov. Entendía por psicohistoria un cruce de historia, sociología, psicoanálisis y matemáticas destinado a predecir el futuro de nuestra especie. Ciencia ficción, pero abierta a una visión más amplia que la que nos sirve la historia convencional en la que se incluyen motivaciones inconscientes, pulsiones latentes y, por supuesto, manipulación de mentalidades. En base a este modelo, el protagonista de ‘Fundación’, el matemático Hari Seldon, vaticina el colapso de su imperio galáctico. Debe ser por eso que cada vez recurrimos más al Big Data y la Inteligencia Artificial para evitar el nuestro.
Este artículo trata sobre una escritora, periodista y poeta cubana - española, residente en Chicago, USA. Todas las fotografías han sido expuestas por cortesía de Osiris Valdés López
Valdés nació en La Habana, Cuba, de padre cubano y madre española. Asistió a clases de danza y arte. Estudió arte dramático en el Instituto Cubano de Radio y Televisión con Eslinda Núñez. [1] Es una activista conocida por su trabajo en apoyo de los derechos humanos, particularmente en las áreas de igualdad de género y diversidad sexual. Su compromiso con estas causas se ha visto reflejado en libros y campañas que tienen como objetivo erradicar la homofobia y promover un entorno más inclusivo para todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género. Vivió y viajó por toda España desde 2009 hasta 2022, donde fue madre de un niño llamado Sammy Roldán Valdés, nacido en la isla de Mallorca el 17 de enero de 2014. Una época en la que desarrolló significativamente su carrera literaria. En el 2022 se mudó a Chicago. Valdés López se ha consolidado como periodista desde 2019, colaborando en columnas en diversos medios digitales donde aborda temas culturales, y realiza entrevistas a destacados artistas de la música y la literatura…
El 30 de marzo del 2025, se cumplirán 125 años de la llegada al mundo de María Moliner, en un pueblito del Valle de Cariñena llamado Paniza, en la provincia de Zaragoza, no muy lejos de Fuendetodos, el lugar de nacimiento de Goya.
Vivimos tiempos oscuros donde un manto de autoritarismo golpea los Estados Unidos; de una plumada el autócrata que nos gobierna quita derechos, no le importa a quienes hiera, y hiere a muchos.
FIRMA INVITADA
Por Eva Losada Casanova
Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.
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Regresaba al San Francisco de calles serpenteando el espacio, jugando a asustar al viajero desprevenido, riendo de los edificios vacíos construidos para infortunio de los afortunados, ese San Francisco en el cual no dejé un amor, en el cual busqué un amor, como en los puertos de Neruda, yo eterno viajero, enamorado eterno en busca del amor reflejado en los ojos de las bellas , buscando el placer de la bella entre las bellas, el San Francisco que esperaba rejuvenecido en mi vejez, esa ciudad que amaba y temía en sus dolores, en los seres que la habitaban, en la niña que triste me miraba desde debajo de un puente diciéndome, no me olvides, poeta, yo también soy San Francisco.
PLAZA DE GUIPÚZCOA
Seguro que a Corinna, la ex amante de Juan Carlos, le parecerá más elegante decir “llueve sobre mojado” que el vulgar y garbancero “si no quieres taza, taza y media”. El emérito también es muy selectivo.
Don Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto de ella concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mismo, y los días de entre semana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de «Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba «Quijana». Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración de él no se salga un punto de la verdad.
Uno de los posibles y múltiples modos de acceder o, al menos, atisbar el genuino fenómeno literario (y tal es el caso de Alberto Boco: un fenómeno inequívocamente genuino y literario, como se constata en su reciente antología de poemas, titulada Enigmática gracia de las cosas) sería establecer, grosso modo, cuál de los cinco sentidos predomina en la producción de un autor. Acaso un par de ejemplos, entre tantos, resulten lo suficientemente ilustrativos: Proust huele y transmite con admirable –y aún no igualada- precisión la textura y los matices de cada aroma: el césped recién cortado, la pátina que deja la lluvia sobre el empedrado de las calles parisinas y hasta las fachadas de las catedrales; en la cadencia de la prosa faulknereana, por su parte, cada sonido halla su asiento y todo murmullo hace su habitación: las frases astilladas de un débil mental, la crepitación de un vestido de seda o el estruendo de un martillo que hunde los clavos sobre la tapa de un ataúd. La poesía de Boco, en principio, mira; mira con ojos incendiados y voraces.
PLAZA DE GUIPÚZCOA
Los dos astronautas yanquis perdidos en el espacio han amerizado frente a la costa de Florida. Se fueron para una semana, pero una avería en la nave les dejó 9 meses tirados en la Estación Espacial.
La generación beat no es solo un movimiento literario demodé en tiempos del thriller, el tiktok y del capítulo corto con plot twist; lo beat es una actitud, un modo de ver el mundo, un rechazo al conformismo que nació hace setenta y cinco años, que barnizó la literatura norteamericana de los sesenta y setenta y que, así como llegó, desapareció dando lugar a otro tipo de historias quizás más comerciales y encorsetadas en responder al gusto de los lectores más que a la pulsión rebelde de los autores.
Los lazos fraternales entre España e Irlanda son históricos, y no solo de vetusta tradición sino también de renovada actualidad. La presencia de irlandeses en Málaga es relevante y nos insta a prestar la debida atención a este colectivo desde una comprensión mutua. La Universidad cumple una función social, además de académica. La transferencia del conocimiento y la divulgación de su investigación y formación son claves para su éxito. Los historiadores somos depositarios del pasado, pero la sociedad es su propietaria y a ella nos debemos, máxime desde una Facultad de Ciencias de la Educación. Tras un par de meses de intenso trabajo, concluye con éxito el Seminario “Irlanda, España e Hispanoamérica en sus relaciones históricas”, curso encuadrado en la oferta formativa del Aula +55 de la Universidad malacitana.
FIRMA INVITADA
Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"
A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.
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